Trabajamos para pagar deudas. El uno de cada mes ya debemos la luz, el agua, el colegio de los niños, la ropa, la hipoteca, el coche, internet, el teléfono... en eso consiste ser esclavo. En el miedo a no poder pagar y estar fuera. Fuera de todo.
Me planteo ir a vivir a un pueblo, recoger mi propia agua y colectar mi propia luz. Cada día estoy más cerca y más lejos de todo eso. Me gustaría ser lo suficientemente valiente como para dejarlo todo antes de que ese todo me funda con su rayo de la muerte.
No vivo, no creo, no soy. No existo.
Reconozco que soy un zombie.
Un maldito zombie en busca de otros a quienes morder.
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