sábado, 29 de mayo de 2010

Siempre digo alguna palabra que lo ahuyenta todo



Anoche volví a ver en la oscuridad como un gato, volví a sentir el dulce y amargo sabor de la sangre de las palabras. Anoche volví a quererte, dios mío, anoche el bicho despertó de nuevo, recorrí la espalda de las calles que serpentean tu barrio, me supiste en los labios como si fueras alcohol de cuarenta grados, anoche empecé a saber qué exige estar a tu lado y a sospechar que es todo lo que tengo. Cerré los ojos con fuerza hasta que dentro de mi cabeza desapareciera el infierno y sólo quedaras tú.

Quedaste tú. La vida es jodidamente rara. Una palabra y el futuro se disuelve como un alka seltzer en un vaso de agua. No existe el futuro. Sólo hay un presente que no tiene sentido. Me gustaba el presente cuando estaba a tu lado, ahora sólo estás cuando cierro los ojos con todas mis fuerzas. Y sin embargo te siento a todas horas aunque no estés, te siento ahora encerrada en estas cuatro paredes conmigo. A veces hablo contigo, te cuento mis cosas mientras hago las tareas en casa, solo, como esos niños que tienen amigos invisibles que acaban un día desapareciendo. Diría que me estoy volviendo loco si no fuera porque tengo la certeza de que enloquecí del todo el día en que te fuiste.

Nunca creí en el amor. El amor no existe, a veces confundimos amor con posesión tratando de crear algo que en realidad sólo es un acuerdo entre dos partes. Yo poseía tu cuerpo y tú poseías mi alma. ¿Amor? No se puede amar cuando se convierte en desesperación, cuando te lo juegas todo a una sola carta. Diría que te quise, que estar a tu lado me hacía feliz, me gustaba qué clase de hombre era cuando estaba junto a ti. A veces no sé si te echo de menos a ti o a la felicidad que sentía cuando estabas conmigo. A veces intuyo que esa felicidad no era otra cosa que saberme el origen de tu paz. Paz; echo de menos tu paz.

No te lo he dicho. Te he visto de lejos y no me he acercado a ti. Si lo hubiera hecho hubiera tenido que decirte que he vuelto a escribir. He vuelto a escribir, quizá por eso vuelvo a ver en la oscuridad como un gato, quizá por eso mis dedos son capaces de soñar con tu piel, una piel que destila un dulce veneno al que, empiezo a darme cuenta, soy adicto.

Hace días que doy vueltas en la cama, me levanto demasiado pronto y no puedo dejar de pensar. He buscado tu cuerpo en otras voces, tu voz en otros cuerpos, he querido querer y he querido olvidar sin conseguir nada de ello. A veces salgo a perderme por las calles hasta que no puedo más, hasta que no sé volver a casa.

Y sin embargo sé que si nos viéramos, si habláramos una sola vez, todo sería como cuando nos dijimos adiós, sólo habría reproches, sólo quedarían las preguntas de siempre y las respuestas de siempre, que los momentos que se fueron requieren de un largo tiempo, de una imposible vuelta a atrás, como si para recordar el cariño dado fuese necesario meterlo en una barrica durante años de quietud y silencio hasta que se convierta en algo valioso, algo que podamos beber sin querer escupirlo de inmediato. Y sin embargo, no tenemos tiempo.

La vida es demasiado corta para salir huyendo y darse tiempo. Tiempo; no existe el tiempo. Si alguna vez se extingue nuestro universo y desde otro universo algún arqueólogo de estrellas encuentra nuestro rastro, no lo hará por lo que haya pertenecido al tiempo, lo hará por lo que haya escapado a él.



Y yo quiero escapar al tiempo contigo.

6 comentarios:

Olga Taravilla dijo...

"Nunca creí en el amor" ¿Dices amor cuando quieres decir pareja? En la palabra amor caben muchos más significados en los que creer. Recuerdos desde el norte.

Espera a la primavera, B... dijo...

Nunca creí en el relleno. La pareja es el pastelito y el amor la crema, jeje.

Olga Taravilla dijo...

¡¡Vaya!!somos al contrario, siempre he adorado el relleno de los pastelitos, de chocolate, de crema, de mermelada..¿Será por lo que no tengo pareja y sí mucho amor?

Espera a la primavera, B... dijo...

vaya por dios! Eso será porque tú no quieres. Me consta que la mermelada es un bien preciado que, tarde o temprano, desbancará al oro como patrón mundial.

María dijo...

Tanto la cubierta como el relleno son dulces... Lo importante es saborearlo, disfrutarlo.

Tonetxo dijo...

El amor realmente apareció tras desaparecer ella. El tiempo modula mis pensamientos y sólo me hace recordar las cosas maravillosas de mi musa y lo vivido junto a ella. Afortunadamente, pocas horas después de ser consciente de su no retorno, hice un gran esfuerzo mental y resumí en una docena de folios todos nuestros momentos juntos. Y sobre la famosa balanza que no me gusta nada, vi, con clarividencia, que lo regular, lo mundano, lo habitual, había abundado sobre lo exquisito.
Cuando a mi pensamiento retornan las añoranzas, releo lo que escribí, y descubro de nuevo, que lo poco que me dio ella, terminaré encontrándolo (o no), y en dosis superlativas, en otra mujer.
Yo me abandoné a ella, pero ella se divirtió. Yo me rendí a ella, y ella se entretuvo. Yo me enamoré de ella, y sencillamente, ella no.