Siempre hay un primer día del resto de tu vida, un día en el que renuncias a algo muy querido, un día en el que empiezas exactamente desde cero, un día que has esperado y que cuando llega tiene aún el papel de regalo encima. Ahora, como soy mayor, ya no me puede la impaciencia, despego con parsimonia el celo preguntándome si a partir de ahora todos los días tendrán esa cadencia de no pertenecer a ningún sueño, de no haber sido deseados, como si esta nueva vida hubiera sido engendrada de penalti en una habitación a oscuras y en la tibieza de un amor pasajero.
Hace tiempo que tengo la sensación de carecer de raíces, que vivo suspendido en una red a dos metros del suelo, en un cultivo hidropónico mal calibrado en el que un día falta agua, otro el alimento, luz, sol, las voces de los cuidadores. A veces pienso que soy un eterno emigrante y que vivo constantemente expulsado de los países en los que quiero vivir, en los cuáles no valoran mis aptitudes, mis idiomas, mi deseo de trabajar duramente y que, en lugar de ello, dan más valor a mi aspecto, a las costumbres que se le achacan a mi pueblo, a esa forma mía de no saber aún decir correctamente "buenos días", a no saber aguantar la mirada del que me mira distinto.
Lo que me hace débil me hace fuerte. Saberte de sobras hace que te vuelvas más comprensivo con el otro, la solidaridad no es un valor en alza pero es lo único que queda en las cunetas de todos los caminos del mundo. Comprender es visto como una debilidad hasta que necesitas que te comprendan y encuentras a alguien que te escucha. Con el tiempo, uno se da cuenta de que poco importa lo que piensen los demás qué eres, lo que importa es que, a pesar de lo que los demás piensen que eres, no pretendas ser otro distinto.
Puede que me fuera mejor en la vida si fuera más egoísta, más decidido, pero entonces quizá no tuviera tiempo para alegrarme de verte, entonces quizá no nos hubiéramos conocido, no tendría tiempo para escribir de vez en cuando en un blog, no tendría tiempo de quererte, no tendría esta necesidad de buscarte.
4 comentarios:
Siempre hay un primer día de cada uno de los caminos por los que discurre tu vida. Sería fantástico tener muchos primeros días, así sabremos que pase lo que pase recorremos la vida.
Creo que te conoces lo suficiente como para saber que no quieres cambiar. Poco importa si sería mejor o peor. Tiene su lado bueno ver los pros y contras y aun así seguir...
Pase lo que pase, siempre miraremos hacia adelante, Olga.
Es importante saber que, al final, uno tiene la última palabra, de si va o vuelve, de si se queda o sale a buscar lo que necesita.
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