viernes, 5 de junio de 2020

Diez universos no bastan.


Bueno, ya sabes. El tiempo se cerró sobre nosotros dejándonos a oscuras; y eso en cuestiones de espacio-tiempo es algo así como una una distancia infinita al cubo.

Necesitaríamos diez universos como éste para abarcarlo.

Y la mentalidad de un niño para comprender que no merece la pena tratar de entenderlo porque es demasiado grande; y aceptarlo sin dramas. Sabiendo que creceremos y algún día, si realmente era necesario, aparecerá ese conocimiento, que la vida lo traerá hacia nosotros.

A mí, que siempre fui tu fan número uno, encontrarme delante de eso fue la chispa que enciende una llama que, descontrolada, puede acabar con todo, pero al mismo tiempo de esas que si la conservas viva te dará el calor para llevarte sano y salvo a cualquier parte por muy frío que sea el camino.

Hace días escribí aquí algo que se borró. Juro que pensaba que era lo mejor que había escrito nunca. Traté de repetirlo, pero ya sabes, todo instante es único, toda frase que te sorprende al leer un libro ya nunca la leerás por primera vez.

Imagino que eso es la esencia de la vida: mantener la esperanza de una primera vez en cualquier cosa que hagas. El tesoro y la búsqueda de él. Creer que hay algo mejor un poco más allá de donde alcanza nuestra vista.

Todo lo demás son mapas que trazamos para convencernos de que controlamos algo que nunca podremos controlar. La idea de que sabremos ir y luego regresar con el botín del recuerdo hacia el centro de nosotros mismos. Hacia eso que creemos que somos y que ahora mismo te dice que eres tú quien está leyendo esto y que me dice a mí que me lees y tienes conciencia de quién soy yo.

Buscar la certeza en todo después de un acto de inconsciente valentía.

Dormir seguro al abrigo de un refugio al calor de ese fuego controlado.

Pero no es eso lo que quería escribir.

En realidad no sabía de qué quería escribir. Sólo quería saber que sigo vivo, porque mientras escribo y me lees sé que aún existe la posibilidad de que en algún lugar remoto de la región menos poblada del mundo exista un chamán al que se le hayamos aparecido en sueños y cree en su realidad un universo que tú y yo podamos compartir sin que ni la distancia ni el tiempo tengan la misma importancia que en éste.

En el que la fuerza de la gravedad no nos encadene los pies a donde creemos que pertenecemos.

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