lunes, 17 de diciembre de 2012

Lo último que se pierde es la esperanza de que aún nos quede la esperanza



Y allí se quedó su voz, en aquel auricular colgado sin ganas de colgarlo. Se quedó allí, junto a la dueña del almanaque de  todos mis días ya oxidados. Un día te das cuenta de que el pasado es como todas esas cosas que no vas a poder utilizar ya nunca por mucho que lo quieras, porque se han vuelto inservibles por falta de uso; todas esas cosas que uno guarda por si acaso en un cajón y que, poco a poco, se acumulan hasta no dejar espacio a lo que sí te sirve. Siempre queda la esperanza, la estúpida esperanza de que aún le importes a la persona que más te importaba a ti. La esperanza es lo último que muestra signos de óxido, pero es lo primero que deja de funcionar.

No sabría decir el porqué, pero estoy seguro de que a algunos nos aqueja algo así como un síndrome de Diógenes con los recuerdos de los buenos momentos, los acumulamos para creer que aún tenemos algo que merece la pena y que configuran un tesoro que nadie más puede entender su valor. Pero lo cierto es que tiene que llegar el día en el que tengas que dejar todo eso a un lado, hacer limpieza y quedarte sólo con lo más querido sabiendo que no va a funcionar nunca más, que si quieres que las cosas sirvan tienen que ser nuevas, que las herramientas con las que se arregla el día a día tienen que cumplir su cometido, que tu vida sigue y todo lo que no sirve ocupa un espacio que te podría ser útil ahora.

Me pregunto cuánto tiempo tardó ella en tirar lo que ya era viejo entre nosotros, cuánto tiempo permanecieron las fotografías color sepia que revelaban lo nuestro en los cajones de su casa. Y aunque la respuesta parece evidente, no puedo evitar creer que las guardó en alguna caja encima de un armario, o en el doble fondo de un cajón que no conozco.

4 comentarios:

elena dijo...


Toni, dicen que el pasado siempre está presente...
Y es que es muy difícil que algo que ha formado parte de tu vida, desaparezca del todo de ella...
Puede que se haya vuelto inservible, que el espacio que antes ocupaba, casi haya desaparecido...pero los buenos o malos momentos pasados, permanecen en algún lugar y de vez en cuando resurgen de una manera u otra, precisamente porque han formado parte de ti, y eso no puede cambiarse...
Besos.
Elena

Espera a la primavera, B... dijo...

Dicen que uno reescribe su pasado cada vez que lo cuenta o se lo cuenta a sí mismo. Que de tanto evocar, acaba uno reviviendo las cosas como a uno le gustaría que hubieran sucedido (y no siempre para mejorarlas). A veces un recuerda con rencor para justificar el rencor que siente, o piensa en el otro como un ser amable porque lo amable, en realidad, es perdonarle.

Pero tienes razón cuando dices que es muy difícil que lo que ha formado parte de tu vida desaparezca. Yo diría que uno es, básicamente, una superposición de todos los yoes que fuimos y de las decisiones que tomamos.

Reconozco que yo soy de cortar por lo sano por mucho que me duela e intento quedarme con lo mejor. Muchas veces me he arrepentido de actuar así, siempre se me quedan astillas clavadas, cristales rotos que pisar.

Pero todo regresa tarde o temprano porque no se ha ido del todo, porque, tienes razón, forman parte de cada uno.

Y tratar de cambiarlo es inútil, pero bueno, ya sabes, uno es cabezota y escribe en un blog... ¿Quién dijo que, al menos, no se pudiera intentar cambiar las cosas?

Besos

Toni

Kaoki dijo...

Tardo en leerte... y esta vez no puedo estar de acuerdo contigo, Toni.

Más de una vez he pensado que nuestra cabeza es como un ordenador, y que cuando empieza a fallar es porque hay que eliminar esos archivos temporales que sólo ocupan un espacio inútil, en cierta forma hay que formatearnos...

Pero también tengo claro que hay que saber qué archivos son los inútiles, los que no nos pueden aportar en este presente que muchas veces duele.

Y esos que te planteas borrar son la prueba de que eso que viviste es posible volver a vivirlo. Cuando llega el momento en que recuerdas con una sonrisa, es esa sonrisa la que mantienes en el futuro. El recuerdo se difumina y pasa a ser la prueba de lo que eres capaz de sentir. Volverás a representar la misma obra, aunque cambien los protagonistas.

Y la vida sigue, claro, qué remedio...

No reniegues del valor del saber amar. Y no olvides que supiste.

Muxu bat.

Espera a la primavera, B... dijo...

Tienes razón, la vida sigue sin remedio.

Quizá lo que ocurre es que si no tenemos presente y el futuro es una incógnita... habrá que leer el pasado para saber qué no debemos repetir y qué sí.

Lo que pasa es que el pasado está escrito de nuestro puño y letra y habla como nosotros, huele a olores conocidos... y es difícil borrarlo.

Besos

Toni