jueves, 10 de julio de 2014

Quizá el tiempo


Habrá un universo, es decir: se nos caerán encima miríadas de millones de puntos de luz asomándose al filo de nuestros labios; y encerrados en una habitación hecha de paredes de verano, tú y yo nos esconderemos en la penumbra como si estuviéramos sentados en un planetario, a salvo del frío helor de la nada.

Porque no sé si hace falta que lo diga, pero yo lo que quiero es desbocarme en tu boca y que en lugar de fuegos artificiales ardan galaxias en el cielo, y que tiembles, y que me mires como me mirabas hace años, cuando aún no sentíamos el fuego y el hierro de estar el uno junto al otro.

Porque aunque ninguno de los dos lo recuerde, lo nuestro viene de lejos, de cuando el mundo era sólo un océano de tiempo al que nadie se había asomado aún y no se atrevía todavía a pensar que las cosas tuvieran que ser nombradas para que realmente existieran, y ni tan siquiera se adivinaba allá a lo lejos la llegada de un dios del futuro al que calmar con sacrificios de miles de presentes.

Y ¿sabes? a mí me da que todo esto ya lo vivimos antes, pero que la primera vez es esta de ahora, como si el tiempo se repitiera sin importarle demasiado si lo hace sobre páginas ya escritas, y que la primera vez de algo puede no haber ocurrido aunque estemos viviendo sus consecuencias, como si el tiempo no fuera lineal ni ordenado sino caótico y caprichoso.

Y es por eso que me suena que tú y yo vamos a tener un futuro que regresa desde un pasado que no existe aún. Y necesito creer que es así porque es la única forma que tengo de dar crédito a la certeza de que la fiera que me habita quiera perderse en la frondosa selva que adivino cuando te miro cuerpo a cuerpo el alma.

Y cuando aúllas a la luna con gritos de agua de lluvia.

O cuando busco refugio cuando la noche llega y tú no estás.

O cuando tú no estás y eso desencadena la noche.

2 comentarios:

José A. García dijo...

La soledad siempre desencadena la noche. Claro que, para que sea noche, no necesariamente tiene que haber oscuridad.

Saludos

J.

Las Espirales de Brígida dijo...

Hoy te leo y releo. Y me encuentro en tus palabras, y me veo entre los puntos y comas. Y me acuerdo de cuando escribía como tu, cuando me refugiaba, me mimetizaba, me perdía...

Y me extraño, y te extraño. Parece que fué hace mil vidas. Parece que fué un invento de mi, dibujado entre espirales, entre olas, entre sábanas que echaban chispas, entre sueños que escribía, entre mares donde me ahogaba.

Necesito volver a escribir, pero ya no me acuerdo cómo hacerlo.

Besos Toni, desde este lado del mar.
Siempre, siempre, siempre te leo.

S.