jueves, 10 de febrero de 2022

Sábados por la tarde






Hay personas de las que intuyes que hay un alma hibernando dentro, lo puedes ver si les miras a los ojos. Está ahí, agazapada, esperando su momento, sabiendo que aún es demasiado pronto, que ahí fuera es demasiado peligroso; que debe crecer, ganar fuerza y tamaño, saber ser sigilosa hasta que todo se vuelva más seguro. Hay personas que se pasan la vida siendo el envoltorio de lo que realmente son, que no se atreven a ser lo que están destinados a ser, que se encierran en un personaje menor para no tener que demostrar quienes son, almas viejas en un mundo que no tiene interés.

Vidas de paso que se extinguen sin realmente vivirlas, vidas burbuja, ese instante en el que acabamos de expulsar el aire de nuestros pulmones y los abrimos para que entre aire nuevo. 

Hay personas que te miran desde muy adentro, desde el fondo de una caverna a la que nunca podrás acceder y de la que no la sacarás hasta que ellas quieran. 

Creo que ella era una de esa clase de almas, que sólo esperaba a sentirse segura para empezar a vivir con nosotros. La notabas entrar en la habitación aunque lo hiciera en silencio, lo sabías porque notabas como algo dentro de ella se acercaba a ti para acurrucarse a tu lado desprendiendo un halo de cariño inexplicable y con el que sólo querías corresponder con un abrazo que nos curara a los dos de una herida de la que ninguno de los dos éramos conscientes. 

A veces nos sentábamos juntos a ver los dibujos animados de la televisión y estoy seguro de que era más por estar sentados el uno al lado del otro que por los mismos personajes y sus peripecias. Era la oportunidad de reír junto a alguien que intuías que te comprendía. Era estar en casa sintiéndote en casa.

Creo que sólo pude comprenderlo muchos años después, cuando ya era demasiado tarde, porque se hace tarde sin darnos cuenta hasta que se hace imposible volver a ese punto en el que puedes compartir eso que sientes sin parecer un marciano. 

Si hay algo que deseo es que en el cielo haya tanto amor como el que desprendía su mera presencia y que algún día podamos sentarnos el uno al lado del otro para ver dibujos animados con sofá, manta y merienda. Como si no hubiera pasado nada. 

Como si en verdad hubiera segundas oportunidades.







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