miércoles, 4 de mayo de 2016

La chica de más allá de las nubes



Ana, que tenía los ojos grises como las piedras redondas del lecho de un río; y las manos hechas para acariciar todo lo que tocaba su voz; hablaba poco, eso es cierto, por timidez o porque no sabía qué decir que pudiera interesarle a alguien. Una una vez la vi beber del mar, tengo un vivo recuerdo de ese momento. Es más, creo que dentro de mí, eso la define. No sé el porqué.

Intuyo que tuvo una vez a un niño dentro, a veces la sorprendo moviendo los labios, sé aún le habla todos los días, y que por eso se acostumbró a regar el jardín de una casa, la suya, con muchas ventanas, dicen que las rosas le salían bien porque cuidar se le daba bien, hasta que la guerra en otro país, muy lejos, le hizo un crack a la altura del esternón y se puso a hablarle a niños de carne y hueso, con un chaleco azul con letras muy grandes que no decían nada. Yo ya estaba enamorado de ella antes de conocerla. No sabría decir cómo, pero lo estaba, a veces le decía que éramos las reencarnaciones de dos hermanos gemelos y creo que lo hacía porque me gustaba estar al lado de ella y porque notaba que ella necesitaba estar junto a mí, sin motivo, como todo lo demás que ella sintiese, en silencio, con ganas de abrir la puerta y sacar a pasear lo que tenía dentro.

Y entonces hablaba.

Supongo que era la única vez que dejaba de hablarle a ese niño, yo no lo sabía entonces, pero a veces necesitamos hablar hacia afuera para dejar de hablarnos hacia adentro.

Ana vive a mi lado, duerme junto a mi, pero no conmigo. Éramos, somos, algo así como impermeables el uno para el otro. Dos extraños que añoran a seres invisibles, que buscan el amor en un pasado que sólo existió como posibilidad. Aun así nos llevamos bien. Nos comunicamos incluso cuando no nos decimos nada. Es como si la sola presencia del otro fuera suficiente voz.


2 comentarios:

Las Espirales de Brígida dijo...

Hablando sin hablar es como mejor nos entendemos muchas veces, aunque a veces no podamos escuchar.

Te mando besos desde acá

S.

Espera a la primavera, B... dijo...

Escuchemos el silencio en silencio...

Besos desde allá

T.