lunes, 25 de noviembre de 2019

Refugio


No ha sido fácil llegar hasta aquí. Creí que la herida era profunda y bueno, pensé que iba a morir cuando vi la sangre, pero al cabo de un rato dejó de sangrar. N sujetaba un trapo contra el agujero. Toda la vida siendo precavido y esta vez no lo vi venir, pero quién si iba a imaginar que el muchacho era de ellos y sabía manejar un cuchillo. Lo único que creo que me ha salvado es que no fuera lo suficiente hábil, aunque si he de ser sincero, cuando nuestras miradas se cruzaron creí ver un "no quiero matarte, pero lo necesito". Me estoy volviendo paranoico.

Ahora necesito un cadáver de mi misma complexión al que hacerle una marca como la del cuchillo y poder tirarlo al río. No será fácil. No voy a morir, pero he perdido mucha sangre. No creo que me recupere pronto, o por lo menos, los suficiente como para poder encontrar ese cuerpo que me sustituya aguas abajo.

N se ha quedado conmigo. No sabría decir el porqué, aunque sospecho que es porque no sabe a dónde ir y teme que los que la estaban reteniendo la encuentren si sale a la calle. En casa, bueno, en esta casa en la que hemos entrado, estaremos a salvo unos días. Estuve controlando el barrio y encontré esta casa. Los dueños pasan largas temporadas en otro país. Dejan las persianas arriba y tienen un temporizador de luces que se encienden y se apagan siempre a la misma hora. Espero que no hayan quedado con nadie que se pase a ver el piso de vez en cuando, o que si lo han hecho, éste no se tome demasiado en serio la tarea.

No hay mucha comida en la despensa. Latas de conserva y botes de fruta en confitada, un par de bolsas de legumbres. Podremos estar una semana sin tener que salir de casa. El botiquín tiene suficientes vendas y alcohol para desinfectar y tapar la herida con frecuencia.

Por la noche me sube la fiebre. Es normal. El cuerpo necesita quejarse de toda esta mierda a la que le someto. Me gustaría tener algún calmante de los míos, pero me tengo que contentar con los del botiquín. Afortunadamente uno de los dos sufre de migrañas y tiene algo fuerte. Muy fuerte. Esta noche dormiré sin dolor. Lo necesito. N revisa los cajones para encontrar cosas que nos puedan servir. Y quizá qué vender. Sospecho que sigue enganchada a algo. Eso significa que he de estar alerta. No existe nada ni nadie que pueda contener al animal enjaulado que lleva dentro; y entonces puede pasar cualquier cosa. Y cuando ocurra yo no tendré toda la fuerza que necesite.

Empiezo a pensar que me he equivocado, que no tendría que habérmela jugado por ella. Y menos, ahora que sé que ella era el cebo de una trampa en la que yo era la pieza a cazar. No me dice nada que pueda servir como explicación de por qué ha hecho lo que ha hecho. Nada. Puede que crea que yo lo sé todo y por eso no habla, puede que en realidad crea que había llegado a un buen trato con aquella gente y yo lo he estropeado todo.

Sus ojos sin vida, metaanfetas, el polvo del diablo. No hay nadie que salga con vida de esa mierda. No es común que a su edad alguien caiga en eso, es la droga de los que se quieren suicidar en vida. algo le habrá ocurrido. O algo la ha llevado a eso. Pero ya no importan los motivos. La N que yo conozco ha muerto y no va a resucitar en estas circunstancias.

Le digo que venga y que se quede a mi lado un rato. Hablamos en voz baja para que los vecinos no nos oigan. N no me mira a la cara. Sentados en el suelo para que nadie nos vea a través de las ventanas. La fiebre me hace sudar y a veces tengo escalofríos. Parece que N no se percata de lo segundo. Está a mi lado pero mantiene cierta distancia y evita tocarme, como si tuviera miedo de que tuviese una enfermedad contagiosa.

Hablamos de cosas banales. Cuando le pregunto que quiénes eran esa gente me dice que unos que conoció en verano. Al principio parecían legales, pero luego se enfadaron con ella y la retuvieron. Dice que me conocían y que sabían que ella me conocía a mí. Que les debía una mercancía y que me había quedado su dinero. "Pero nada más, lo juro".

Miente.

Cuando mientes y no sabes mentir estás perdido en todo lo que hagas. Porque un día dirás la verdad y no podrá compensar todas las falsedades que has ido sembrando en la relación con otra persona. Y entonces, aunque creas que esa verdad vale algo, no valdrá nada.

Estoy demasiado débil para irme de allí cuando esté dormida. Tengo miedo a que intente algo mientras duermo, que llame a esa gente. Antes de entrar en el piso observé que se quedaba con el nombre de la calle y el número. Sigue pensando en entregarme. Aún no sé por qué me siguió cuando salimos del bar por la puerta trasera.

El caso es que N solía ser buena gente, pero todos cambiamos con el tiempo y con lo que nos pasa. Somos barro moldeable que absorbe los golpes pero nunca vuelve a recuperar la forma original. Malditas figuras que nunca tendrán una forma definitiva.

A las ocho y media se encienden las luces y permanecemos sentados en el suelo. A las diez se apagan y quedamos completamente a oscuras. N va a buscar una mantas y nos tumbamos en el suelo de una de las habitaciones a dormir.

Dormimos separados. Creo que la fiebre aumenta por la noche porque me despierto de vez en cuando con escalofríos. Sobre las cinco, por fin, la fiebre remite y consigo dormirme.

Cuando despierto, N no está.


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