jueves, 23 de febrero de 2023

La


No sé. Daría lo que fuera por saber escribir, que pudiera hilvanar algo. Cada vez que leo una novela me parece tan difícil hacerlo tan bien... dios mío, parece tan fácil y es tan difícil... Me acuerdo cuando hice los cursos de novela en el Ateneu Barcelonés y bueno, yo ya sabía que iba a ser una puerta cerrada a la que se llama y nunca se abre porque no hay nadie dentro. A veces pasa eso. Creo que si lo pienso bien toda mi vida ha sido algo así como perseguir sueños que sé que no se van a cumplir nunca, que lo único que se me da bien es tratar de no fracasar demasiado de golpe, pero aún así sigo intentando llegar a alguna parte en la que piense que todo está bien y va a mantenerse así durante un tiempo. 





 

Ser la imperfección cuando todo es perfecto

 


C me llamó el otro día. Quiere que nos veamos. Había decidido que no nos veríamos más porque sabe (aunque eso no lo dijo) que cada vez que nos vemos es como si tuviéramos claro que no hay otra persona en el mundo con quien queramos estar ni en ese momento ni nunca. Es la sensación que tengo siempre y noto que a ella le pasa igual, no queremos separarnos, alargamos el momento de despedirnos. No sé si eso volverá a pasar alguna vez más. 

C es una persona distinta cuando no está a cuando sí está. Como si hubiesen dos C, una que me quiere y otra a la que parece no importarle dejar de quererme. A mí me pasa algo distinto, para mí también son dos personas, pero las quiero por igual a las dos, lo que pasa es que soy un imbécil y no soy capaz de dar importancia a esos detalles que sí les dan por tener a otros. Otros que saben dar a entender a alguien que son importantes para ellos a través de esos pequeños gestos y regalos. 

A veces pienso que C merece a alguien mejor que yo, pero entonces nos vemos, hablamos y sé que ella no quiere a nadie mejor, o al menos eso pensaba hasta hace unos días. No sé cómo he sido tan idiota. Estoy acostumbrado a estropearlo todo, pero ahora no quería. Juro que ahora quería que C fuese parte de mi vida, no sé qué me ha pasado, quizá esa absurda idea de que todo el mundo estará mejor sin mí lo joda todo. Si lo paras a pensar resulta paradójico; la idea de que puedo joderlo todo es la que acaba por hacerlo.

Pues bien, hemos quedado esta tarde para vernos en un bar del centro, una de esas cafeterías informales que tanto el gustan a ella y que hay cerca de donde ella vivía antes. Ahora está todo lleno de calles peatonales pensadas para que los niños puedan jugar y así hacer que las familias vuelvan al centro. No creo que eso vaya a ocurrir. No sé si me gustaría que mis hijo jueguen en este tipo de calles. Yo me crié en una ciudad pequeña, donde podíamos ir a los descampados que aún no habían sido cubiertos por todos los edificios que se construyeron. Y cuando eso pasó hicieron parques lo suficientemente grandes como para que tuviéramos una sensación de semilibertad vigilada. A mí, los niños en los centros de las grandes ciudades me producen lástima. Sé que es absurdo, pero ver a gente viviendo en la calle, las aceras atestadas de gente, me llena de pesimismo. No veo que los niños puedan ser felices ahí, vuelvo a decir que seguro que es absurdo, quizá sea porque la ciudad siempre me ha parecido que le falta sol, que los edificios tapan cualquier posibilidad de naturaleza.

Sin embargo quedar con C me provoca una cautelosa alegría. Intuyo que no será como las otras veces, y que, por supuesto, no acabaremos tan tarde como para que quede la duda de si se va cada uno a su casa o los dos a una de ellas, pero eso no quita que bajo mi piel, el animal que todo ser humano lleva dentro meneé el rabo y de saltos de impaciencia.

Estar en este estado hace que algo dentro de mí esté alerta, nunca puedo estar tranquilo cuando algo bueno puede pasarme. Me da miedo que la tarde vaya bien y lo estropee en el último momento, se me da bien ser la imperfección cuando todo va camino de ser perfecto.



sábado, 4 de febrero de 2023




No estoy siendo demasiado honesto. Si lo fuera contaría que hablé con C hace un par de días. Me hubiese gustado que hubiera sido una llamada cordial, pero no sé qué me pasa que lo que sale por mi boca es inversamente proporcional a las ganas que tengo de arreglar las cosas, cuanto más quiero ser amable, más imbécil me vuelvo, es algo así como vivir una eterna adolescencia, siempre en conflicto contra todo y contra todos. A mi edad ya debería haber madurado, pero creo que no he sabido hacerlo. A veces me digo que, en realidad, nunca tuve las habilidades necesarias ni un entorno donde conseguirlas, pero es mentirme a mí mismo. Soy un idiota engreído que sólo intenta arreglar las cosas cuando ya es demasiado tarde para hacerlo.

La últimas veces que había hablado con C no sabía que decir, ahora que sí sé lo que me gustaría que ella oyera sólo me salen palabras que sólo sirven para que ambos nos sintamos peor. Creo que cuando todo esto acabe C no volverá a querer saber nada de mí y tendrá sus motivos más allá de no darle celos a ese otro que no conozco, y me extraña en mí, porque antes hubiera averiguado cosas de él; sabría quien es, en qué trabaja, dónde vive. Quizá he cambiado para bien en al menos una cosa. Daría lo que fuese para poder decir lo mismo con respecto a C.

Cuando hablé con C noté que tenía miedo de algo, no sabría decir el qué. No de mí, creo. Yo soy un idiota integral, pero no sería capaz de hacer ni decir nada fuera de lugar, ni siquiera cuando me desespero ante situaciones que creo injustas. Noté que acababa las frases casi arrastrándolas, como un barco que se acerca al muelle y tiene que llegar justo al amarre con la velocidad justa para poder detenerse sin maniobras que puedan dañar cualquier parte. Al principio pensé que lo hacía para no hacerme demasiado daño una vez quedó claro que estaba conociendo a otra persona, pero luego empecé a sospechar que el motivo iba más lejos. No sabría decir por qué a veces lo que decimos tiene menos importancia que cómo lo decimos.





viernes, 3 de febrero de 2023

Todo lo que aparece, desaparece

 


Me pregunto si alguna vez todo esto acabará y cómo, dónde está mi realidad y cómo soy capaz de estar fuera de ella.

Tengo que encontrar una solución y acabar por vivir. Me gustaría creer que tenemos soluciones para todo eso, pero estoy seguro de tarde o temprano llegarán.

Ahora tengo que pensar en si decido apostar por la oportunidad o por la estabilidad, aunque en realidad siento que sólo me queda un camino.