jueves, 14 de abril de 2016

Distintos gatos con incierto número de vidas



Existen rincones en mi alma donde aún todo es posible, en los que el bicho aún no ha pisado, en donde todavía puedo ser esa buena persona en la que se iba a convertir el niño que un día fui. Existe aún un hombre al que se le puede mirar a los ojos y ver en el fondo de ellos respirar a un ser humano.

Pero debes permanecer en silencio.

Debes no despertar al bicho.

Si lo haces todo vuelve a comenzar, el agua vuelve a enturbiarse y necesitarás mucho tiempo hasta regresar a ese instante en el que puedas ver en qué podría haberme convertido.

En que podríamos habernos convertido.

Ni tú ni yo.

Nunca al mismo tiempo.

El bicho y la esfinge devorándose en una riña ensordecedora.

Me gustaría creer que alguna vez estuvimos casi a punto de lograrlo; ser los buenos padres de unos buenos hijos que jamás debieran rebuscar en su alma, como perros famélicos entre la basura, rincones donde todo fuese posible .

Buscando la calma.

Bajándose del torbellino.

Cada día más cerca del final. Cada día más cerca de tener que salir huyendo por miedo a querer al monstruo equivocado.

1 comentario:

José A. García dijo...

La clama, por definición, no puede durar demasiado...

Suerte,

J.