lunes, 4 de noviembre de 2019

Bajo el mismo dios



Estos días me preguntaba cuántos átomos nuestros se habrán cruzado y si seremos tú parte de mí y tú algo mío también.

Si somos, en realidad, una microextensión del otro; de si, en realidad, las partículas elementales crearán un fractal que se extienda hasta lo infinitamente minúsculo del otro y lo contamine de su energía más elemental.

Me preguntaba si cuando los cuerpos se tocan no estaremos intercambiando algo más que piel o pelo, sino misiones colonizadoras como las que una raza alienígena envía de un planeta a otro, de una galaxia a otra, hasta no llegar a ninguna parte y a todas al mismo tiempo.

Y me pregunto también si al pensarte también estoy haciendo algo parecido. Dicen que un átomo es capaz de interactuar con otro que está a eones-luz de distancia y tener la misma reacción que el primero cuando se le provoca una acción. Al unísono.

Como si la distancia no existiera.

Como si fueran lo mismo.

Me gustaría creer que cuando pienso en ti y siento algo, ese algo es compartido de alguna forma que me acerca en la lejanía, que el universo creó estas leyes para este preciso momento, que cuando creó las leyes físicas y matemáticas las dotó de todo esto porque intuyó que un día habría vida y esa vida necesitaría algo no palpable con la que mirar la belleza del mundo invisible.

Casi siempre que escribo estoy pensando en que acabarás leyendo esto y que de algún modo se inventó la literatura para que alguien pudiera estremecer a otro alguien en ese mismo espacio y tiempo en el que los átomos sienten que otro átomo gemelo a siglos luz de distancia modifica su estado, como si todo el polvo de estrellas del que estamos hechos fuera, en realidad, un internet instantáneo de todas las cosas.

Una red invisible hecha de deseos e intenciones, donde la materia sólo fuera el cable que la transmite.

Y el ardor que sentimos fuera el fuego que lo prende, la energía necesaria, la pólvora, la luz, y todo los que sucede cuando está a punto de que ocurra algo.

2 comentarios:

JLO dijo...

muy buena entrada, pasional... y me guardé ese video porque me intriga que hace el actor de la 2001 de Kubrick en él... saludos...

Espera a la primavera, B... dijo...

Qué quiso contar Kubrick? Me gusta la ingravidez y el silencio. Y la canción. Beach House tiene canciones que son casi un nada.

Gracias por pasarte.