domingo, 10 de junio de 2012

La media luna negra


Me pierdo en su mirada hasta sentirme como si hubiera viajado en el tiempo y hubiera aparecido en un mundo salvaje y peligroso. No sé si sentir miedo o alegría por haber llegado al fin ante ella. Tiene una luna esculpida en el grafito de sus ojos que brillan como la superficie de un estanque por la noche y, al mirarla inmediatamente sé que guarda un secreto milenario, que es la última de una estirpe que se remonta a la primera mujer que sobrevivió al desierto. Me mira sin mirarme, no le hace falta porque toda ella me desafía con sólo su presencia. Podría estar en la ciudad más poblada de la Tierra y notar que está a punto de aterrizar el avión en el que viaja ella sólo por cómo mi cuerpo reacciona a su presencia.

Nos cruzamos por casualidad, últimamente mi vida es un cúmulo de casualidades de las que salto de una en otra como en una especie de juego de la oca infinito, con el tiempo uno se da cuenta de que la vida se limita a imitarse a sí misma y no lo hace mal del todo. Me llama la atención su forma de aceptar lo inevitable y ponerse en marcha antes de que salga el sol por las mañanas, como si tuviera una competición con el día a ver quién amanece más pronto para demostrar que su voluntad es más fuerte que el ciclo de la naturaleza. Tengo que decir que esa determinación que demuestra a veces me intimida porque me dice que puede vivir sin nada de lo que otra persona pueda aportarle. Se basta por sí misma más allá de lo que debería, yo soy más sociable, necesito el contacto humano, el cariño y la ternura, no lo digo nunca abiertamente, pero yo no podría sobrevivir en una isla desierta, me moriría de soledad. Ella no; ella se mueve bien dentro de una pecera, seguiría con su rutina diaria como si viviera en el centro de la metrópoli gigantesca, quizá esa misma en la que aterriza el avión que a mí me erizaría la piel al sentir su presencia.

La imagen que tengo de la soledad es la de un pez en una pecera redonda y pequeña en un piso casi vacío, en el que el propietario también vive sólo, trabaja de ocho a ocho, viaja, apenas está en casa...



Me he ido a vivir a otra ciudad, por eso escribo menos y por eso no respondo a los comentarios que me dejas. Vivo dentro de una pecera, apenas empañada por la sutil humedad de un río que la atraviesa. Me gusta el nuevo trabajo y me gusta la forma de trabajar, me permite empaparme de la tecnología básica de la máquina que he inventado. Nunca imaginé que acabaría trabajando en el parque científico y tecnológico de una universidad, a mí siempre me atrajo más la libertad de los espacios abiertos, conocer gente, hacer amigos, ahora me encierro varias horas al día, tengo tres trabajos para tres proyectos distintos... necesitaría tener dos cuerpos o dos vidas paralelas... sé que es temporal, que acabaré delegando mis responsabilidades de una forma irremediable. Porque no me gustaría ser como ella, tan autosuficiente que a veces notas que eres sólo un complemento, alguien que vive al lado, separado por una frontera invisible, que comparte llaves y confidencias, que eres parte de la parte de afuera de la pecera, las sombras de los árboles sobre la hierba del jardín, la llamada de teléfono siempre oportuna, el espejismo de eso que bien podría llamarse amor si el amor existiera en alguna parte.

Divago. Sé que no estoy del todo centrado, las cosas cambian de forma vertiginosa, el viernes me reuní con la gente que van a llevar el proyecto por el camino comercial y de gestión. Yo soy muy mal empresario, tengo el objetivo claro pero soy demasiado generoso para ser un buen gestor, hay que saber cuáles son tus limitaciones y esa es la mía, si por mi fuera, yo lo compartiría todo, pero por encima del objetivo final lo principal es que esto funcione para poder mantener el proyecto vivo, que al final las máquinas puedan llegar a la gente que las necesita. Es el precio que debo pagar, dejar el control del día a día en otras manos para centrarme más en lo que existirá a largo plazo.

Sigo divagando, entre la certeza de que he luchado por salir de ésta hasta que lo he conseguido y el recuerdo de los malos momentos tan cercanos. Debo aprender de ellos, este blog es un testimonio. También de que soy un pesimista que no se resigna nunca a que las cosas vayan mal. Siempre pienso que soy el más pesimista de los optimistas o el más optimista de los pesimistas, si me sigues desde hace tiempo sabrás que este proyecto tiene más de dos años de profundidad y que he pasado por varias decepciones, pero siempre he creído en mí mismo por encima de lo que me dijeran. Esa creo que es mi fortaleza, la tozudez y la resistencia, el ir a una velocidad más lenta para no salirme del camino cuando, de repente, aparece una curva inesperada. No sé si es un buen sistema, a mí me ha servido. Muy mal deberían ir las cosas si antes de un año no soy millonario, mi problema es que el dinero para mí no es importante, así que imagino que lo reinvertiré en otros proyectos que generen puestos de trabajo, del que surjan nuevos equipos para el medioambiente... quizá dentro de cinco años vuelva a estar arruinado, no lo creo, pero no lo descarto, la vida da demasiadas vueltas... por eso mientras pueda, seguiré siendo el mismo optimista y seguiré intentando transformar todo lo que pueda el mundo que dejaré cuando me vaya.

No me conformo con pasar por la vida  porque la vida no pasa, la vida es el conjunto de decisiones que tomamos y lo que influyen en los demás y lo que influyen las de los demás sobre nosotros.

Doy por bueno todo lo que me ha ocurrido hasta ahora, porque con todo ello estoy creando mi presente y mi destino y creo que con él, el destino (para bien) de miles de personas.

3 comentarios:

Valeria dijo...

Me encantó tu entrada, la forma casi poética como describes una mirada y a esa persona. Enhorabuena por tus proyectos y por la maravillosa oportunidad que tienes de mejorar tú vida ayudando a los demás.

Kaoki dijo...

Ayer, mi enana de ocho años me dijo que: "no todo se debe de hacer por dinero".

Resulta, cuanto menos, refrescante, leerte y comprobar que compartes con mi hija esa mentalidad generosa. A pesar de todos los avatares por los que has navegado, no te has contaminado. Envidiable.

Refrescante, como digo, como el agua.

Muxu bat

Anónimo dijo...

Aixó es Girona!!!! Una ciutat tranquil.la i dolça per viure. Qué les pasa los hombres con las mujeres independientes, con las mujeres solas,con las mujeres que surcan la vida con la cabeza alta y llorando a escondidas? Es curioso observar como al principio, esa alegría, ese empuje, esa fuerza, os atrae sobremanera, os parece fascinante, para después aterrorizaros y generar en la relación tantas dudas que oscurece cualquier luz.
Ser una misma no es sinónimo de no poder vivir el amor, simplemente antes de compartir hemos sido peces en una pecera en un piso vacío con propietario ausente.Me gusta mucho este símil.
El futuro siempre es esperanza, el dinero un instrumento que no siempre afina bien, la vida.... todo lo demás.

Chari