jueves, 18 de septiembre de 2014

Fue una mala idea


Fue una mala idea dejar de ser amantes para cambiar a esto, sea lo que sea, a lo que nos dedicamos ahora. Una mala idea, ni siquiera una mediocre o con posibilidades de que con el tiempo, al madurar, se convierta en casi buena.

Fue una mala idea cambiar las cicatrices que me hacías en las manos con tu cuerpo, por los dos besos de rigor cuando de vez en cuando quedamos siempre lejos de tu casa, sin guerra con la que firmar la paz contigo en la cama, o en el portal bajo las escaleras de tu casa.

Fue una mala idea seguir viéndonos sin vernos.

Una mala idea siempre acaba mal.

Al menos para mí.

Tenerte sin tenerte.

Ser sin ti.

Ya sé que te dije que no me dijeras si estás con alguien pero a veces no soporto toda esa incertidumbre de saber si piensas en otro cuando estás conmigo y decides después de compararnos que cambiaste a mejor.

Y te lo callas. Para no hacer daño al único hombre que quema su vida por no abandonarte.

No sé que consigo con ello.

Los dos sabemos que un día te cansarás y empezarás a darme largas.

Y yo a insistir hasta que me hunda del todo al darme cuenta que ves mi nombre en el teléfono y no descuelgas ni piensas responder.

Hasta que un día te acuerdes de mí al cabo de los meses y caigas en la cuenta que hace siglos que no llamo. Y te preguntes, depende de si tu día es bueno o malo, qué será de mí.

Pero no llamarás porque tú si sabes dejar atrás el pasado. No como yo, que sólo sé escribir adioses.

Pero por si un día te preguntas un sólo porqué y buscas de verdad un respuesta; Sí, yo ya sabía que era una mala idea y aún así decidí seguirte queriendo.

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