martes, 26 de abril de 2016

El arte de no perdonar


He oído por ahí que te perdiste, que tienes más que ganar que perder apuestes a lo que apuestes, que el dinero fácil se va fácil, que lo difícil es devolverlo... siempre con intereses.

Creo haberte visto el otro día. Has cambiado tanto que apenas pude reconocerte. Sé que empezaste en otro trabajo, por fin parece que sientas de nuevo la cabeza.

Que tuviste un hijo

Una niña

Que ya no bebes tanto, o que disimulas mejor cuando lo haces.

Que al final estás con alguien.

Alguien que te quiere lo suficiente como para que no te sientas a solas cada vez que recobras el sentido de la realidad.

Esas pocas veces.

Y bueno, ¿sabes? estuve a punto de sentir algo así como compasión, pensé "ya está, no merece la pena seguir así"

Pero luego me acordé del colegio y de lo mucho que me jodiste, y de las palabras que salían por tu boca, y todos los años, y lo pequeño e invisible que tuve que volverme.

Y del miedo.

Y de la vergüenza.

Entonces me di cuenta que no podía perdonar, que no sabía hacerlo, y que no quería. Que el tiempo erosionó el recuerdo, sólo eso: le limó las aristas... que en el fondo, quien no perdona es aquel niño a ese otro niño; que tú y yo no tenemos nada que ver.

Yo ya comprendí.

Pero no olvidé.

Y soy yo quien no puedo perdonarme sentir aún ese odio.

2 comentarios:

Jo dijo...

esas minúsculas ficciones que aparentemente no se ven pero que con el paso de los años se acumularon en un resquicio y hallando el detonador muchas veces sin querer, estallan.

abrazos.

Espera a la primavera, B... dijo...

Toda mecha prende si se le aplica la llama adecuada, o eso dice la letra de la canción...