viernes, 3 de febrero de 2012

Nubes bajas



Me llama por teléfono "Hola, tonito" sólo ella me llama así, con ese tono de voz podría llamar cualquier cosa a cualquiera y nadie se enfadaría. Mi cuerpo se alegra al oír su voz, si mi alma fuera un perro movería el rabo frenéticamente, pero sé que debo poner un tono serio. Hace mucho tiempo que no sé nada de ella, un buen día dejó de responder a mis llamadas. Me pregunto qué querrá ahora y si, en algún lugar enquistado de los recuerdos, entre los lodos decantados en el fondo habrá algo que desee recuperar.

Le digo "qué sorpresa" sin expresar sorpresa. Tampoco soy duro, porque en el fondo, si colgara me sentiría triste, mi alma dejaría de mover el rabo, con ella los finales siempre son frustración continua, un pudo haber sido un ¿por qué no pudo ser?.

"Estoy en Barcelona" me suelta "quiero verte, quiero darte un abrazo, quiero que nos vayamos a comer y pasemos todo el día juntos" me dice.

"Cómo antes" pienso casi de forma automática, no lo digo, me quedo en silencio, no sé qué contestar. Al fin digo "¿Cómo es que has venido a Barcelona? ¿Pasa algo? ¿Tus padres están bien?" dando a entender que sé que no ha venido por mí, diciendo con la boca lo que llevo guardando en las tripas, una mezcla de rabia y tristeza, un blog, más de mil entradas, el recuerdo de sus ojos de gata, una caja de lata donde guardo algo que tenía dentro y pegado con celo, una rabia, sí, una rabia hecha astillas que pensé que ya habían ardido en el fuego del tiempo. No es justo, no debería alegrarme al oír su voz. Maldita sea.

"Mis padres están bien, se han ido a pasar el invierno a Málaga, ¿ha llegado el frío a Málaga? Venga, no te hagas de rogar, nos vamos a la restaurante del vasco y nos bebemos aquel vino raro que hacía mezclando otros vinos".

Me acuerdo de las risas cuando veíamos que el vino dejaba tintadas las copas y al día siguiente nos preguntábamos al salir del baño si habíamos meado de un color diferente. Un día salió del baño desencajada "he meado verde" dijo, y luego nos carcajeamos hasta más no poder. Ha sabido tocar la tecla perfecta, a mi alma de perro que mueve el rabo le ha enseñado su comida favorita: todas aquellas ganas de reírnos.

"Te paso a buscar en dos horas" me dice

"¿Cómo sabes que puedo quedar, que no tengo otros compromisos, que no tengo pareja, me he casado, tengo niños? ¿Cómo puedes creer que todo se quedaría en el mismo instante en el que te fuiste? ¿Crees que te he estado esperando?"

Se hace el silencio.

"Tienes razón, toni. La verdad es que tenía la esperanza de que fuera así, de que todo siguiera igual, de que tuvieras las mismas ganas de verme que yo tengo de verte a ti".

Ha pasado mucho tiempo. Y tardé en dejar de esperarla. Luego llegó la crisis y con ella la supervivencia, las deudas, los embargos, la locura, llegó la mujer de hielo, la chica de la bicicleta, la sirena, la mujer de arena... sembrar para no recoger, la mala cosecha del 2010, la espera, la esperanza del agua, ha pasado mucho tiempo, ya no soy el mismo, en el fondo tengo miedo de que el pasado regrese y me encuentre hecho una ruina, un país azotado por una guerra absurda contra sí mismo.

"Ya no vivo en el centro" le digo. "Si vas a pasar a buscarme, tendrás que coger el coche, vivo a las afueras".

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