jueves, 19 de octubre de 2023

No voy a echar de menos esto


No sé por qué me duele tanto. Supongo que me quema el tiempo perdido y, aunque mi vida esté cerca de su final, me hubiese gustado poder haber vivido una historia con ella. Desde que la conocí supe que había una conexión más allá de esta vida. Creo que ya nunca lo sabré.

Tener la sospecha de que me iré pronto al otro lado hace que limite la intensidad de mis relaciones. Y en parte hacer eso me indica que tenía razón. Cuando tuve el micro-infarto confirmé lo que intuía y, por tanto, sigo la misma rutina de alejarme de casi todo el mundo que me importan. Sé que hay personas a las que les gustaría pasar más tiempo conmigo y que me lo hacen saber muchas veces (cada vez menos), pero sé que eso no es bueno para nadie. Uno de estos días me iré y espero que casi nadie me eche de menos.

Como siempre, cuanto más tiempo quieres pasar con alguien, menos tiempo quiere esa persona pasar contigo. Creo que es algo universal; y si he de ser sincero, no me importa demasiado. Antes quizá sí. Incluso escribí un blog sobre ello... (anda, pero si es éste), no sé si fue buena idea. Ahora me da un poco igual, quizá porque la muerte lo relativiza todo un poco. 

Hace tiempo que no tengo esperanza y no tengo ganas de empezar nada nuevo. Tal vez por eso sigo viviendo donde vivo y llego a casa sin ganas de nada. Si todo tiene un principio y un final, siento que estoy mucho más cerca de lo último. Muchísimo más cerca. Casi al lado. 

El martes coincidí con ella en un evento. Sólo fui para verla a ella, la verdad es que el resto me importaba bastante poco. Pasé bastante tiempo junto a ella. Hablamos mucho y me soltó que se iba a vivir con un hombre que había conocido sólo hace seis meses. Creo que hubiese preferido que una bomba me desintegrase, que el golpe no hubiera sido así, tan inesperado. Me sentí como una puerta que trata de aguantar la embestida de un ariete. Por supuesto fingí alegrarme.

Ella me preguntó por la supuesta chica con la que me escribo e iba a verme en junio. Ella vino de muy lejos, pero yo no me presenté. En realidad se lo conté a ella porque ella me había contado que había conocido a alguien y yo no supe qué decir y le conté que me había puesto en contacto con un antiguo amor de hace veinte años. Le escribí y me respondió. Sólo pasó eso: una verdad a medias explicada en decimoquinta persona, una mentira que es un noventa y nueve por ciento verdad.

Me gustaría que no le fuera bien, pero sé que sí le irá y en el fondo me alegro mucho. Será alguien en quien no pensaré más, que orbitará donde Plutón y me permitirá seguir con mi plan de no importarle a nadie. En el fondo no es ningún plan premeditado, yo ya sé que no le importo a nadie, porque en el fondo siempre a sido así e imagino que yo tengo gran parte de culpa.

No me importará dejar de existir. No es como antes, que lo pensaba todos los días. Pensaba "¿quién querría que su pareja se suicidase?" y eso era lo que yo quería. Ahora no, al menos no con tanta intensidad. No siempre. No a todas horas. 

A veces sí. Hoy. 

Pero ya pasó.

No sé hasta cuándo.



No hay comentarios: