domingo, 23 de febrero de 2020

Cuando el futuro nos alcance



Todo fue bien.

Increíblemente bien. Todos se acordaban de mí. Natalia me dio un abrazo. Mi cordón umbilical con el destino se alegró sinceramente de verme. Cuando se refería a empresas con potencial me miraba a los ojos y me señalaba a mí. Delante de todos.

Me dijo que debíamos quedar para hacer un café. ¿Quién de mi barrio imaginaría que yo, el hijo de Antonio, un día se tomaría un café con un asesor personal del presidente de los Estados Unidos como si fuéramos amigos?

Y todo cobró sentido. Mi vida, los años de sacrificio, mi modo de ver las cosas, los años rotos y la soledad a conciencia.

Ésta era la señal.

Y sé que todo irá bien.

Así que sigo sin perder la esperanza.

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