martes, 31 de enero de 2023

Infinitos infinitos

 


Quizá las cosas no sean como antes, ahora habrá un lugar en el que todo sea menos importante. Volveremos a estar vivos pero de otra manera, me dice. 

Probablemente esté soñando, pero parece tan real que creo que podría levantarme y acercarme a ella, tenderle la mano y que ella me la cogiera con una sonrisa. ¿Cómo puede uno soñar que se despierta y está en la misma posición en la que estaba durmiendo? Era real. Ella estaba allí. Era ella con la apariencia que tenía su alma mientras vivía. Ella, que no creía en fantasmas hasta que murió su marido y se le aparecía en varias formas que ella interpretaba a su manera. Yo le decía que no la creía, pero en el fondo sí lo hacía. No quería que sufriera. Entonces ella encendía velas y rezaba.

No sé si yo sabría rezarle. Me dijo que le dejaban poco tiempo, que más era perjudicial para ambos. No hizo falta que hablara para que comprendiese que estaba bien, que allí donde estaba era feliz. Me recordó a una de las princesas rusas de principio del siglo XX, allí donde está será eternamente joven. 

También me dijo que pronto nos veríamos, lo que me inquietó bastante. Fueron pocos segundos. Era de noche pero donde estaba ella parecía que transcurría un día radiante. Me hubiese gustado poder decirle algo, pero estaba casi paralizado, cerré los ojos enseguida y cuando los volví a abrir ya no estaba. 

Mi madre siempre tuvo la mirada triste, al menos en las fotografías de cuando era joven. Había como un miedo ahí a sonreír, porque tenía los colmillos algo desarrollados y se sentía acomplejada por ello. Era una lástima, si no hubiera tenido miedo a reír hubiera tenido más oportunidades para ser feliz a pesar de que su madre muriese tan joven.

Si es verdad que habitamos un mundo de universos paralelos y gozamos de todas las probabilidades habidas y por haber, si tenemos acceso a una omnisciencia total y a un tiempo hecho de infinitos infinitos, entonces ella y yo estaremos predestinados a encontrarnos de nuevo millones de veces en los pasados y en los futuros de miles de vidas orbitando trillones de versiones del mismo sol que nos alumbra y nos deja a oscuras desde el inicio de cualquier linaje al que pertenezca.

Esos tres segundos fueron la eternidad hecha instante, el detalle de un fractal que nos envuelve y nos proyecta hacia adentro y hacia afuera al mismo tiempo.

Si somos almas, somos la misma alma.

Tenemos el mismo destino.




2 comentarios:

Jo dijo...

si somos bien parecidos... es una lástima que no estes como en este mismo país. je....
a veces me das mucha nostalgia y me da por pensar siempre en eso, de encontrarse con alguien en futuro porque en pasado no hubo manera...


ando muy triste y me siento sola . dejaré de oír canciones tristes

Espera a la primavera, B... dijo...

He hecho muchas cosas mal y sigo haciéndolas. Mi realidad no es la que imaginaba de niño. Siempre pienso en lo que debería ser y no en lo que es porque es la forma de poder seguir hacia adelante.

Estar triste y sentirse solo sólo es necesario para coger fuerzas y tomar decisiones que te lleven a la vida que deseas.

Ánimo