lunes, 5 de mayo de 2014

¿Y por qué me parece que cuando tú y yo mordimos la manzana se crearon mundos, se reavivaron estrellas, se inventó el fuego? No sé, el caso es que a mí me hubiera dado igual que me echaran del paraíso si no fuera porque tú te quedaste dentro, y que con el tiempo tú acabaras encontrando a otro, y yo tuviera que empezar a olvidarte hasta vaciarme.


A veces me tiembla el pulso y se me hace un nudo en la boca del estómago. Yo le digo a mi cuerpo que es hambre, que llega la hora de comer y él se convence de que es así porque sabe que yo no soy mucho de mentir. Pero creo que a veces sospecha que sólo es vacío, un vacío que no lo llenan dos platos y postre. Y si te he de ser sincero, creo que no me dice nada (mi cuerpo) porque sabe que si el corazón se entera del juego voy a tener que salir a buscarte sin remedio.

... pero vives tan lejos...

... y el corazón no aguantaría un viaje de regreso sabiendo que todo este tiempo no era hambre, que era miedo, un miedo fundado, a que tú no te acordaras de él.

Porque no es justo que me hicieras olvidar para luego tener que olvidarte.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre es miedo. O casi.

Espera a la primavera, B... dijo...

El miedo nos hace esclavos