Que somos de plastilina en manos de quienes nos crían, y a la vez de los que los criaron a ellos y así hasta no sé cuántas generaciones. Algo así como la uva de abajo del racimo y la semilla que creará otros... el eslabón de una cadena que crece y se oxida al mismo tiempo, que no tiene principio ni fin. Me hubiera gustado estar a tu lado para sujetar el extremo al que estabas sujeta, estar atento cuando se rompió y haber estado ahí para hacer algo.
Llevo días obsesionado imaginando cómo fueron nuestros primeros pasos juntos. Tú tenías seis años cuando nací. De lo que estoy seguro es que si un bebé piensa al verte pensé que había caído en un lugar inmejorable. Me pregunto si pensaste que yo era tu hermanito pequeño y si quisiste cuidarme siempre, en si eso es una decisión que se toma o es algo que le nace a uno sin que se pueda hacer nada en contra. Si hay miedo o sólo ilusión.
No sé si puedo seguir con esto. Intuyo que sí puedo, pero siento que no. Ya sólo queda mamá y tal y como están yendo las cosas puede que no siga mucho tiempo sin querer verte. Y entonces me quedaré solo (si no me voy antes). No sé llevar bien la soledad. Pensaba que estaríamos mucho tiempo juntos y no me acostumbro a ello.
Me hubiera gustado haberme despedido de ti como se merecen los que son algo más que hermanos, pero no imaginaba que te irías al día siguiente.
Entiendo que somos ese algo que tiene un nombre durante un tiempo y luego ya no. El caso es que me cuesta pronunciar tu nombre. Me cuesta imaginar que ese sonido sigue ahí nombrándote sin que tú no estés.
Son demasiadas cosas que no entiendo.
Y que creo que no voy a entender nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario