lunes, 24 de abril de 2017

Perderemos los días y nos quedarán las horas sueltas, nos quedarán los recuerdos, los momentos, la triste o la dulce sensación de que por un instante estuvimos completos. Ya sabes lo que digo, puede que haya pasado una eternidad y media, pero sé que sigues entendiéndolo, que en el fondo sólo tú me entiendes.



Demasiado tiempo es demasiado, le dijo él desde el fondo de la habitación.

Ella siguió de pie, estatua y pájaro al mismo tiempo, tan a punto de quedarse para siempre como de desplegar las alas y volar tan lejos como pudiera. Se supone que la vida es un constante tomar decisiones meditadas largo tiempo, pero a veces parece como que todo lo que vivimos pertenezca a esos microsegundos en los que al no saber qué decidir, tomamos una opción entre todas para no permanecer en una duda que nos perturba cada hora que pasa más y más.

Él. Hay días en los que aún sigue creyendo que lo suyo era algo duradero, que si lo piensa fríamente, casi cree recordar el instante exacto en el que ella decidió que debía volar para posarse en una rama y desde allí tomarse unt tiempo para pensar qué hacer. Si regresaba o si emigraba junto a las de su especie.

Si le preguntaran respondería que cuando la vio salir por la puerta tenía la convicción de que volvería, que el instante de no saber qué decidir y aceptar la primera opción que apareciese sucedió días después, no muy lejos de la casa. Quizá en el motel que hay en la carretera que lleva a la colina roja.

Sigue convencido de que si hubiera ido a buscarla aún estarían juntos. También sabe que no hubiera llevado la vida que llevó desde entonces y, en el fondo, eso amortigua cualquier nostalgia, la idea de que todo pudo haber sido distinto.

Todo eso de que la vida fluye.

De que no se detiene.

Que detrás de una cosa sólo puede venir otra.

Que la memoria se llena de más cosas que recordar para tapar otras que siguien ahí como un "puediera haber sido".

Que olvidar es sólo aprender a enterrar como hacen los perros con las cosas que desean ocultar de los demás.

Que al final la vida es también todas esas vidas que no vivimos y enterramos para buscarlas más adelante y que nunca recuperamos porque no tenemos tiempo de hacerlo.

Sólo para que cuando estemos tan cerca del final que lo veamos sin necesidad de hacer hipótesis, podamos mirar atrás y ver viejos momentos como quien mira viejas fotos y poder preguntarse qué hubiera pasado si hubiéramos sido valientes en lugar de ser los protagonistas de esa gran huída en la que convertimos nuestros días.