lunes, 9 de julio de 2018

El destello de tu imagen a través del parabrisas por el sentido opuesto en la autovía.


Fue un buen año, es lo que suelo pensar cuando recuerdo el año en el que te conocí. No estaba siendo muy bueno, las cosas empezaban a ir mal y la gente hablaba de crisis como la del veintinueve, pero pocos nos hacíamos a la idea de que iba a ser tan salvaje y tan larga.

Fue un buen año porque los siguientes fueron malos, se me acumularon las ganas de dejarlo todo y empezar de nuevo en otra parte. Me ofrecieron un buen trabajo en México y dije que no, porque soy mucho de estar cerca de los míos y porque me quedaba la esperanza de que volviéramos.

Pero a decir verdad, no sé nada de ti desde hace muchos años. Tantos que, para recordarte, tengo que buscar alguna imagen tuya en google. Bueno, ya sabes, nunca se puede borrar de todo el rastro aunque se quiera. Siempre está ahí linkedin para recordarme que deberíamos estar en en la agenda del otro porque tenemos muchos contactactos en común.

Linkedin es el demonio, por él supe que trabajaste durante casi tres años a menos de un kilómetro de mí. Lo supe luego. Pensaba que algún día me pudiste llamar para tomar algo. No sé, a veces creo que tengo demasiadas expectativas de cómo van a reaccionar los demás. Supongo que son las mismas que yo genero en otros. Eso es todo. El tiempo acaba de medir esas pequeñas cosas y ya son muchos años.

Ahora sé que hacemos el camino inverso y que, probablemente nos cruzamos por la autovía un mínimo de quince días al mes porque trabajas en la misma dirección en la que yo vivo. Qué cosas tiene el destino. Tú, que decías que yo vivía demasiado lejos de tu casa y los últimos años haciendo ese trayecto casi todos los días... si el linkedin es el demonio, la vida es una puta paradoja.

Y aunque no crea que vaya a publicar esto, y si lo hago, lo borraré casi de inmediato, a veces me da por pensar en ti y lo poco que podríamos estar de acuerdo.

Supongo que tú te recuperaste del todo y yo me fui hundiendo un poquito más cada día.

Es lo que tienen las expectativas: que sólo son fruto de la imaginación de uno.

Espero que todo te vaya bien

De veras que es lo que espero.

Y que no te vuelva a ver nunca más.

Eso también.

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