No podría. Sé que no podría ir a donde estás y volver. No hay camino de vuelta porque cuando dejas de estar aquí ese aquí desaparece.
No creo que tengamos esta vida para gastarla en sobrevivir. Hay que ir a por ese sueño para el que estamos programados ir a descubrir. Me pregunto cuál sería el tuyo. Si alguna vez lo tuviste y si es así, a cambio de qué lo dejaste ir; si yo tuve algo que ver, si yo tuve la oportunidad de acercártelo de alguna forma.
Me gustaría creer que tenemos otras oportunidades y nos veremos en otra vida, que en el fondo esto no ha acabado, que te has ido y yo sigo aquí por un tiempo más, pero que no es definitivo. Yo también me iré y no importa nada el cómo ni el cuándo, porque en el fondo notar tu ausencia es, en realidad, otra forma de notarte imprescindible a lo largo de los años y también de las vidas que llevamos y nos faltan.
Me gustaría (sé que lo haremos) coincidir en toda la eternidad que nos quede tantas veces como sea posible. Ahora lo sé: eres la alegría, la palabra siempre amable. Creo que por eso notamos más tu falta.
Me queda la oportunidad de hacer las cosas que siempre me dijiste que yo era y no me atrevía a ser. No sé si me entendía o lo hacías demasiado bien.
Nadie sabe casi nada de uno mismo.
A veces pienso que tú sí tenías esa capacidad.
Me siento extraño escribiéndote aquí.
Aquí sólo le escribía al otro lado de la tela de araña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario