domingo, 15 de diciembre de 2019

Después de un tiempo



Me gusta conducir. Es lo más parecido que conozco a dejarse llevar, a fluir.

Dicen que cuando sueñas que conduces, en realidad estás imaginando en una vida que te lleva y que si sientes angustia al no poder frenar es que en realidad has perdido con control. Pero, ¿quién cree en los sueños?

Llevo años sin soñar que voy en un coche por una carretera. En realidad lo hago todos los días en la vida real, así que ¿por qué debería hacerlo también mientras duermo?

Diría que las cosas han ido más o menos bien, pero en algún momento se torcieron, pero mentiría si dijera eso. Las cosas ya nacieron torcidas. Uno toma malas decisiones y trata de huír hacia adelante. Supongo que debería empezar en otra parte del mundo. Antes se podía hacer. Ahora es más complicado. Ser extranjero pobre es lo peor que se puede ser en este mundo. Esa es la realidad. No importa lo que pienses, es lo que piensan los demás.

Si pienso a largo plazo creo que este blog, en realidad, ha sido sólo un oráculo; una especie de isla a la que regresar a ratos. Siempre he sabido, desde muy niño, que mi habilidad no valía nada. El mundo es complicado y yo nunca lo he sabido leer ni me he sabido adaptar. Ahora ya casi no importa nada. Llega Navidad y todo va a ser más triste.

No sé qué va a pasar. Puede ocurrir cualquier cosa. Lo único que tengo claro es que por muchos años que viva siempre voy a sentirme así de inadaptado a mi entorno al tiempo que mi entorno no me va a aceptar.

Lo disimulo bien. El otro día fui la estrella de una reunión de ingenieros. Al acabar se me acercaron los organizadores y otros ingenieros a pedirme la tarjeta. Por dentro pensaba "vaya mierda todo. He hecho el ridículo" pero se ve que no, me dijeron literalmente que no se cansarían de escucharme. No lo entiendo.

Improviso a cada instante. Nunca sé lo que voy a escribir cuando empiezo una frase. La voy construyendo mientras pienso en algo. Supongo que es por eso que nunca escribiré esa novela y que nunca llegaré a acabar nada del todo. Me siento como un niño en un mundo de adultos al que todavía no he pillado el truco de cómo funciona, mientras aparento que sí lo sé y trato de imitar a los demás.

Sé que todo esto terminará mal si no encuentro mi lugar en el mundo. Me duele haber dejado tantos sueños atrás, haber involucrado a otras personas e ir decepcionándolas poco a poco. Yo ya sabía que no se podía confiar en mí y creo que lo he ido dejando claro a cada paso que he dado. No dejo de ser el personaje de la novela con la que empecé esto de Moriría por ella y como el mismo personaje también ella se irá en un coche rojo bien lejos.

No sé cuánto tiempo podré aguantar esto, ni cuándo llegará mi final. Intuyo que acabaré mal y probablemente solo.

Podría decir que no me importa, pero la verdad es que sí me importa.

Estudié, me saqué una carrera, inventé inventos increíbles y que despertaron la admiración en la meca de los inventos, pero nada más.

La derrota no es no haberlo intentado. La derrota siempre es haberlo hecho y haber perdido.

No me queda más remedio que seguir hacia adelante. La huída acabará cuando mi cuerpo o mi cabeza ya no aguanten.

Hasta entonces seguiré en la brecha, haciendo honor al poema If de Rudyard Kipling

Porque se trata al fin y al cabo de ser el hombre que siempre he querido ser.

Y eso lleva tiempo.

Nobleza obliga.

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