martes, 24 de julio de 2018

Pactar de igual a igual con el diablo


A veces creo que las cosas van a ser peor de lo que deberían ser. Ya se sabe, demasiadas cosas que me recuerdan cosas.

Nowergian girl me cae bien. Tiene al piel blanca como María, el personaje de Moriría por ella, rocio congelado sobre un cuerpo de nubes blancas. Me cae bien porque se ríe de mis gracias y porque pensamos igual: que el mar es infinito, que son mejores los gatos de ciertas personas, que existen los extraterrestres, que en 2015 se acabará el mundo... Y nos reímos.

Hace tiempo vimos juntos The Arrival. A mí me gusta Amy Adams desde que la vi en Sunshine Cleanning. En aquella peli (2012) también actuaba Emily Blunt, siempre me parece que Emily Blunt está desafinado a la cámara. No sé. Me da la sensación de que todo le da igual. También me cae bien.

La señora del Sol Poniente debe de tener un millón de años más o menos. A veces nos invita a Nowergian girl y a mí a su casa de la playa y nos cuenta historias. Vernos ir a comer al restaurante de las paellas debe de ser raro. Una noruega, una japonesa y un hobbit con orejas de elfo... extraño. Si hubiera una reunión de planetas en algún lugar del universo se parecería bastante a eso.

Pero no es eso de lo que quiero hablar.

El domingo fue uno de esos días en los que la señora Wasabi nos convocó porque tenía algo que decirnos. Yo ya sabía el qué. Es más. El viernes estuve trasteando en youtube vídeos de cosas raras. Es decir, yo no "sabía", más bien "intuía". Siempre hubo una conexión rara de personas de distinta forma de pensar y ser. Pero estaba ahí.

Nowergian girl es un icono por donde pasa. Nunca deja indiferente. A veces es poca cosa y otras es la explosión de miles de soles dobles agitando la galaxia.

Cuando cayó la noche y nos depedimos llovieron meteoritos de hielo sobre la nave espacial de mi coche mientras me daba un beso.

"No te confundas. Es lo que perece" dijo.

La vía láctea marcaba el camino de vuelta a casa mientras en la radio sonaban Klaus & Kinski y yo pensaba que cuando nombramos al demonio se escuchó un único trueno.

Y la señora Toyota y Nowergian girl dijeron "es una señal" como si el mundo en realidad hablara con lenguaje de signos pero sin manos.

Y yo, que soy de no estar atento, me quedé pensando que me gustaría que el diablo no existiera, pero que, de existir, pudiera tratar con él de igual a igual.

Y en ello estoy.

Esperando a que llame.

Sabiendo que si Fausto pudo recuperar su alma, yo también puedo.

O ya lo he hecho.



Cuando estuve en Los Angeles estuve en muchos lugares donde pasa la película. A veces creo que vendería mi alma por estar allí de nuevo. A veces me pregunto que hago aquí y no lo sé. Echo de menos la fuerza que tenía hace sólo un par de años.

No sé.

Es como si nada fuese lo que tendría que ser.

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