jueves, 28 de noviembre de 2024
Todo lo demás
domingo, 24 de noviembre de 2024
Empezar de nuevo
Uno no puede llegar a donde no ha llegado nunca antes sin recorrer un camino desconocido. Uno no puede dejar de querer sin haber querido antes. No se puede saber lo que no se sabe aún. No se puede vivir sin haber nacido. No se puede morir sin haber vivido. No puedo renunciar a ti sin haberte tenido.
Nadie tiene a nadie, eso es verdad. Nadie posee, nadie tiene el derecho a ser una parte de otro. No se puede vivir a expensas de otro, no sin romperte como un espejo.
miércoles, 20 de noviembre de 2024
lunes, 18 de noviembre de 2024
Todos nuestros antepasados
jueves, 14 de noviembre de 2024
Teníamos un trato
Teníamos un trato: yo sabía cómo llegar y tú sabías a dónde. Y además por ese orden. Pero no fue así. Ni tú sabías a dónde ni yo sabía otra forma de llegar que no fuese a tu lado. Creo que así ha sido todo desde entonces, no he sabido llegar a ninguna parte, no he sabido elegir un camino cuando se me ha presentado la oportunidad de escoger entre varios.
A veces paso por delante de algún lugar que compartí contigo, o que me recuerda a ti, que tiene algo que me recuerda a algo que se te parece. Lo visto de casualidades, me sorprendo imaginando una coincidencia improbable, y abro la puerta a la magia que ahora intento convencerme de que nunca existió.
A veces me pregunto si un hechizo es reversible, en si lo que muere, muere de verdad o sigue existiendo en otro plano, como espero que vivan las almas de los que ya no están aquí conmigo; si el limbo de las cosas que sucedieron sin tener continuidad tiene una lista de cosas tuyas y mías que coincidieron con nosotros tratando de que sucedieran.
Pero teníamos un trato que no llevaba a ninguna parte aunque creyésemos que sí. Es decir, teníamos algo tácito, la promesa de prometernos algo algún día, querer querernos con el tiempo, sanar la herida del otro al curar la propia, mirarnos y volver a olvidar lo que ya habíamos conseguido olvidar antes de encontrarnos.
miércoles, 30 de octubre de 2024
C.
No sé en qué lugar estás, no sé en qué tiempo vives, y si coincidimos o no en él, o si somos dos personas o cuatro o veinte al mismo tiempo. No sé si somos múltiples personajes en una misma Historia y si podemos coincidir sin que el universo explote. No sé si al hacer el amor contigo lo estoy haciendo en realidad conmigo mismo, en si al estar juntos somos en realidad la unión de piezas de un puzzle que conforman la solución a un misterio o si bien es la formulación de un hechizo que abra otra puerta a otro mundo.
En cualquier caso, me gusta la idea de que tú eres un poco yo y que en mí habitas tú.
No recuerdo donde leí que la combinación de todas las letras y sus números correspondientes del abecedario hebreo forman 15 mil millones de posibilidades y que hay una para convocar la perfección en cualquier ámbito, ya sea salud, amor, trabajo... Me gusta pensar que entre 8 mil millones de personas tú y yo (o sólo yo como parte de ti o sólo tú como parte de mí) hemos coincidido en este metro cuadrado, que estás a un instante a punto de darme un beso o de dártelo a ti a través mío.
Me gusta creer en cosas que sólo son probabilidad. Las probabilidades que la realidad convoca no siempre son estrictamente fruto de una entelequia matemática. A veces todo colapsa en un instante de ínfima probabilidad hecha real. Y cuando eso sucede uno ya no vuelve a ser el mismo. Que algo muy improbable suceda es lo más cercano a la brujería, como que tú y yo nos encontráramos entre 8 mil millones de almas, que decidiéramos nacer o nos nacieran tan cerca el uno del otro y al mismo tiempo tan alejados si hubiésemos nacido un siglo antes, que me mirases y cuadraran en tu subconsciente los criterios para no descartarme de inmediato, que mi tono de voz estuviese dentro de lo que no te es molesto, que te gustaran los hombres con barba, que no hubiera nadie que en tu vida en ese momento, que no estuvieses en ese punto de tu vida en el que no quieres nada con nadie, que yo supiera llegar, que le gustase a tu perro, que tuviese algo interesante que contar en el momento que tú estabas receptiva a escuchar.
La gran trampa es pensar que todo tiene un porqué o un "para qué". La vida es eso que sucede como el paisaje en un viaje en tren, sin que uno pueda pararlo porque está vivo, y mientras uno está vivo uno va hacia adelante mientras le pasan cosas. Es imposible que no te pase nada. Vives y el aire que respiras ya es algo con lo interaccionas, se te pega a la hemoglobina, te oxida poco a poco su apenas veinte por ciento de oxígeno. Vivir es una lucha constante contra el deterioro, tu cuerpo repone tejidos a contrarreloj con alimentos que y agua que atrapas. Trabajas para conseguir estar en el sistema para acopiar más material con el que vencer al gran destructor en el que estamos inmersos como peces.
Y entre todo eso, y a pesar de eso, y contra eso y buscando algo infinitamente inmenso que lo combata durante todo el tiempo que podamos, aquí estoy. Queriéndote. Preguntándome si somos tú y yo o somos sólo tú o sólo yo en dos formas distintas, pero sin poder evitar seguir queriéndote.
No sé si leerás esto algún día.
Yo voy dejando por escrito lo que pienso, sigo ahí, como si alguna vez esto fuese tan importante que evitarlo pudiera ser considerado una catástrofe.
lunes, 28 de octubre de 2024
Por si llegas aquí
Sé que no es así, pero a veces sueño que me lees y que por alguna razón acabas por volver a tener ganas de saber de mí. No sería un buen momento, pero es lo que suele pasar casi siempre: nunca somos la mejor versión, la que nos gustaría ser cuando el pasado regresa para saber cómo nos ha ido.
A veces pienso que me lees y me entiendes. Y siento a veces también que escribo para que me entiendas si alguna vez se te ocurre preguntarte en qué estaré pensando; que lees un poco y luego no puedes parar de hacerlo hasta que te haces una idea de que sigo escribiendo para ti.
Sigo escribiendo como el que echa leña a una hoguera que tarde o temprano se acabará apagando, sigo pensando en ti todos los días, sigo volviendo una y otra vez a la palabra escrita porque de algún modo entiendo que es nuestro lenguaje, el único que hablamos los dos, un idioma secreto escrito en otro idioma, un secreto que ni siquiera somos capaces de entender en qué consiste, pero que está ahí, esperando a que el otro lo lea y lo entienda; que lo sienta como uno siente el relieve de algo que rozan las yemas de sus dedos, pero con la mirada, como si lo invisible tuviese una orografía compartida a la que de una forma incomprensible los dos pertenecemos.
Sé que estás ahí afuera, que la vida te distrae con las cosas que la vida tiene.
Que estás al otro lado y entiendes lo que mis palabras significan en nuestro lenguaje.
Que dudas en si escribir o no hacerlo y en por qué complicar innecesariamente las cosas.
Si vivimos una sola vez, que esa vez la vivamos valientes.
A veces lo valiente es pasar página y otras es querer saber cómo acaba la historia. No creo que haya un manual para entenderlo ni que nos diga qué opción es la correcta.
Si llegaste hasta aquí y no quisiste más, que sepas que no importa aunque me importes, todos somos el pasado de alguien incompatible con nuestro presente.
En cualquier caso, gracias por haberme pasado, por dejarme los recuerdos que me dejaste, por haber logrado que, al contrario de lo que todo parecía indicar, convertirme en mejor hombre.
Acepto este destino aunque no sé si estaba destinado a él.
lunes, 14 de octubre de 2024
En otra vida
En otra vida nos hubiéramos dado una segunda oportunidad y yo la habría vuelto a fastidiar y hubiese pedido otra y otra y otra, porque en el fondo éramos el uno para el otro, o era tú para mí y yo no sé ser.
Es difícil sentirse querido pero nunca amado. Uno se acostumbra. Creo que lo peor de todo es la costumbre. Yo veía a mis padres y pensaba que las cosas eran así de fáciles y de difíciles, y me parecía lo normal. Cuando eres niño y estás aprendiendo uno cree que las cosas son como las que ve.
Me hubiese gustado hacerte reír más. Me gustaba hacer que el mundo fuese algo más feliz cuando yo estaba en él. Pero sólo me querías. Quizá quisiste amarme, pero no pudiste. No soy fácil. Me decías que era algo así como alguien de los bosques, salvaje. Y creo que tenías razón.
Vengo de un lugar oscuro, al que iluminaron bien para que nadie recordara qué fue antes. Uno sabe de dónde viene aunque nadie más lo sepa. Uno sabe a dónde pertenece aunque sepa vivir en otros lugares.
Tú lo sabías. No al principio, claro. Lo supiste más tarde, cuando aún había remedio. Antes de que fuese demasiado tarde, antes de que el caos fuese un nuevo orden.
Siempre supe que merecía aquel final aunque no lo aceptara. Siempre sé que por alguna razón soy querido, sólo eso. Siempre está la distancia, siempre hay un vacío inabarcable entre yo y el resto, algo que es insalvable y que en el fondo es más yo que yo mismo.
Me hubiese gustado no ser así.
Me hubiese gustado ser alguien a quien hubieses sido capaz de amar.
miércoles, 2 de octubre de 2024
En otro contexto
Me preocupa sentir el corazón acelerado con tan poco; pasar de cero a cien y frenar en seco en un solo día. Pensar que algo es para siempre y al cabo de diez minutos intuir que será nunca; no dormir por la emoción y que al día siguiente no me deje la melancolía.
Me gusta creer que no soy el personaje que escribo y que sería diferente si lo escribiese todo en tercera persona. Tal vez sería todo más literario, más formal y se vería que no nací para ser escritor, que me quedé muy por detrás en alguna de esas cosas que le acreditan a uno para contar historias extraordinarias para otro que quiere que se las cuenten.
Uno llega a una edad a la que ya no puede hacer una carrera, a no ser que empiece ahora y viva hasta los noventa años con plena lucidez y salud, y tiempo, y estímulos suficientes para seguir creyendo que lo que uno es y piensa es necesario para el resto del mundo.
Y mientras tanto sigo aquí, exprimiendo un tiempo que dedico a otros asuntos más mundanos, preguntándome qué hubiera pasado si lo hubiera apostado todo a esa otra vida que me planteé hace veinte años.
Me pregunto si esas novelas que hubiese escrito tendrían tanto de mí como hubiese querido, y si me hubiese servido para ser más feliz; si en algún lugar de todo aquello hubiese estado la felicidad que no acabo de asir.
Y si estaríais ahí.
Y si estarías aquí.
lunes, 30 de septiembre de 2024
Como si el tiempo fuese una excusa
Todos tenemos un gen raro dentro de nosotros. Algo que alguien puso decenas de generaciones atrás como quien deja un tesoro en una caja del tiempo para que se abra dentro de cientos de años o más. Solo que no queda nadie para saber qué es ni dónde está enterrado.
Todos tenemos un secreto al que pertenecemos; somos parte de la voz susurrante de un antepasado que llegó y tal vez se fue sin que nadie supiera a dónde, alguien que nos acompaña a través de los siglos, que nos dice una y otra vez que somos distintos al resto, que sobrevive en nosotros a eso a lo que algunos (casi todos) llaman muerte.
Creo que a veces soy capaz de ver eso en la mirada de alguien, en el aura que dejan sus palabras cuando quiere contar una historia para que el otro sepa que su origen está enterrado en un constelación de señales ya olvidadas, y que sólo hay que unir para que tomen la forma que revele lo que significan.
La vi y lo supe. Supe que anidaba en ella ese brillo que tienen algunas personas cuando se les enciende desde dentro la llamada de lo ancestralmente invisible, la que chisporrotea al decirse en voz baja "éste si que va descifrar quién soy y de dónde vengo". Supe ver alrededor suyo una familia de espíritus que me animaban a entrar y dibujar el primer mapa de su cielo cartografiado a base de conjunciones y nebulosas imposibles.
Lo supe y sonreí porque quizá sea esa la naturaleza de aquello que alguien depositó en mi hace un millar de generaciones, un gen (mi gen raro) que de vez en cuando quiere explicarse a sí mismo en la explicación del otro.
Sólo existe un lugar en el que descansar y sentir que eres descanso, un lugar vacío de átomos y subátomos, una vía láctea inversa donde no hay más materia que la que está hecha de sueños; sueñoa que a su vez están hechos de haces de luz que provienen de la cúpula agujereada que conforman los límites de lo que entendemos por tiempo.
Entonces, como por arte de magia, surge algo que va más allá de los sonidos. Algo dice sin haberlo pensado antes "tú y yo somos el mismo vacío, estamos hechos de contemplar el uno en el otro el sinsentido de la materia". Y lo dice mientras se escapa una estrella fugaz de la bóveda ardiente que cubre todo eso a lo que llamamos mundo y que, en el fondo, no es más que la última excusa para evitar la eternidad que nos espera.
Me gusta pensar que sabes de lo que te hablo, aunque probablemente lo sepas sin saber que lo sabes y vayas diez generaciones por delante de mí.
Por eso sigo escribiendo cosas aunque no sepa nunca si un día llegarán a ser ciertas
miércoles, 25 de septiembre de 2024
Siempre
Si pudiera pedirle una señal al que agujerea el cielo nocturno para que se cuele a través de él la luz que nosotros creemos que son estrellas le pediría volver a verte.
Es más, si me estás escuchando, tira otra piedra a la cúpula del universo y crea otro agujero que sea sólo suyo y mío, uno por donde se cuele una del color de sus palabras, que sepa a ella, que huela como el rastro que deja cuando me da la espalda y se va a desde donde haya salido.
Y que ella lo sepa. Sin saberlo y sin que nadie más lo sepa. Sólo el hacedor de impactos y yo; y que cuando nos encontremos ella me mire y me diga "pues ya puedes estar tapando eso". Yo le diría que ya no se puede, que es irreversible y miraría al Jefe, y éste escondería el tirachinas detrás de su espalda y miraría hacia otra parte y si supiera silbar, silbaría; pero creo que no sabe. Por eso tuvo que crear el viento y los árboles, para que hicieran ese sonido labial cuando tiene que disimular algo que ha hecho.
A mí me gustaría que un día nos viéramos y tú me dijeras que has leído mi blog y que no sabes quién soy en realidad, si el que escribe o el personaje que es escrito por mis manos, pero que te gusta y que quieres ser mi novia o la novia del personaje que vive a través de las palabras pegadas aquí. Y yo sería un hombre feliz y muerto de miedo al mismo tiempo, porque desde ese instante me preguntaría cuánto tiempo queda, hasta cuándo todo, y si seré el culpable de que un día dejemos de ser lo que sea que acabemos siendo.
Todo eso ya llegará, me dirá el Señor de los tirachinas. De momento, quiérela y busca una forma de que se sienta querida.
Yo sé que eso a veces no funciona, o no como uno quiere que lo haga.
domingo, 22 de septiembre de 2024
El lenguaje mudo de los abarrotados espacios infinitos
No sé si algún día leerás esto y si sentirás la sensación de que lo escribí para ti. No sé si alguna vez hablaremos de ello o si sólo seremos un recuerdo del uno en el otro, un pasado tras una puerta cerrada con llave. No sé si para entonces te habré dicho que hubieron señales aquella tarde de sábado, porque las señales existen y hablan a través de un lenguaje universal tan sutil que sólo se presenta a veces en forma de pluma que cae, de letra de canción que dice lo mismo que tú, al mismo tiempo o en el silencio acogedor en el que te muerdes el labio durante un microsegundo.
Las palabras hablan de algo que no existe, nacen para describir un mundo al que podamos adherirnos sin caer en el vacío. Porque estamos hechos de vacíos, de huecos que llenar con los agujeros igual de vacíos de otros. Luego están los átomos y las estrellas, pero orbitan la nada, nadan como peces con lo poco que vibran dentro de esa nada.
Estos días pienso en que resulta extraordinario que sea lo sea que seamos, que nos hayamos encontrado en este infinito inhabitado que parece una marabunta cuando lo observas con la perspectiva de una distancia creada para obviar que apenas existimos. Me pregunto acerca de todo eso del destino, de si hay una única realidad que es esta o hay otras en las que aún, tal vez, no nos hayamos conocido, o en el que no nos conoceremos nunca, o en el ya nos hayamos conocido y no nos dimos cuenta de que recortando los bordes todo el mundo puede ser la pieza del puzzle que encaje en la del otro.
Estos días estoy leyendo a Auster. Leer a Auster me pone melancólico, es la consecuencia lógica de leer a alguien que sabía de qué se iba a morir y aproximadamente cuándo. Eso me lleva a pensar que la vida no es más que obviar que un día dejaremos de ser átomos para ser otra cosa y que aún así seguir queriendo hacer planes y buscar la trascendencia en lo hacemos con lo que nos sucede. Me gustaría creer que cuando nos llegue ese día nos recordaremos con cariño, porque todo se resume en eso: en querer y haberse sentido querido, se resume en que en el momento que llegue el tránsito en el que nos releamos a nosotros mismos quienes fuimos y qué hicimos sentir, nos provoque la necesidad de dar gracias por haber vivido.
Y yo sé qué probablemente lo sienta al evocarte.
Suceda lo que suceda.
Porque un sábado hubo momentos en los que el lenguaje mudo de los abarrotados espacios infinitos me miró de frente con toda clase de señales una detrás de otra y pensé que el mundo era mejor con personas como tú en él.
lunes, 26 de agosto de 2024
Sin lugar a dudas
Entonces un día me releo y pienso que no está tan mal todo lo que he escrito. En el fondo, si no estuviese tan enfocado en la imposibilidad de llegar a hacer lo que me hubiese gustado hacer y ser lo que me hubiese gustado ser, tal vez seguiría soñando con ser escritor. No me gusta pensar que todo lo que he escrito es es autobiográfico, aunque probablemente casi todo lo sea. Me gustaría creer que escribo algo ajeno a mí, que sé contar historias, que tengo la capacidad de crear mundos que sólo existen porque yo los describo.
Me gustaría que C pudiera leer lo que he escrito, aunque no lo que he escrito acerca de lo que siento por ella. No sé si la volveré a ver. Conjuro al universo para que así sea, pero no estoy seguro de que esta vez ella acceda o de que podamos vernos uno de esos días en los que nos da por coincidir.
Estoy leyendo una de las últimas novelas de Paul Auster. Me gusta cómo escribe, pero no sé si en el fondo era tan buen escritor como siento que lo es cuando lo leo. Me gusta cómo describe los procesos mentales del personaje y cómo mezcla lo banal con lo profundo, las conexiones entre puntos distantes en el tiempo, entre el presente y los afectos, en lo que significa la muerte y lo insignificante que es, en realidad, estar vivo. Creo que escribió esta novela sabiendo que tenía cáncer y que tarde o temprano acabaría muriendo de ello. Me pregunto qué pensaría y si al pensar en la muerte se diría a sí mismo que hablaría de ello veladamente en su siguiente novela.
Cuando lees mucho a un mismo autor acabas creyendo que eres capaz de entenderlo, de intuir en qué está pensando y acabas por tener cierta conexión espiritual con él, pero no es cierto. Es el gran truco de ilusionismo, hacer creer a quien te lee que está escuchando lo que piensas cuando lo que estás haciendo es contarle una historia al oído, una historia que necesitas que el otro crea que se la estás contando sólo a él.
Leyendo a Auster se me está yendo la sensación de que yo podría escribir con algo parecido a algo que pudiera decirse que tiene calidad. Llevo escribiendo, no sé, treinta años y un millón de páginas, pero no creo que pueda escribir algo con sentido. Releo a Auster y mi mundo se vuelve extraordinario y me gustaría vivir en esa sensación todo el tiempo. ¿Qué podría contarte que pudiera emocionarte tan sólo un poquito? Sé que podria ser capaz si me lo propusiera, pero entonces pienso en todo lo que tengo por delante y a todo lo que me he arriesgado y llego a la conclusión de que no sé muy bien qué es lo que quiero a mi edad.
A las puertas de un mundo que será muy distinto a éste, tengo la sensación de que mi tiempo se termina y al mismo tiempo empieza otro mundo en el que no me voy a sentir seguro.
A veces pienso que soy de los que no se adaptarán y otras creo que sí, que en algún lugar de mi manera de ser habrá otro yo que tomará las riendas de todo y sabrá llevar todo eso a buen puerto. No sé si es bueno dudar, pero es lo que suelo hacer casi siempre. Me gustaría ver un pun agujero en qué se habría convertido mi vida si hubiese podido estar más seguro a la hora de hacer las cosas. No me quejo de lo que hago, pero de algún modo tengo la sensación de que emprendo demasiados caminos al mismo tiempo y ya no me dan las fuerzas.
Sigo aquí. No tengo noticias de C.
He conocido a alguien, pero no puedo olvidar a C.
Siempre con las dudas. Con el miedo y las dudas.
Me pregunto por qué sóy como soy y si algún día servirá de algo todo esto.
miércoles, 7 de agosto de 2024
El día en el que nada cambió
domingo, 4 de agosto de 2024
C
C
Hoy he preguntado por C. No sé nada de ella desde hace mucho tiempo. Me gustaría creer que algún día volveré a verla y todo volverá al punto de partida, pero intuyo que eso no va a poder ser así. Hay un punto de pesimismo en lo que digo y hago que la aleja de mí.
No sé dónde está esa otra parte de mi que hacía que las cosas sucediesen.
martes, 23 de julio de 2024
I
A veces las cosas no son lo que parecen. A veces las cosas no son lo que son, son otra cosa que la imita bien.
Hemos llegado al final
Ahora sólo queda otro principio.
Voy a echar de menos echarte de menos, pero eso no lo decidí yo. Como siempre.
Hoy he pasado cerca de tu casa. Nunca volví a estar tan cerca. No ceo que sepa volver, no creo que vivas allí. Han pasado veinte años. Tendrás el pelo gris, los ojos del color de la hierba de Irlanda, seguirás llevando el apellido de escritora, se te habrá curado el agujero que tenías en el pecho, habrás vivido aventuras que nunca son como uno las espera. Habrás tenido paz. Sé que has tenido lucidez y paz para lograrlo casi todo.
Hoy me he acordado por qué no puedo volver y me he asustado de mí mismo.
Eras tan frágil y tan fuerte al mismo tiempo.
Te vi morir y te vi volver a la vida. Me quedé a tu lado todo un día hasta que se me hizo de noche.
Hoy sólo quería volver a casa, pero no he podido y ya nunca creo que pueda.
No soy quien digo ser, ni tan siquiera quien escribe esto es quien quiso escribirlo.
Soy la cosa esa que no es capaz de ver lo frágiles que somos.
Por eso me alejo, por eso no soy capaz de averiguar hasta dónde debo mantener la distancia.
jueves, 11 de julio de 2024
C
Tal vez tengamos la costumbre, la manía, de abrir el día con la mente puesta en el azar en lugar de empezarlo con una Determinación que nos cambie el destino, que nos arrastre hacia lo imposible y nos arrebate la vida que tenemos para conquistar esa otra a la que no nos atrevemos. Hartos de vivir con eso de que la rutina nos impulse como un ángel de la guarda psicópata y obsesivo que nos da empujones por la espalda porque no sale nada bueno de uno mismo.
Me gustaría sentir el impulso de algo mío, querer vivir sin tener que estar buscando un porqué, un destino final al que el niño que fuimos estaba destinado a ser porque lo quería ser; al que le gustaría volver el día que empezó a leer su primera novela y cuando la acabó pensó; yo quiero ser escritor sin saber que el mundo es un lugar de múltiples verdades donde uno debe aferrarse a la suya, como si la realidad dependiera de uno hasta que viene la del otro y parece más real
Y entonces yo la vi y supe que era mi realidad y mi punto final. Y me olvidé. Me gustaría que me dijeran que me hicieron olvidarla, pero no. Uno se olvida de quién es cuando deja de saber que es lo que quiere y qué debe hacer para conseguirlo.
Siempre quise ser otra persona de la que soy hoy, pero no cambiaría nada de en lo que me he convertido, en el que está escribiendo esto y sabe que hay un lugar al que pertenece que sigue vacío. No sé muy bien por qué hoy me levanté temprano y me di cuenta de todo esto. En que en otro universo paralelo yo también estoy sentado escribiendo este mismo texto u otro que se le parece, pero no soy yo del todo quien lo escribe, soy ese otro que no olvidó, o puede que esté escribiendo este texto para mí (que sí olvidé) para que abra mi día y me dé la vuelta y le diga a mi ángel de la guarda que ya no tendrá que empujarme nunca más, que yo ya sé qué quiero.
Todos sabemos qué queremos y nos pasaremos la vida sabiendo qué queríamos haber sido o hecho.
Hoy siento que al acabar el día sí habrá cambiado algo
domingo, 7 de julio de 2024
Tal vez
No puedo escribir bien. Tengo un dedo vendado.
Pero tenía que decirte algo. En otra canción y en otra boca, en otro texto, en otro lugar, en otra década.
miércoles, 19 de junio de 2024
Mar abierto
Me pregunto si alguna vez entras, si alguna vez has pensado en escribirme un whatsapp en el que dijeras te echo de menos, si alguna vez necesitaste saber de mí o verme, si pensaste alguna vez que yo merecía la pena a pesar de todo.
Me gustaría creer que otro universo paralelo diste el paso y me dijiste algo que nos dejase uno frente al otro llenos de palabras amables, de algo que nos reconciliase con la vida, que borrase el rencor que en este universo en el que estoy me devora y me asusta.
Llevo días, meses, años preguntándome quién soy, quién hubiese sido de no ser por creerme lo que nunca debí creer.
Dónde está la superficie para poder subir a respirar? Hacia dónde he de ir para dejar de ser un ahogado y tener la posibilidad de ser un náufrago? Hoy me miraba en un espejo que reflejaba otro reflejo mío y pensaba en cómo he envejecido, en qué me he convertido, en cómo van yendo las cosas y en cómo he desperdiciado el tiempo que se me fue dado.
Somos la copia inexacta de lo que deberíamos haber sido.
Antes buscaba una foto tuya. Ahora no busco nada.
He aceptado que desapareciste y me he conformado.
No quisiera tener que lidiar con esto, no quisiera tener que luchar contra lo que no quiero luchar.
Escribo peor que nunca.
Escribo como no me gustaba que fuese mi vida.
martes, 18 de junio de 2024
Salimos en cinco minutos
De nuevo aquí. Cada cierto tiempo acabo en el borde del precipicio. Hay una proporción inversa entre lo que digo que hago y lo que acabo por hacer.
El fin lleva al fin
Esa es la ley
Me gustaría poder cambiar las cosas, tener el coraje de hacer lo que me gustaría hacer. No quiero seguir haciendo esto que hago. La otra vez que dije esto mi vida se desmoronó como paso previo a esto en lo que estoy ahora.
Cambio, cambio, cambio.
Me da miedo el salto.
Me da miedo el vacío.
Me da miedo seguir hacia adelante.
Es como estar atrapado.
Es como ser esclavo de mi inercia y de mi cansancio.
Me gustaría poder tener algo en lo que creer.
martes, 11 de junio de 2024
Vivir en el pasado
Esta noche soñé con ella. Hablábamos un día, dentro de unos cuantos años, es extraño el tiempo cuando sueñas. Creo que habían pasado más o menos veinte desde que ella interpusiera una era de glaciaciones entre nosotros. Al principio me importó, luego siguió importándome pero aprendí a disimular que no lo hacía. A veces pienso que aprendí a desaprender fuese lo que fuese que ella me enseñó. Fue corto. Duró una tarde de verano. Quise creer que también fue lo de antes y lo de después, pero sólo duró un instante, lo que tarda una estrella fugaz en arder al contacto con el aire.
Me hubiese gustado no gustarle .Me hubiese parecido bien no haber tenido la oportunidad de estar solo con ella aquella tarde. Ahora sé que el universo había escuchado mi ruego y había decidido reírse de mí. Creo que no me importaría estar en ese lugar y haber deseado conocerla, pero lo hice. Eso también lo recuerdo.
Empiezo a recordar el sueño poco a poco; es como un viento cálido que viene de improviso trayendo una última versión de algo que nunca sabré qué fue. Creo que le dije cosas y que ella me dijo otras. Veinte años son muchos para conservar algo de lo que fuimos hace tanto tiempo. Han pasado quince años desde entonces, así que faltan más o menos cinco para que el sueño se cumpla.
Si es que los sueños se cumplen.
Daría lo que fuese por volver a soñar con ella otra vez. Creo que recuerdo dos veces en estos quince años. Recuerdo que pensé que ya no me importaba, que en el sueño las verdades casi nunca llegan ni a ser medias, son proyecciones de nuestra mente desesperada por no parecer desesperada, son deseos nunca confesados, son el certificado de locura que nos habilita como cuerdos vigiles.
Luego se complicó todo. No me enteré de nada hasta que fue tarde.
Nadie sabe nunca nada.
Ahora no debería importar, pero a pesar de seguir disimulando, sigue siendo importante para mí.
No sé mentir.
No sé hacia dónde voy.
Ahora
jueves, 6 de junio de 2024
C
Bueno, ya sabes.
No está siendo un buen año. Podría haberlo sido, pero las cosas no son como deberían. No sé el porqué. Nunca tengo la sensación de estar donde debería estar. Me gustaría poder estar donde tú estás ahora, pero no sé llegar hasta él.
No está siendo un buen año, pero los anteriores fueron peores. Echo de menos cosas que no se si está bien echar de menos. Por otro lado, sigo sin hilvanar nada que se le parezca a una historia. Quizá debería apuntarme a un taller o algo así.
A veces las cosas no son como uno desea, pero está bien así. Sé que C es feliz y me gusta que sea así, Cada vez que conozco algo de ella se me abre una oportunidad para imaginar qué podría haber sido. Pronto sabré algo fundamental de ella, me dijo que debíamos quedar. Sé que me va a doler porque ya me está doliendo desde el día en que me lo propuso. Podría haberme negado, incluso al princpio puse una excusa. Hoy tengo fiebre y he pasado un buen rato en la cama.
No puedo o no sé mantener un orden de las cosas. Tengo la sensación de que todo me sobrepasa. Como ahora. Estoy intentando escribir y sólo soy capaz de escribir una frase detrás de otra sin que pueda darle un sentido. No sé a quien estoy escribiendo y, sobre todo, no creo que vuelva a leer lo que estoy escribiendo.
Daría lo que fuera por poder llevar a la vida real la novela que llevo tanto tiempo escribiendo por las noches. No sé si algún día podré. Probablemente ya es demasiado tarde.
Nunca es demasiado tarde y siempre lo es.
Te echo de menos, sea quien sea a quien le estoy escribiendo, aunque no lo sé del todo, lo intuyo
No me voy a echar de menos cuando me vaya al otro lado del entrelazamiento de lo que soy con lo que pude haber sido. Me hubiera gustado encontrarte, será en la próxima vida, quizá por esto no creo que me duela la vida, sino no haberla podido vivir contigo.
Sólo sé que voy a echar de menos echarte de menos.
martes, 4 de junio de 2024
Konsomol
Sé que no sabré hacerlo. No sabré llegar al otro lado sin que me arrepienta de lo que dejo atrás, de no haber sabido ser yo; de no haber escrito la novela que tenía dentro y que sigo sin saber por qué no soy capaz de que salga de dentro de mí. Me habré ido sin haber tenido un hijo, sin haber plantado un árbol y sin haber escrito eso que me hubiera acercado a ti sin que pudieras tú saberlo.
Anoche soñé contigo. Soñé que habías llegado a ser mi hija. Bueno, en realidad no fue del todo así. Soñé que leías mi libro y venías un día y yo, claro, sabía quien eras aunque tú no lo supieras. A veces me pregunto cómo eres y si existe una remota posibilidad de sepas que un día estuve a punto de ser quien te sostuviese en brazos una primera vez de muchas. Pero fue otro. Otro al que llamaste papá si es que pudiste hacerlo en la lengua de los hombres de más allá de la tundra, o en esta en la que ahora navegan tus pensamientos.
No me pregunto mucho. Es más, casi ni recuerdo el sueño. Los sueños son como velas que se apagan en la noche, como murmullos de voces de personas que pasan por la calle, el sonido de los coches que nunca sabremos a dónde se dirigen. Y aún así puedo asegurar que soñé contigo y juraría que sé que estás hecha de buena pasta. Necesito saber que estás hecha de un material sensible a los rayos cósmicos que borbotean en algún lugar del universo y que acaban haciendo pompas de jabón al contacto con los iones de nuestra atmósfera. Sé que tú también las ves.
Sé que lo que nos une es que podemos sentirlas como una fina lluvia casi invisible que nos atraviesa y deja rastros de luz en nuestros huesos. Somos la prueba viviente de que aún existe la magia porque si nos miras con detenimiento somos capaces de brillar casi imperceptiblemente entre tanta oscuridad.
Sé que un día nos encontraremos. No sé si sabré que eres tú. Probablemente no.
Sólo sé tu nombre.
Me lo dijo tu madre un día cuando aún creía que podíamos ser amigos.
Es triste no poder creer que yo pueda ser amigo de alguien.
Todo tiene un porqué aunque no sepa entenderlo.
lunes, 27 de mayo de 2024
Cosas bonitas
Me hubiese gustado gustarte, pero nunca he sabido gustar a nadie. Es algo así como un don, pero a la inversa. Por otro lado sé que caigo bien en mi entorno. Tengo buenos amigos. Sé escuchar porque aprendí a escuchar desde muy niño.
Aprendí de mi abuelo Manuel y de mi madre. Siempre tenían historias que contar. Creo que vengo de esa estirpe de contadores de historias. Yo debía haber sido un contador de cuentos, pero nunca aprendí a contarlos porque a mí lo que me gustaba era escuchar. Y preguntar. Cuando preguntas al narrador le pones en un aprieto, porque debe imaginar una respuesta que concuerde con lo que está contando.
Yo era un niño. A los niños se les cuentan historias fantásticas hechas con trozos de realidad mal cosidas. A mi madre la escuche durante muchos años contar historias de la verdad, como ella solía llamarlas. Ella no fantaseaba. Era una narradora creíble que describía un mundo que ya no existía: el de su infancia, adolescencia y juventud.
Y yo escuchaba siempre las mismas historias. Hechos que poco a poco fueron conformando dentro de mí un amor incondicional por los personajes que aparecían en ellos. Echo de menos aquel mundo casi tanto como echo de menos a mis padres porque en el fondo ellos eran aquel murmullo lejano que ellos oían cuando pensaban en sus padres y en su vida de entonces.
Dentro de poco me iré de casa de mis padres y volveré a la mía. Me da mucha tristeza dejar el piso en el que pasé horas y horas escuchándola. Me da pánico perder todo aquello porque aunque lo haya perdido seguía teniendo el escenario. Dejar el piso será dejar atrás el mismo mundo que ella dejó atrás y que le hizo perder algo de su identidad.
Tengo la sensación de que fui un mal hijo y al mismo tiempo siento que estuve donde tuve que estar todo el tiempo que me fue posible. En todos los años que escuché a mi madre tuve la certeza de que todo aquel conjunto de historias conformaban un lamento, que su vida fue un continuo sentir que no había sido quien estaba destinada a ser. Entonces pienso que el mundo es muy injusto, que dentro de todo lo malo, al menos tuvo un hijo extraño que la escuchaba.
No me gusta vivir. Detesto todo esto de estar vivo. Me pregunto todo el tiempo en qué pensaba mi madre de mí y en qué pensará ahora esté donde esté, y si sabe qué me deparará el futuro y en si me habrá perdonado que no pudiera hacer más de lo que intenté hacer. En si sabrá que no supe qué hacer y no pude ser quien debería haber sido.
Espero que sepa que trato de hacer las cosas mejor.
martes, 21 de mayo de 2024
Corazonada
Alguna vez que otra pienso en lo que podía haber sido. Creo que cuando me pase la vida por delante pensaré en ti y creo que no pasará al revés. Tú y yo no fuimos recíprocos, cuando quise creer que eras de verdad tú ya te habías ido. Creo que mi recuerdo más cálido será algo de aquello. Me gustaría que fuese de mi infancia, de mis padres, de mi hermana y mis sobrinos, pero sospecho que será algo que tiene que ver contigo. Aún tengo la esperanza en que sea algo que todavía tiene que pasar, pero no soy capaz de creer que algún día me ocurrirá algo tan extraordinario que pase por delante de aquella tarde de verano en la que empecé a soñar despierto para despertar de verdad unos meses después.
No voy a decir que te echo de menos. No soy capaz de echarte de menos más de a los que sí hecho de menos de verdad.
A veces me pregunto si alguna vez me lees, pero entonces me doy cuenta de lo ingenuo que soy. Sé que no lo haces porque nuestras vidas se perdieron la una de la otra y porque tú tampoco quisiste nada más que yo fuese algo así como un comodín.
Sé que te ha ido mal y bien al mismo tiempo. Era fácil adivinarlo. A ti siempre te irá bien aunque no puedas controlarlo todo. Durante mucho tiempo no quise saber nada, pero luego, un día después de diez años me llamaste. No me lo esperaba. Había imaginado ese momento durante esos diez años, cada día, no creo que lo creas, pero es cierto.
Luego me borraste de nuevo.
Muchos días paso por delante de tu trabajo. Por esas casualidades del destino la entrada a tu trabajo está en el camino a mi psicoterapeuta. Tiene gracia. A veces le hablo de ti, y entonces entiendo que yo no soy el mismo que era cuando pasé aquella tarde de verano contigo, cuando se forjó ese recuerdo en el que posiblemente pensaré cuando esté camino del más allá.
No soy el que quería ser entonces.
No soy nada de lo que había imaginado ser. Nadie es quien cree que será.
Han pasado muchas cosas.
Todas más importantes.
Hoy pasaré por delante de tu trabajo aunque a una hora en la que no estarás. Así no voy a poder olvidarte nunca.
sábado, 27 de abril de 2024
Miedo
Creo que he perdido la apuesta. Todo lo que él hace lo hace mejor que yo. Me lo dice, pero luego no lo hace. Cree que todo lo mío acabará siendo suyo, sólo tiene que tomar la decisión de hacerlo y así será. Y a mí me da miedo.
Vivo con miedo.
Desde siempre.
Hasta hace poco no lo sabia. Siempre he tenido la sensación de que vivo gracias a haber sobrevivido a algo que no recuerdo. O al menos no recordaba.
Pero el otro día lo supe. Lo vi claro. Vi el miedo acercarse y alejarse después. Se paró y miró hacia atrás, hacia mí. Luego se dio la vuelta y se fue para siempre.
Paso muchas veces por el puente desde donde se tiró. No he vuelto a hablar de ello. Nunca he sabido el porqué. No creo que exista un porqué real como argumento. No me gusta generalizar, no me gusta hablar de los suicidas en plural porque cada historia es distinta, cada alma es lo más singular que existe, no hay dos huellas álmicas iguales.
A veces hablaba con su padre. Era un buen hombre al que le tocó vivir lo más duro que puede sucederle a alguien. Siempre me preguntaba qué quería hacer, que si necesitaba algo lo llamara o lo fuese a ver. Ahora sé que lo decía en serio. Era uno de los entrenadores de fútbol del colegio porque era también el padre de uno del equipo. Yo era muy malo, pero tuve algo así como una temporada buena. No sé qué sucedió. Aprendí a regatear, a pisar la pelota y a chutar a portería. Luego no sé qué pasó y volví a dar una.
Nunca he sabido qué me pasó en aquella época. Creo que fue el miedo de nuevo. Miedo a perderlo todo, miedo a la violencia física y al desprecio. Miedo a no ser y ser al mismo tiempo.
No sabría decir el porqué. El otro día fui a con R. mi terapeuta. A veces voy sólo a verla porque me cae bien, porque puedo hablar de todo. Puedo contarle que vivo con miedo y sé que ella no me juzga como haría cualquier otra persona que no me conociese. Le hablo de los extraterrestres y de las olas cuánticas, de limpiezas energéticas y al mismo tiempo de mis desvelos financieros y de mis proyectos de ingeniería, de mis viajes, de mis sincronicidades, de mi universo y del meteorito que tarde o temprano arrasará la burbuja en la que vivimos.
R. no lo sabe, pero ha sido mi anclaje al mundo. Aunque creo que sí lo sabe y no lo dice.
Mi sobrino también ha sido mi anclaje. Si no fuera por él no tendría a nadie.
No me queda nadie excepto mis dos sobrinos. Y yo soy todo lo que les queda. O casi.
El momento más hermoso de mis días es verlo entrar por la puerta de su casa con su perro. Se tienen el uno al otro, pero esa imagen es algo que me conmueve. Entonces pienso en que no soportaría perderlo. Y pienso en las malditas guerras y en la gente malvada y me entra una gran tristeza.
Hay momentos que lo engloban todo. Lo mejor y lo peor, lo que existe y lo que sólo es una probabilidad; el pasado y lo que está por venir. Todo al mismo tiempo, o peor aún: como si el tiempo no existiese y todo estuviese ocurriendo al mismo tiempo, como si el futuro ya hubiese ocurrido y condicionara al pasado para que pueda ocurrir algún día.
Algo así como declinan los alemanes.
Pero es hora de irse a dormir. Escribiría tanto como puediera, pero no acabo nunca de saber qué, ni cómo.
El miércoles estuve donde Enric para presentar otras dos patentes. Luego por la tarde fui a visitar a Francesc y me dijo que tenía que escribir.
Sé que cuando me muera y vea mi vida pasar pensaré que la desperdicié porque no escribí la novela, ni mis patentes llegaron a donde tenían que llegar.
Y pensaré en el cansancio y sabré que el cansancio no existe.
Y supongo que veré el túnel y alli me estarán esperando mis seres queridos, como seguramente estaban esperándole su mujer y su hijo al padre de mi amigo que se tiró por un puente. Y si vio pasar su vida, supo que lo hizo todo lo bien que podía haberlo hecho.
Me cuesta pensar en cómo es el mundo y en si alguna vez tendré la perseverancia que he tenido en sacar adelante todo lo que estoy sacando adelante.
A veces pienso que trato de recordar la imagen de mi sobrino entrando por la puerta de su casa con su perro porque es lo que quiero ver cuando me muera para saber que lo hice bien; que el mundo que dejé no fue el que creí que dejaría, pero sí mejoré el suyo dentro de mis posibilidades.
Lo otro, ya llegará o ya sucedió.
jueves, 28 de marzo de 2024
Llevo muchos días intentando escribir algo, pero no sé. Se me ha olvidado cómo hacerlo.
Sabía que llegaría este dia, pero no estoy preparado para ello. Me pido una prórroga.
Hay cosas que duelen sin que sepa muy bien de donde han salido. Es algo de fondo. Es todo eso de existir lo y nada más.
Ahora que estoy casi fuera en realidad estoy casi dentro del todo.
Al menos puedo describir cómo me siento.
No tiene nada que ver contigo, pero sin ti me siento que casi nada tiene sentido.
Volver a la casilla de salida no es una opción.
Nada es una opción.
domingo, 17 de marzo de 2024
El último monstruo
A estas alturas ya te habrás dado cuenta que no soy capaz de encontrar un motivo para seguir adelante. A veces tenía ganas de ganar, porque ganar es lo que te lleva a sobrevivir. Me creí todo eso de los emprendedores cuando no había emprendedores, Me creí lo del medio ambiente y lo del agua sin saber que yo no estaba hecho para eso. La verdad es nunca estuve hecho para nada. Y casi que es mejor así.
Siempre supe que yo no iba a ser nada por mucho que lo intentase. Lo sabía yo y lo sabían mis padres, lo sabía mi hermana, en fin, todos lo sabían. Yo tenía esperanzas de que ese destino no se cumpliese, claro, porque uno siempre es el último que pierde la esperanza. Uno prefiere no saber aunque sí sepa. Se prefiere no pensar en qué va a agotar todo ese tiempo que tiene por delante si sabe que va a acabar siempre en un intentarlo de nuevo.
Durante un tiempo quise ser escritor. A veces lo sigo queriendo, pero la realidad es que sigo con siete páginas escritas, diez si cuento con el monólogo de antes de irme a dormir. Sigo ahí; en el primer paso de múltiples caminos que me llevan siempre a la misma historia. Se ha pasado todo el fin de semana y no he hecho nada. Bueno, ayer fui a jugar a baloncesto y tuve una cena de trabajo. Hoy ni he salido de casa.
Van pasando los días y tengo la sensación de que echaré de menos esto que tengo ahora.
Como ahora hecho de menos los días que pasaba con mi familia. Aunque no tanto como creía.
Quizá algún día todo esto me parezca bien, pero ahora creo que esta vida no es nada de lo que estar orgulloso, por mucho que mi gestora y su abogado elogien lo que he estado haciendo.
Quizá, al final, todo resulte bien.
Hoy he tenido un mal día. No sabría decir por qué. Hoy el monstruo ha vuelto a visitarme.
Un mal día.
Tantos ya.
sábado, 9 de marzo de 2024
Va pasando el tiempo
Al principio creía que mi novela no hablaba de ti y de mi, que en realidad todo lo que se decía allí era otra cosa que tenía que ver con el universo y con el infinito, con lo que no se dice y se acaba sabiendo, sobre lo que no se sabe y el mundo grita a través de señales que casi nunca vemos. Pero un día me di cuenta de que esa historia era la nuestra. Que E eras tú y A era yo; ni siendo tú ni siendo yo, pero en el fondo era la imposibilidad de lo nuestro y de lo mucho que significa para mí no ser quien crees que soy.
Sigo pensando en todas esas cosas que no soy capaz de hacer y que creo que haré algún día, cuando por arte de magia, me convierta en ese otro hombre que sabe cómo seguir escribiendo a pesar de que nunca lo ha hecho antes. Sigo creando un universo imaginario (todos los días lo alimento) con el que construir una vana esperanza de lo que un día será.
A y F me amenazan con encerrarme hasta que acabe la novela, pero cada vez que me pongo a ello me convierto en el otro, en el que no sabe escribir, el que no sabe quién es ni qué contar, ni tan siquiera tengo claro la historia. Me pierdo. No sé cómo empezar ni cómo seguir.
martes, 13 de febrero de 2024
Y si...
Todavía no sé por qué sigo escribiendo. Cuando me leo no soporto a quien lo ha escrito.
Me parece tan absurdo...
Y si todo fuera un juego y en realidad nos conociéramos de otra vida?
domingo, 11 de febrero de 2024
Los besos...
Entró en la cafetería del hotel. Creo que me miró, y lo creo no porque nuestras miradas se cruzaran si no porque sentí que un escalofrío recorrió su espalda, nerviosa se giró hacia el hombre que le acompañaba y le dijo algo. Aceleró el paso y él la siguió en dirección a la recepción. Luego los perdí de vista y supuse que subieron escaleras arriba. Ya no pude pensar nada más, no oía lo que M. me estaba diciendo. El tiempo se fue introduciendo en algo parecido a gelatina hasta detenerse por completo y empezó a faltarme el aire. Me levanté y dije que iba al baño, pero en realidad fui al ambigú por si estaban allí tomando un copa, sentados en una mesa y hablando.
Los servicios de la cafetería están dentro del hotel y hay que atravesar casi toda la planta baja para ir hacia ellos. Creo que me detuve a pesar de que no tenía motivo para ello y sin disimular los busqué sin encontrarlos oteando las mesas como un ballenero el horizonte en busca de una señal que le dé sentido a su búsqueda.
Recordé su beso; y en que ella vino y me lo dio. Me dijo "te voy a dar un beso" y yo no lo esperaba. Podría decir que lo recuerdo, pero no soy capaz de hacerlo; no soy capaz de recordar cómo llegaba y me lo daba, sólo sé que necesitó hacerlo y que la vi todo el día buscándome con la mirada, tanto que la sorprendí varias veces.
Sé que le dije "me tengo que ir" y fui hacia donde estaba ella, me acerqué y luego vino la mamá de Raúl y me ofreció mandarinas para el camino. Fue entonces cuando me dijo que me iba a dar un beso.
Una semana más tarde hablé con A y le conté lo del beso. A tiene dos teorías sobre mí. Una es que escribo bien y debería escribir. Me halaga que alguien de su talento y que ha vendido millones de libros me diga eso, pero por otro lado sé que es mi amigo y sabe que escribir me hace feliz.
La la otra teoría es que no soy tan feo como creo que soy, ahí interviene de nuevo la amistad como factor de dilución de la realidad.
El otro día escuché un cd antiguo de cuando aún me bajaba canciones y las grababa. Era el romance de curro el palmo, de Joan Manuel Serrat. Una vez, entrevistaron a Eva Amaral sobre su canción "sin ti no soy nada" y le dijeron que era una de las canciones más bonitas sobre el el amor y el desamor en castellano y ella, tan natural dijo "para canción de desamor la del romance de curro el palmo" y con eso se ganó para siempre mi corazón.
No importa donde esté, ni con quién, siempre he tenido la sensación de que esa distancia que siento con todo el mundo es la misma que los demás sienten hacia mí.
Pero el caso es que después de salir del hotel y despedirme de M. no pude dejar de pensar en C. y en la tristeza de tener mi edad y sentir todavía algo vivo dentro de mí; algo que aún arde y calienta la sangre, como cuando todavía tenia esperanzas de que las cosas fueran a mejor.
Hoy no he salido de casa. He estado todo el día tratando de encontrar un motivo por el que seguir con todo esto.
Luego, he leído tu mensaje, y en que tú también solías decirme que no dejara de escribir y entonces he tenido que escribir esto y en que alguien en Innsbruck también solía decirme que escribiera. Y en F, que dice que un día me encerrará en una habitación hasta que acabe mi novela..
Y en aquella vez que un pez gordo de una editorial me ofreció un sueldo para escribir para una de sus autoras.
Si he de decir la verdad, en todos estos años escribía para que tú me leyeras y he acabado no sabiendo hacerlo de otra manera. Al final encontré mi voz, pero en realidad es tuya y creo que se va a quedar aquí para siempre. Me hubiera gustado saber contar historias inventadas, pero sé que no sé.
Ahora sólo puedo escribir como Bandini, y con eso me basta.
jueves, 8 de febrero de 2024
Un lugar en el mundo
Cuando vas por la carretera desde Derio a Asua, a mano derecha se puede ver la torre de control del aeropuerto de Sondika aunque, curiosamente, está en el término municipal de Loiu. Cuando pasé con el coche hace unos días me sorprendió que estuviese tan cerca de las casas, de la carretera, del tráfico. La vi aparecer en el hueco de dos edificios. No lo esperaba. También es verdad que no sabía que estuviese tan cerca del aeropuerto. Fui a comprar unas cosas y al volver a Derio por la misma carretera busqué el punto exacto desde donde se ve la torre. Me prometí que escribiría un post que empezase diciendo "por la carretera que va desde Derio a Asua..."
No sé por qué lo pensé, o dije en voz alta que escribiría algo sobre mi viaje. Creo que hay un lugar en el que sabes que tienes un ancla imaginario que no supone nada en tu vida y nunca la vas a utilizar para fondear allí. Necesito este tipo de cosas, como el hacer listas o echar de menos a personas que no existen. Antes necesitaba leer o escribir todos los días. No sé qué me pasa ahora, quizá aumentaron mis dioptrías o ya he perdido la esperanza de encontrar lo que busco en las historias que otros cuentan. Sería demasiado fácil entrar en trance y empezar algo que al principio no tuviera sentido hasta que sí lo encontrase a medida que va creciendo, pero no sé escribir, no sé hilvanar historias porque si de algo estoy seguro es de que esta vida no tiene sentido.
Hace tiempo que pienso que la he tirado por la borda, que en un momento que no recuerdo cuál fue, me equivoqué al elegir el camino en un cruce.
Trato de mirar hacia atrás y no soy capaz de encontrar ese momento.
Ahora es diferente. No sé si tengo una vía de escape. No me gusta en lo que me he convertido, pero menos me gusta no haber tratado de ser el otro que quería haber sido.
Si lo pienso bien, ese otro siempre me acompaña. Cuando voy en coche hablo con él. A veces me paro en un lugar y durante unos minutos soy él y no vivo la vida que llevo, soy el otro y siento como debería sentirse. Creo que por eso me gusta conducir: porque me abstraigo y dejo de ser yo durante unos kilómetros. Mi vida queda en suspenso mientras dura el trayecto.
Creo que cada día que pasa estoy más convencido de que necesito ese cambio. Urano sobre Saturno era el mensajero. Dicen que en ese momento llega la hecatombe. En mi caso así pasó.
No sé si puedo vivir con ello.
martes, 6 de febrero de 2024
Los besos
Esta noche soñé con un beso. Era tan vívido que pude notar el sabor a parafina roja y sentir la textura de la cera impregnándose en mis labios desde los suyos abriéndose lenta y apasionadamente. Soñé que ella me besaba presa de un impulso, un beso corto, un beso "pero qué estoy haciendo", uno de esos que no espera respuesta porque el cerebro aún no ha procesado algo que no ha salido de él. Soñé que era de noche y estábamos en un coche, y estoy casi seguro que era verano.
Esta noche soñé que nos besábamos, tú me besabas primero y yo te besaba porque siempre he deseado hacerlo. No me imaginaba que pudiera sentir algo así a mi edad, ni siquiera mientras estoy dormido y no puedo controlar lo que siento. Es más, en un momento creo que soñé que despertaba y recordaba que había soñado que te besaba.
Me entristeció saber que besarte sólo fuera sueño, pero suspiré aliviado al mismo tiempo porque el que se frustraba por estar frustado era ese otro yo que no suelo ser mientras vivo. No me imaginaba que yo fuese así de tan audaz al estar cerca tuyo.
El que soy ahora, el que escribe, observó a otro que, probablemente, sea más yo de lo que me permito ser cuando estoy despierto y sólo puedo imaginarte.
Me gustó ser él.
Me gustó porque te besó y era yo quien lo hacía.
Con el paso de las horas he tenido la necesidad de escribir sobre ello. Creo que en cierta forma me ha cambiado la vida, la forma que tengo de percibir quien soy y dónde estoy. En ese beso había tanta esperanza que no puedo dejar de mirar hacia ese momento y pensar que las cosas deberían ser como son allí.
Y digo allí porque para mí ese sueño ya es un lugar. Un lugar al que esta noche cuando me vaya a dormir querré ir para volver a soñar contigo, sentir que estábamos cerca y que casi seguro que era verano.