miércoles, 28 de marzo de 2012

Los Morlok


Parece mentira que sea tan débil, que me haya convertido en esto, en alguien que busca la compañía a cualquier precio. Todo es poco. Si sabes darme una buena excusa yo te daré más a ti de lo que me quede yo. Pero no es una generosidad gratuita. Yo, lo que quiero, es que me digas que todo irá bien, que estarás a mi lado. Y que cumplas tu promesa.

Hace tiempo que cuando conozco a alguien y me dice que todo irá bien me hago dos preguntas. La primera es cuánto cree que va a ganar diciéndomelo, la segunda es si cumplirá su promesa. Casi siempre adivino las intenciones, casi siempre demasiado tarde, porque soy un puto optimista, porque la soledad me ha enseñado cosas que nadie más sabe, porque quizá yo también he pensado alguna vez que algunas promesas fueron dichas bajo el mismo contrato que yo propongo en silencio. "Yo seguiré a tu lado si haces lo que yo digo, si para estar seguro de que no me equivoco tú serás como yo quiera que seas".

Hay algo de transacción comercial en dos desconocidos que se conocen por primera vez. Estrechas la mano, te atusas el pelo, sonríes, tranquilizas, muestras todo lo que está en tu escaparate. "¿Compras?" dices "No gracias, sólo estoy mirando" contestan... Pero hay al menos tres cosas invisibles que sólo se ven después de un tiempo: el talento, la honestidad y la pasión (para habérmelo inventado mientras lo escribía parece bastante creíble ¿no?).

No puedes ver la pasión en el fondo de unos ojos aunque creas que está ahí, sólo lo puedes ver en la determinación con la que supera todos los obstáculos para llegar a conseguir aquello que quiere, aquello con lo que su vida carece de sentido si no lo logra. Una persona se mide por sus ideales y por la pasión con lo que los defiende, lo siento, no puedo con quien hacen del dinero su pasión, en mi particular escala de valores son sub-humanos y no son peores que los Morlok. Copias baratas de Straus-Kahn y compañía, seres bestiales que "cosifican" al otro, instituciones que engañan para robarles el dinero a los ancianos, psicópatas todos. Les hemos quitado la máscara, como siempre demasiado tarde, cuando ya dominan el mundo... si el ser humano domina la tierra, los morlok dominan al ser humano.

Reconozco que espero demasiado de los demás. Ya he dicho antes que soy un optimista que se deja llevar hacia un futuro mejor porque mi presente está impelido por una inercia destructiva. O lo estaba. A veces me siento cansado y decepcionado, nunca obligo a prometer nada. Sólo pido que no hablen más de la cuenta. Y parece ser que yo también soy propenso a captar ciertas energías, por así decirlo.

También reconozco que nunca he reaccionado a tiempo, y que estar solo hace que idealices a los demás. Quizá porque alguien uno, solo, moriría por seguir no estándolo, moriría por quien le dijera "vas a salir de esta, vamos a salir de ésta juntos".

Pero esta mañana he salido a la calle y olía a tierra mojada y a luz, olía como huelen los retos, y me he sentido como todas aquellas veces en las que he salido a comerme el mundo, y he creído en que la debilidad es lo que hace que valores los días en los que te sientes fuerte, lo suficiente como para vencerte a ti mismo, lo suficiente como para dar un nuevo impulso a esa pasión que con el paso del tiempo se convertirá en inercia... hasta que otra mañana, cuando salgas a la calle, vuelvas a creer de nuevo en el ser humano porque guardas la esperanza de que en otra parte del mundo otro muy distinto a ti, salga al mismo tiempo que tú de su casa y huela a tierra mojada y a luz y decida que hoy es un buen día para sentir pasión por lo que el corazón le grita, a pesar de los morloks y a pesar de las decepciones, porque todo lo que su deseo encierra es de lo que está hecha su vida y morir, lo que se dice morir, se puede morir todos los días, lo difícil es vivir y que merezca la pena haberse sentido vivo.



PS: Y todo esto para decir que he empezado a hacer algo de dieta, que si sé que escribo esto (se nota en el tono épico que sólo he cenado un yogurt de limón 0%) la empiezo otro día, si acaso.

martes, 27 de marzo de 2012

A pesar...



Hace días que no puedo escribir. Algo se ha parado dentro de mi cabeza por agotamiento, por incertidumbre, por tanta confusión que llevo dentro. Creo que he llegado a ese punto del que no se regresa, que de tanto alejarme, aislarme, he acabado por ser un solitario y un asocial.

Porque a pesar de creer en la Humanidad sigo sin creer en el ser humano, porque a pesar de todo lo bueno, lo malo es más cercano, más humano, más a mano. Ya no pienso en qué hubiera sucedido, ya no moriría por ella, sólo deseo que el tiempo no sea demasiado cruel conmigo, me dejo llevar hacia un pozo sin fondo al que arrastro todo lo que alguna vez he querido y pienso en lo ingenuo que he sido y en todas las cosas que ya no son del todo mías, esto de escribir sin ir más lejos. No creí que cuando dejara de leerte mi mundo se viniera abajo. Ni los amigos. Ni las horas perdidas, ni los castillos de naipes que se desmoronan, ni las frases que brillan un instante y mueren dentro de mi cabeza fugaces como luciérnagas.

A veces me gustaría haber tenido una vida menos complicada, pero entonces recuerdo que yo solito me la he complicado y que no sé salir de todo esto. Mientras, me busco mil y una formas de salir. La máquina es sólo una de ellas. La veo, y pienso en todo el trabajo que hay por delante, todas las puertas a las que tengo que llamar, reflexiono en mi día a día y se me viene el mundo encima a ratos, porque supongo que no contento a nadie y porque a nadie le gusto como soy.

Pero entonces recuerdo que sólo es que estoy cansado y solo, y que yo elegí esto (supongo) y me dan las tres de la madrugada intentando escribir algo que sólo es una entrada entre miles de entradas, entre los millones de palabras que millones de blogueros escribirán creyendo decir algo y que a pesar de todo sigo teniendo un proyecto con fuerza en las manos, en el peor momento, confuso, cansado, y que iba con la persona que era antes y menos la que soy ahora.

Esta noche he soñado que hablaba con alguien a quien no conozco en la vida real. Y en el sueño (y resulta extraño porque en la vida real nunca lo hago) me ponía a llorar. Un llanto tranquilo, por desborde, como un vaso que llega hasta arriba y no puede contener más agua, había llegado a un estado mínimo de tranquilidad... y entonces yo le decía "no te imaginas todo el camino hasta llegar hasta aquí".

Kaoki me pregunta que le explique (como si fuera una niña pequeña) en qué consiste mi máquina.

Imagina que vives en un pueblo donde no hay electricidad, donde el agua que bebes lleva virus y bacterias (bichis malos) que hacen que enfermes y como no hay medicinas no puedes curarte. Imagina que existen máquinas que hacen un líquido que matan los bichis pero necesitan electricidad para fabricarlo.

Pero alguien fabrica una máquina que va con luz solar pero es muy grande y muy pesada y muy cara para que llegue a tu pueblo.

Entonces alguien piensa "Hacemos una máquina muy pequeña, como una mochila, que la pueda llevar una persona y pueda hacer que mate los bichis de muuuucha agua para que los niños no enfermen".

Imagina que alguien coge una parte de una máquina de Rusia, otra parte de una máquina alemana, otra parte americana, italiana, francesa, española... y le da forma a una mochila capaz de desinfectar desde dos mil quinientos a cinco mil litros cada hora y sólo necesita cinco gramos de sal por cada mil litros.

Desde el punto de vista químico se trata de un producto "milagro" y está basado en la tecnología de Activción Electroquímica de soluciones acuosoas, una tecnología rusa muy novedosa y que se utiliza en ámbito sanitario, fito-sanitario y alimentación, también en tratamiento de aguas. Hace dos años contacté con una empresa rusa en unas jornadas de la Cambra de Comerç de Barcelona. Llevo casi un año ayudándoles a implantarse en España y a día de hoy, Dimitri (el director de la delegación en España), es uno de mis mejores amigos. Incluso hemos publicado un artículo juntos en una revista Química. Tuve la suerte de que ellos apostaron por celdas electroquímicas pequeñas y de bajo consumo. Y entonces pensé en cuando estuve en la Fundación Vicente Ferrer y en lo difícil que resultaba montar cualquier equipo por falta de electricidad en ámbitos rurales.

Y de ahí surgió la idea y los medios. Les pedí que me vendieran una celda electroquímica y empecé a hacer pruebas. Ví que el consumo era muy bajo y que si podía encontrar bombas de muy bajo consumo y dosificadores sin aporte de energía, podría tener un equipo que consumiera casi nada.

Entonces, después de mucho buscar, encontré una bomba americana especial para que funcione a 12 voltios y que consumía... menos de 2 amperios!!!

y casi simultánemante (estuve investigando durante varios meses, de algo me ha servido trabajar como jefe de compras) encontré unos paneles solares plegables de muy bajo peso y llevaban baterías de ion-litio para hacer funcionar hasta equipos de 12 v. con un peso increíblemente bajo.

Con todo eso, mis dotes de ingeniero (guiñar un ojo, sacar la lengua y poner el dedo pulgar como mirilla telescópica) le di vueltas a un sistema de lo más ligero posible y que consumiera lo mínimo. Y después de darle muchas vueltas patenté una mochila, con sus asas y sus ruedas que pesa... 25 kg. (placas solares incluidas).

Un símil que utlizo es que si en lugar de inventar esta máquina, hubiera hecho un equivalente en el mundo del automóvil, habría inventado un todoterreno capaz de llegar hasta la cima del everest y sin gasolina, a precio de un seicientos.

Y lo he hecho en la parte de arriba de mi casa.

¿Sabes? No veo el momento de acabarla y empezar a fabricarla en serie. Habrá tres modelos: El caro (para organizaciones como ONU, ACCNUR, Ejércitos en ayuda humanitaria), el barato, pensado para aldeas, escuelas, hospitales, y el muy barato, pensado para quienes ya tienen acceso a algo de electricidad.

Ahora estoy confeccionando el business plan y embelleciendo la máquina (porque la pobre es fea con tanto cable y manguera y dándole estabilidad para que no se mueva mucho.

Haré un vídeo, espero que pronto.

Como puedes ver, vivo entre la esperanza y la solución que no llega. Han sido muchos años dando palos de ciego, y no me acabo de creer que esto que estoy haciendo tenga una buena acogida por mucho que sea necesario.

En fin, eso, mi realidad es que financieramente he tocado fondo. Y técnicamente tengo algo muy, muy bueno(fruto de apostar por la investigación en lugar de pelear el día a día).

Por otro lado tengo miedo de que caiga en manos avariciosas (como ya me pasó en un pasado no muy lejano) o que el equipo no despierte interés de un inversor. Por eso lo he fabricado en casa y lo he patentado casi sin decir nada a nadie.

No sé.

Con dudas, esperanza, miedo, tristeza, alegría, tranquilidad, insomnio, nerviosismo, sin perspectivas, con ilusión, todo al mismo tiempo.

Solo. Sintiéndome solo frente al mundo.

Pensando en si me habré estado equivocando todo este tiempo.

Con ganas de que todo pase y pueda volver a escribir la novela.

Con ganas de llegar a fin de mes.

de pensar que todo esto mereció la pena.



Me encanta este vídeo, lo ví ayer en el telediario del canal 24 horas. Y me dije "yo tengo que conocer a estos tíos".

martes, 20 de marzo de 2012

Martes por la mañana, ayer llovió, hoy el día es fresco y soleado


Ayer puse en marcha la máquina. La acabamos entre Carlos y yo. Carlos sabe de electricidad, no le tiene miedo a los amperios, le digo lo que quiero y él siempre tiene una forma de hacerlo funcionar. Estuvimos todo el día haciendo pruebas y acabamos casi al filo de las ocho por volver cada uno a su casa. Tengo la máquina casi a punto. Quedan dos o tres cosas por cambiar que no salieron bien. Errores subsanables, goteos imprecisos que aspiro a que se conviertan en regueros de esperanza.. donde la vida comparte el agua con la muerte. Y viceversa.

Me resulta extraño tenerla casi acabada. La verdad, su funcionamiento es bastante sencillo, dos botones y un par de válvulas. Puede funcionar en cualquier parte, de veras, en cuanto tenga la carcasa de tela me pondré a hacer pruebas en un río cercano. Ya lo he decidido. De hecho, lo he decidido mientras escribo esta entrada, sólo hay un río en el que puedo probarlo. El río de mi infancia... donde mi padre me llevaba a pescar, el río en que me medio asalvajé, donde hicimos fuegos para asar carne o cocer un arroz, aunque hoy ya no se pueda... la ley de bosques ha puesto cordura a mi infancia, como el sentido común ha puesto parques infantiles y jardines en los descampados y en los campos en los que de muchachos jugábamos sin la supervisión de ningún adulto durante horas y horas. A veces tengo la sensación de que vivimos en un mundo más malvado, donde los niños no pueden jugar solos o ir a comprar solos por miedo a que alguien les haga algo.

Antes no pasaba. A mí me enviaban a comprar bien lejos cuando era pequeño. Y eso que mi madre era de las más paranóicas del barrio con ese tema.

Tuve una infancia bonita, en una tierra extraña que no era mía... que no sé si es del todo mía.

Ulises se me sube en la silla, a mi espalda. Le gusta estar en contacto conmigo. Penélope juega con un trozo de esponja que tenía guardado en un armario en el que guardo material de cuando aún hacía depuradoras. En un momento salgo a la calle. El destino es inexcrutable.

lunes, 19 de marzo de 2012

Respirar



Duermo desnudo a tu lado, nos separan dos jornadas a caballo, dos galaxias pegadas una a la otra, y el tiempo... nos separa el tiempo que no tuvimos ni tendremos, porque el tiempo no existe del todo, solo es vapor de agua que nos sale de la boca, palabras que se condensan en la saliva de un beso largo y lento, cuando los labios y las lenguas no necesitan de traducciones y se dicen a la cara lo que el corazón no esconde.

Y sin embargo, te palpo con la yema de mis dedos dejando a la imaginación el braile de los poros de tu piel erizándose al paso de mis susurros por tus venas. Soy un hombre de piedra y no deberías acercarte a mí porque me vuelvo de lava si te tengo cerca. Vamos a arder los dos en un mismo fuego, un fuego sin fin ni principio, un fuego que sale directamente de mi centro por el volcán de mis ojos. Ni te imaginas todo el deseo que me consume, todo este océano candente que quiere hacer desaparecer tu ropa en un instante.

No deberías acercarme a ti porque los lobos necesitamos a otros lobos para mantenernos alertas, para salir a aullar al crepitar de la noche, anunciando al bosque la llegada del fin de la armonía. Y tú te crees a salvo al otro lado de los sentidos, pero no es así, tú no sabes lo que este alma salvaje guarda, no sabes qué lugares visito mientras duermo ni a qué dios venero a sabiendas de que no lo merece. Lo normal en estos casos es este maldito insomnio. Bendito insomnio.

Me gustaría mostrarte mi paraíso pero se parecería tanto a tu infierno que también te convertirías al culto de los insomnes. He querido quererte, te he querido, sé que todavía tengo una esperanza de volver a ser humano si soy capaz de que alguien como tú vuelva a quererme.

Me llamas y me dices que ya nada importa.

Cuelgo con el sabor de tu nombre en la punta de la lengua.

Un terremoto de sueños me rompe en dos y me obliga a crear un plan de reconstrucción y realojamiento para mis deseos.

Y naufrago.

Naufrago en ese mar de lava en el que me conviertes. Y me avergüenzo de ello, no sé si de no haber sabido permanecer a flote o por sucumbir ante alguien a quien no puedo tocar si alargo la mano.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Live, love, laugh



Día improductivo, sigo teniendo pendientes las mismas tareas que esta mañana. He estado todo el tiempo dando vueltas alrededor del prototipo, he solucionado algo que me tenía en vilo desde hace meses y era tan fácil que me ha dado rabia y alegría al mismo tiempo. Si nada falla, el viernes tendré acabada la primera fase y el lunes presentaré el business plan a un directivo de Cruz Roja y al Triodos Bank. "Voy a tener suerte, voy a tener suerte, suerte..." me digo mirándome al espejo.

Un día miraré hacia atrás y esta época apenas existirá, no estaremos, ni tú ni yo, anclados a estas palabras. Yo no las habré escrito y tú no las habrás leído. Sin embargo, yo me acordaré de ti por algo que tú nunca sabrás, no sabrás que apenas empecé a leerte estuve varios días yéndome a dormir muy entrada la madrugada. Así son las cosas... ¿qué puedo hacer yo? ¿qué otra cosa podía hacer?

Susurro "voy a tener suerte, voy a tener suerte... suerte..." y vuelvo a borrar de mi memoria el mar de los sargazos de tus ojos, donde me detenía hasta morir de asfixia, donde siempre supe que acabaría muerto con apariencia de vida. "Voy a tener otra vez la misma mala buena suerte" pienso sin quererlo pensar y el corazón del estómago se me desboca en una taquicardia que le es ajena, como me pasa por las mañanas, las noches que sé que te he soñado.

Y te vuelvo a leer sin que tú lo sepas.

Como si al hacerlo ganara alguna apuesta que me mantiene sentado a la mesa de juego, donde mi destino es perder todo lo que lleve encima.

Como si, por un milagro, esta vez pudiera ganar.


TENTE



Hoy he ido a comprar piezas para el prototipo. Ya me queda muy poco para acabarlo, una vez presentada la patente, hacer el prototipo se me está haciendo eterno porque me voy encontrando problemas de difícil solución y que requieren de ingenio. Como soy bastante patoso con tornillos y taladros me paso el día intentado buscar algo fácil de montar. Y más o menos lo consigo, como cuando era niño y me hacía mis propios proyectos y engendros con piezas de TENTE. Un año los reyes me trajeron una caja grande de nada menos que ¡siete barcos! Me pasé dos días montándolos casi sin comer y sin dormir.

Creo que de ahí me viene esta habilidad para encontrar piezas que faltan, cómo conectarlas, qué necesito en cada momento y salir a buscar lo que me hace falta o crearme algo a medida si no existe. De ahí también me viene mi vocación de ingeniero naval que nadie entendió viviendo como vivía tierra adentro y que desestimé por dedicarme a la química del agua.

Hoy he dado un salto hacia atrás y cuando me he visto con las piezas de conexión de tubos en las manos, me he acordado del TENTE y me he dicho a mí mismo que haría una entrada acerca de ello. El TENTE era mucho mejor que el LEGO porque tenía un agujero en medio de los pivotes y las piezas tenían por debajo unas puntas que entraban en los agujeros. Eso hacía que las posibilidades de montaje se multiplicaran por cuatro.

Hace un rato miraba hacia atrás, miraba al niño que fui jugando a montar barcos con el TENTE o leyendo a Julio Verne y sus viajes, a Emilio Salgari, a Stevenson... y pienso en aquella industria de finales de los años setenta, cuando la editorial Bruguera o la firma EXIN inundaban nuestros cerebros con historias de viajes por el mundo y te daba las herramientas en forma de juguetes para salir a él por tus propios medios. Y pienso que aquel niño fue feliz en su mundo, porque el mundo de alguien que no se siente en su sitio fuera de su casa, es un mundo refugio, no importa si llevaste gafas con muchas dioptrías o eras el único castellanohablante de tu barrio, sabes de tu diferencia porque la sientes aunque no la entiendas.

Cuando era niño me iba a la cama más pronto para, mientras me llegaba el sueño, poder imaginar islas desiertas, aventuras con mis compañeros de clase y mis profesores, fui un soñador... sigo siendo un soñador. Me alegro tanto de ello...

Probablemente sigo encerrado en el mismo bucle, sigo jugando con el TENTE en forma de equipo de potabilización de agua para lugares tan remotos como los que describía Julio Verne en las novelas editadas por la editorial Bruguera; sigo queriendo construir barcos y sigo queriendo inventar historias antes de irme a dormir como ahora.

Vivo dando vueltas casi sin darme cuenta.

Pero ya sé hacer agujeros con taladros y sé poner tornillos.

Ahora me falta encontrar la forma de que todo esto salga del círculo vicioso y viaje conmigo, con todos esos sueños que he ido forjando y que me han atiborrado de ilusiones.

Quizá va siendo hora de compartir todo eso. Uno madura cuando puede aportar lo que de niño creyó que podía aportar al mundo tal y como lo vio con la primera mirada.

A veces pienso que un hombre se hace hombre cuando es capaz de creer que todo lo que le ha llevado hasta el instante antes de decir "ya soy un hombre" es lo que le da derecho a ser llamado así.

Tengo cuarenta y un años y acabo de empezar a comprender de quién vengo y quién voy a ser. No lo digo con orgullo, estoy asustado, nunca sabrás que lo estoy porque no podemos permitírnoslo. Ni tú ni yo.

Y te doy mi palabra: hasta acabaré construyendo barcos.



y te encontraré estés donde estés.

martes, 13 de marzo de 2012

Hoy me acordé de ti



No debí querer saber de ti. A veces me envalentono y me asomo más de la cuenta al abismo de tu ausencia y olvido que sufro de vértigo y que tú vives demasiado lejos.

... y que a mí me dueles sin motivo. Y que yo a ti, hace ya mucho tiempo que no te importo.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Tiempo y arena




Me llama para decirme que no me echa de menos y yo sonrío desde esta parte del teléfono y pienso que eso es una incongruencia, que es como si un ladrón entrara en una tienda, apuntara al dependiente con una pistola y le dijera que se puede meter el dinero por el culo, que él no lo necesita, pero acabara llevándoselo y pegándole un tiro a quemarropa. Sonrío porque desde que dejo de escuchar lo que me dice la gente y me fijo sólo en lo que hace me llevo menos sorpresas, quizá por eso que cuando oigo su voz a través del teléfono siento mis manos dibujando el contorno de su cintura y noto como su piel se eriza, noto de qué forma sigue reaccionando a mis intenciones antes que a mi contacto. Sonrío aunque me llame para decirme que soy una mal bicho, un egoísta y no sé cuántas cosas más...

"Pero me has llamado" sigo pensando con la palma de las manos sobre sus caderas desnudas, me ha llamado para decirme que si no está conmigo es porque es imposible estarlo, que si yo cambiara, si me hiciera más tolerable, seguiríamos estando juntos, que la pelota está en mi tejado y que debería ser yo quien hiciera algo al respecto; me da el poder de decidir: de cambiar y que todo vuelva a ser como antes o no cambiar y estar lejos el uno del otro.

Se queda callada, no me gustan sus silencios, sus silencios duran el tiempo en que enciende una mecha y llega la explosión, es el silbido de la bomba de mortero sobre la trinchera, y mi seguridad desaparece en un instante porque sé que va a soltar algo que va a hacer saltar todo por los aires.

"M y yo nos hemos ido a vivir juntos" dice por fin. "Creí que M y tú sólo erais amigos, por lo menos eso es lo que me habías dicho hasta ahora" me doblo sobre mí mismo como si me hubieran dado un puñetazo por debajo del estómago.

"Y somos amigos" se defiende torpemente... "El chino de la tienda de abajo y yo somos amigos, pero no me imagino irme con él a vivir juntos..." digo con rabia. "Es lo que hay" dice tajante, pasando el mal trago de golpe; dicen que las cosas duelen menos si se dicen de un tirón. Y aunque ya lo sospechaba tenía la estúpida esperanza de que me siguiera queriendo.

"Pero M tiene un ligero retraso mental" le digo.

"Eres un gusano" me dice. Me lo dice porque sabe que es cierto, que incluso estuvieron a punto de darle una paga. "Es una buena persona".

"Sí, pero el que ahora se siente Forrest Gump soy yo" pienso. No digo nada, me duelen los dientes, se me seca la boca, creo que estoy empezando a marearme. Ahora mismo daría lo que fuera para no haber sido tan egoísta, ni tan idiota, ni tan... un momento, yo no lo soy, es ella que ha puesto esa excusa para justificar todo esto. Lo que decía, se lleva el dinero y me dispara a quemarropa. Lo de mirar los gestos en lugar de escuchar las palabras parece ser que no sirve siempre. Soy un iluso. Un iluso que pierde demasiada sangre por una herida invisible.

Le grito mil cosas de las que sé que me arrepentiré toda mi vida y que son como las piedras que sellan la gran pirámide para que nadie pueda pasar por ahí nunca más. Ya no hay vuelta a atrás posible.

Cuando acabo me pregunta que si quiero que sean esas las últimas palabras que queden dichas entre nosotros y yo le respondo que qué pensaba que diría cuando supiera que me había estado ocultando la verdad durante todos estos meses. Me dice que no me ha ocultado la verdad, que las cosas sucedieron sin premeditación.

"Es lo mismo que le dijiste a D cuando empezamos a salir tú y yo" y él tuvo la misma reacción que yo. Ahora yo estoy en el otro lado y D. debe estar riendo al leer esto. Siento náuseas, me mareo, el teléfono se me escurre entre los dedos, pero no se cae porque lo aprieto en el último instante.

Me dice que a pesar de todo tendrá un bonito recuerdo de lo que vivimos. No me puedo creer que esté haciendo esto.

No digo nada. Cuelgo.

Me vuelve a llamar. Descuelgo.

"¿Es así como quieres que acabemos?"

Le digo que para mí es como si hubiera muerto. Y vuelvo a colgar.

Para siempre.

Abro un blog, lo titulo Moriría por ella. Morir por alguien que sólo vive en el recuerdo se me hace duro durante mucho tiempo: años. Con el tiempo me voy oxidando, como un barco varado en una playa esperando a que lleguen a desguazarlo.

Luego, va pasando el tiempo y se hace cada vez más difícil reconocer en este esqueleto las costillas del barco, la figura oscura que se deshace sobre la arena, a causa de la luz infinita del sol, el agua salada del mar y la constante abrasión del viento.

Y un día despierto, y nada tiene que ver con nada. Y todo lo escrito hasta entonces me parece como salido de un sueño.

Y llega la primavera, Bandini.

Llega la indomable primavera.

Y vuelven los cantos de sirena a devolverme las ansias de navegar bajo la bandera pirata.

Y entonces, como si ella lo intuyera, me llama de nuevo, desde el lugar desde donde deben de llamar los fantasmas.

domingo, 4 de marzo de 2012

La luna es una narcotraficante de deseos y olvidos



La luna silbaba esta noche tu nombre, canturreaba algo entre dientes, se rizaba un mechón de pelo con el dedo índice de la mano que siempre sabe lo que piensa la otra, me miraba de reojo y sonreía. Me gusta cuando la luna me sonríe, felina y volcánica, porque sé que luego beberá más de la cuenta y sacará lo animal que lleva dentro, lo institivo, todo eso que piensa la piel y pierde la vergüenza con las manos. Sólo tiene que tirar del hilo y yo saldré volando hacia ella, ella lo sabe y yo lo sé, le gusta jugar con eso, pero yo ya me estoy haciendo viejo para someterme a los caprichos de una mujer como ella, ahora soy un lunático menos devoto, algo dentro de mí se ha ido apagando con el paso de los últimos meses, como si el tiempo se hubiera comido toda la ilusión que guardaba para cuando llegaran los malos tiempos.

Hay algo infinito en este juego que nos llevamos. Ella me fija a un punto de la tierra en el que tenerme controlado. Redacta mi destino con palabras que no entiendo, el destino es la marca de agua que aparece en todas la páginas en blanco en las que escribes tu vida. Y ese destino lo fija ella.

He vuelto a dormir pocas horas. Tengo los ojos hinchados de tanto leer entre líneas los sueños que sobreviven cuando me despierto. Si pudiera volver a atrás me arrastraría por el hilo que me sujeta a ella y desharía el nudo que lo ata, yo caería desde muy alto y ella saldría volando, pero sería mucho mejor que esto, mucho mejor que esta esclavitud de horas robadas al sueño. Si pudiera volver al instante en que pude haberlo hecho y no lo hice, saltaría desde lo más alto. Ahora es tarde, soy un noctámbulo convencido, adicto a la oscuridad de las calles en las horas en la que la madrugada pierde su nombre, donde la una no se distingue de las cinco más que en el rumor de algún chirriar de ruedas arañando el asfalto, donde el lenguaje es una riña de lenguas que se gritan boca a boca y en el que los gatos, por fin, pueden habitar el mundo.

Y es que durante el día, me encierro en casa como un vampiro en su ataúd de madera lacada, escribo destinos distintos en hojas de libreta que arranco, doblo y meto en cajones abarrotados de futuros improbables; y me abraso las venas con rayos de luna que tengo guardados, afilados como frases de una amante despechada cuando te dice que te odia, que desearía verte muerto antes que feliz. Y tú lo entiendes.

Lo entiendes perfectamente, no con la exactitud de un relojero sino como el miope cuando pierde sus gafas, ves sombras, intuyes y traduces el desespero de esas palabras a tu propia lengua. Es una mierda eso de ponerse en le lugar del otro, porque crees que lo haces pero es imposible traspasar el plástico de la piel, el campo electromagnético de los miedos, deseos, esperanzas...

La luna sigue ahí todas las noches, sigue riéndose de verme aún aquí, aferrado a este blog zafio y polvoriento, asistiendo día tras día a la decadencia de mi cuerpo y de mi espíritu, un segundo al día, olvidándose de mí las veintitrés horas, cincuenta y nueve minutos y cincuenta y nueve segundos restantes, formando otro ciclo lunar por el que se rigen las mareas que gobiernan esta vida de la que tantas veces me siento un extraño en tierra ajena, de la que ensayo, sin tregua, métodos de fuga y olvido.

jueves, 1 de marzo de 2012

El poder de empezar de nuevo


Llevo dos noches durmiendo vestido, temblando sin saber muy bien por qué lo hago, si por miedo, si por rabia, o por una mezcla de tantas cosas que probablemente nunca descubra el porqué. Mi habitación, se ha vuelto de repente un lugar inhabitable y mi cerebro se ha convertido en un recinto de alambre elctrificado, de donde las ideas salen para morir sin llegar muy lejos, y en el que se resigna a habitarse a sí mismo, devorándose con ardor antropófago, haciendo rituales inventados, recordándose constantemente que lo mejor es olvidar.

Esta tensión corporal, esta pérdida de conciencia al concentrarse demasiado me erosiona internamente, desde dentro de los huesos, me convierte en eso que nunca quise ser y evita que me reconozca en los espejos. Quizá lo mejor sería dejarlo todo aquí, bajarme de esta locura en marcha y perder del todo para poder empezar de nuevo, en otro lugar, con otra gente, con otra bandera.

Pero lealtad obliga. Mi vida está crucificada de lealtades. Quijote nací y loco moriré. Aquí estoy para doblegar al destino con la fuerza que tengo dentro y que no sé de dónde nace.

Sé que no acabaré bien. Pero eso ya es lo que menos me importa.