lunes, 7 de junio de 2021

Todos los océanos

 


Probablemente sea otro síntoma más de que no estoy demasiado cuerdo, pero a veces te llamo sólo para saber si tu teléfono está activo, porque aunque sé que los muertos no responden a llamadas inoportunas no sé si eso aplica para los suicidas que dejan cartas en las que no cuentan nada, en las que no se despiden de nadie, que sólo dicen hasta pronto. Nadie merece tu ausencia, te lo aseguro. Si respondieras a una sola de mis llamadas, lo sabrías. Lo hago porque así sigues existiendo y de alguna forma no te dejo ir a donde quiera que quisieras irte. 

No sé si habrá un lugar en el que tengas lo que no tuviste aquí, pero sé que no encontrarás a alguien que te quisiera como yo y que, de alguna manera, me echarás de menos casi tanto como yo a ti.

Y eso, ya es añorar muchísimo.

Me he mudado al interior. No soy capaz de ver el mar. El lunes fue el primer día en que creo que no pensé en ti y el martes me sentí culpable hasta que me quedé dormido. Han pasado diez años y creo que sigo soñando contigo.

A veces pienso que si vivieras ya estaríamos divorciados y ya hubiéramos rehecho nuestras vidas con otras personas y nos hubiéramos olvidado el uno al otro de la única forma que se puede: llenándolo todo con otro todo distinto.

Nos veremos pronto, creo. No sé si existe el tiempo donde estás y si para ti habrá pasado la misma eternidad que aquí. 

Somos pequeños destellos de luz en una oscuridad infinita.

Pero tú y yo brillábamos al unísono.

Al principio no era capaz de perdonártelo, pero ahora ya sí. Sigo sin comprenderlo, pero está claro que no eras lo suficientemente feliz a mi lado, lo que deja claro que nunca supe hacerte feliz. No me deja en demasiado buen lugar, ya lo sé.

Es algo que le queda a uno siempre: la idea de que en el fondo uno es culpable de no llenar la vida de quien lo merece.

Creo que todo esto lo escribo para ti. Sé que, en cierto modo, lo acabarás leyendo. De alguna forma que no sé explicar sé que ahora formas parte del mundo, de las corrientes marinas, de la lluvia, que los átomos que te formaban se dispersaron en mil direcciones distintas y ahora forman parte de ese todo que nos envuelve y que al amarlo, puedo seguir amándote un poquito.



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