lunes, 23 de abril de 2012

Un lugar entre las piedras


Viajábamos despacio por carreteras secundarias hacia lugares infinitos, tú habías dejado atrás todas aquellas adicciones y yo era consciente de que en mi soledad tú no eras más que una tregua, que en el fondo, me estabas agradeciendo que te salvara con lo más cerca que he estado y estaré del amor.

Los días se hacían largos y el dinero sobrevivía más allá de lo que esperábamos que lo hiciera, quizá porque sabíamos que cuando se acabara nos separaríamos y no volveríamos a vivir algo así. Comprábamos bocadillos y bajábamos la capota del viejo coche para comérnoslos contra el viento, sin querer perder tiempo y llegar cuanto antes al destino programado.

Creo que si alguna vez fui feliz, si es verdad eso de que cuando mueres toda tu vida pasa por delante de tus ojos, vendrá a mí aquella sensación que tuve a tu lado, aquellas semanas que pasamos a la deriva subiendo montañas y bañándonos en diez mares distintos. Parecíamos dos presos recién salidos de la cárcel. Y en parte, era cierto.

Sé que el tiempo lo distorsiona todo, que borra lo que no quieres recordar y magnifica lo bueno si quieres que todo sea bueno y lo malo si decides que lo de ahora es infinitamente mejor. A mí el tiempo me dejó cicatrices que duelen cuando cambia el tiempo y me dejó la herida siempre abierta de lo que pasó al final. A veces paso noches enteras sin dormir preguntándome si pude hacer algo y orbito, como un satélite, las fotos de aquellos días, como si necesitara un ritual de cauterización con sal que nunca termine.

Hace días que he dejado de querer salvarme. No sabría decir el porqué ni siquiera sé si tendrá alguna consecuencia porque no soy capaz de ver más allá del día que habito. Entiendo que las cosas se van volviendo cada vez más surrealistas y que las cartas de deshaucio llegan en sacos como a las estrellas de rock las cartas de amor de sus fans, antes tenía la posibilidad de hacer algo pero ahora ya se ha acabado el tiempo en el que siempre acababa cayendo de pie.

Quizá las cosas hubieran sido distintas si me hubiera convertido en ese hombre que tú querías que fuera. No sé. Ahora las cosas han tomado un rumbo inevitable y, todo va con la rapidez del tronco que se acerca cada vez más al borde de una catarata.

6 comentarios:

Kaoki dijo...

Siento decirte que, y a las pruebas me remito, no puedes decir que ese momento fue el momento en que más cerca has estado y estarás del amor.

A no ser que te refirieras a TU amor, claro... porque el de ella (creo) se demostró que no fue real. Cualquier amor que aparezca en un (probable) futuro, será más amor que aquél que no viviste...

Y ahora, si lo necesitas, intentaré ponerte una tirita en el corazón.

Muxu bat

Espera a la primavera, B... dijo...

Tiritas en el corazón... ¿pero las tiritas no eran eso que cuando las arrancas duelen? Jeje.

Creo que no suelo cumplir las expectativas que se hacen de mí. Es algo que arrastro desde hace mucho tiempo. Y me pasa con casi todo el mundo.

Las cosas son así, Kaoki. Dicen que se quiere a la gente no tanto por lo que son sino por lo que pueden llegar a ser. Y yo supongo que podría ser mucho más de lo que soy.

No sé, Kao

Gracias por la tirita.

Besos

Toni

Kaoki dijo...

... luego te podrían querer mucho más de lo que te quieren??

Espera a la primavera, B... dijo...

No sé, la verdad, no acabo de entender muy bien la pregunta.

Kaoki dijo...

"se quiere a la gente no tanto por lo que son sino por lo que pueden llegar a ser".

Si dices que podrías ser mucho más de lo que eres, estás diciendo que te podrían querer mucho más de lo que te quieren?

Te aviso que por ahí me han dicho que soy un poquito "tocapelotas"...

Espera a la primavera, B... dijo...

Imagino que entonces sería otro distinto al que soy... No, sé, me estoy haciendo un lío.

Ni siquiera sé qué hacer ni decir... como para saber quién soy.

O lo que puedo llegar a ser...

Me estoy mareando