Me preocupa sentir el corazón acelerado con tan poco; pasar de cero a cien y frenar en seco en un solo día. Pensar que algo es para siempre y al cabo de diez minutos intuir que será nunca; no dormir por la emoción y que al día siguiente no me deje la melancolía.
Me gusta creer que no soy el personaje que escribo y que sería diferente si lo escribiese todo en tercera persona. Tal vez sería todo más literario, más formal y se vería que no nací para ser escritor, que me quedé muy por detrás en alguna de esas cosas que le acreditan a uno para contar historias extraordinarias para otro que quiere que se las cuenten.
Uno llega a una edad a la que ya no puede hacer una carrera, a no ser que empiece ahora y viva hasta los noventa años con plena lucidez y salud, y tiempo, y estímulos suficientes para seguir creyendo que lo que uno es y piensa es necesario para el resto del mundo.
Y mientras tanto sigo aquí, exprimiendo un tiempo que dedico a otros asuntos más mundanos, preguntándome qué hubiera pasado si lo hubiera apostado todo a esa otra vida que me planteé hace veinte años.
Me pregunto si esas novelas que hubiese escrito tendrían tanto de mí como hubiese querido, y si me hubiese servido para ser más feliz; si en algún lugar de todo aquello hubiese estado la felicidad que no acabo de asir.
Y si estaríais ahí.
Y si estarías aquí.
2 comentarios:
El hubiera no existe. Aprovechemos el presente :)
Dicen que cuando está uno a punto de morir se arrepiente de lo que no hizo. Todos pensaremos que debimos decir cosas que no dijimos, apostar por lo que deseábamos de verdad...
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