miércoles, 14 de diciembre de 2011

Bajo el cielo hormigón de estas cuatro paredes



Bajo el cielo hormigón que, como una nube, se desplaza lentamente (ni se nota) sobre la habitación en la que trabajo, diciembre se deposita frío en forma de cristales de invisible nieve disfrazada de polvo. Bajo la cobertura del bunker que me salva y en donde me preparo para la llegada del invierno, rodeado de libros que he leído y me acompañan, mezclado con barullo de dos gatos acurrucados en una esquina, hoy me siento un poquito más en paz conmigo mismo, no sé, más abrigado, más seguro de qué es lo que quiero y de que hace mucho tiempo que emprendí el camino hasta este punto intermedio.

Uno paga en melancolía la calma y la espera a que las cosas se materialicen. No es fácil soñar despierto cuando se atraviesa el desierto.

Quizá el problema es que a mí me gusta el desierto.

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