miércoles, 14 de marzo de 2012

TENTE



Hoy he ido a comprar piezas para el prototipo. Ya me queda muy poco para acabarlo, una vez presentada la patente, hacer el prototipo se me está haciendo eterno porque me voy encontrando problemas de difícil solución y que requieren de ingenio. Como soy bastante patoso con tornillos y taladros me paso el día intentado buscar algo fácil de montar. Y más o menos lo consigo, como cuando era niño y me hacía mis propios proyectos y engendros con piezas de TENTE. Un año los reyes me trajeron una caja grande de nada menos que ¡siete barcos! Me pasé dos días montándolos casi sin comer y sin dormir.

Creo que de ahí me viene esta habilidad para encontrar piezas que faltan, cómo conectarlas, qué necesito en cada momento y salir a buscar lo que me hace falta o crearme algo a medida si no existe. De ahí también me viene mi vocación de ingeniero naval que nadie entendió viviendo como vivía tierra adentro y que desestimé por dedicarme a la química del agua.

Hoy he dado un salto hacia atrás y cuando me he visto con las piezas de conexión de tubos en las manos, me he acordado del TENTE y me he dicho a mí mismo que haría una entrada acerca de ello. El TENTE era mucho mejor que el LEGO porque tenía un agujero en medio de los pivotes y las piezas tenían por debajo unas puntas que entraban en los agujeros. Eso hacía que las posibilidades de montaje se multiplicaran por cuatro.

Hace un rato miraba hacia atrás, miraba al niño que fui jugando a montar barcos con el TENTE o leyendo a Julio Verne y sus viajes, a Emilio Salgari, a Stevenson... y pienso en aquella industria de finales de los años setenta, cuando la editorial Bruguera o la firma EXIN inundaban nuestros cerebros con historias de viajes por el mundo y te daba las herramientas en forma de juguetes para salir a él por tus propios medios. Y pienso que aquel niño fue feliz en su mundo, porque el mundo de alguien que no se siente en su sitio fuera de su casa, es un mundo refugio, no importa si llevaste gafas con muchas dioptrías o eras el único castellanohablante de tu barrio, sabes de tu diferencia porque la sientes aunque no la entiendas.

Cuando era niño me iba a la cama más pronto para, mientras me llegaba el sueño, poder imaginar islas desiertas, aventuras con mis compañeros de clase y mis profesores, fui un soñador... sigo siendo un soñador. Me alegro tanto de ello...

Probablemente sigo encerrado en el mismo bucle, sigo jugando con el TENTE en forma de equipo de potabilización de agua para lugares tan remotos como los que describía Julio Verne en las novelas editadas por la editorial Bruguera; sigo queriendo construir barcos y sigo queriendo inventar historias antes de irme a dormir como ahora.

Vivo dando vueltas casi sin darme cuenta.

Pero ya sé hacer agujeros con taladros y sé poner tornillos.

Ahora me falta encontrar la forma de que todo esto salga del círculo vicioso y viaje conmigo, con todos esos sueños que he ido forjando y que me han atiborrado de ilusiones.

Quizá va siendo hora de compartir todo eso. Uno madura cuando puede aportar lo que de niño creyó que podía aportar al mundo tal y como lo vio con la primera mirada.

A veces pienso que un hombre se hace hombre cuando es capaz de creer que todo lo que le ha llevado hasta el instante antes de decir "ya soy un hombre" es lo que le da derecho a ser llamado así.

Tengo cuarenta y un años y acabo de empezar a comprender de quién vengo y quién voy a ser. No lo digo con orgullo, estoy asustado, nunca sabrás que lo estoy porque no podemos permitírnoslo. Ni tú ni yo.

Y te doy mi palabra: hasta acabaré construyendo barcos.



y te encontraré estés donde estés.

3 comentarios:

Kaoki dijo...

"Creo que de ahí me viene esta habilidad para encontrar piezas que faltan, cómo conectarlas, qué necesito en cada momento y salir a buscar lo que me hace falta o crearme algo a medida si no existe".

... sabes? en lo personal y en lo emocional es lo mismito... reconstruirnos con piezas que tenemos, o buscar las que nos faltan.

Muxu bat

Espera a la primavera, B... dijo...

Kaoki, quizá en el caso personal tengamos alguna que otra carencia anímica que nos impide llegar a donde necesitamos llegar.

Quizá las piezas que nos faltan no las vendan en ninguna ferretería de la esquina o se puedan encargar por internet al otro lado del mundo.

Aunque no pierdo la esperanza de que sea yo el equivocado.

Un beso

Toni

Kaoki dijo...

Las piezas que nos faltan siempre se pueden conseguir. Como en una construcción, lo importante es identificar qué nos falta... en qué fallamos. Ponerle nombre y apellidos. Me descubriré ante ti: yo era una mujer que amaba demasiado, relegándome siempre a un segundo plano... tenía interiorizado que lo que tenía (que no era nada) era todo lo que me merecía.

Te suena de algo...???

P.D. Hoy puedo decir en alto y feliz que tengo todo lo que me merezco. Y, tienes razón, lo que me faltaba no lo conseguí en una ferretería ni al otro lado del mundo en internet... pero lo conseguí.

Muxu bat