lunes, 24 de octubre de 2011

Cristal oscuro


Me llama por teléfono. No entiendo el porqué, si de algo estoy seguro es que no me echa de menos. Descuelgo el teléfono con el estómago encogido y llamándome estúpido por no dejar que suene hasta casi el límite, porque en el límite el último tono podría caer al otro lado del silencio. Descolgar tarde, cuando ya no suena, hubiera sido el sucedáneo de esa dignidad que ya no me queda.

_ Hola_ me dice en un tono más agudo del que recordaba que tuviera su voz.

_ Hola_ le digo sin saber si debiera simular llevarme una sorpresa, dar a entender que borré su número y ya no lo recordaba cuando la realidad es que aunque lo borrara me seguiría acordando de él.

_ ¿Cómo estás?_ me dice con interés, el interés que tienen los que conviven con otro, tienen su rutina cubierta, su fin de semana feliz y movido, los hijos, los amigos, el coche, las facturas pagadas, la seguridad durante los próximos años programada, eso que al fin y al cabo, es la tierra, la semilla y el abono de la felicidad, eso de lo que yo carecía, porque sólo fui agua.

_ Bien_ le miento_ ahora estoy bien_ me arrepiento enseguida de ese "ahora" porque eso le indica que antes no fue así. Y sé que no se alegra de que antes me fueran mal las cosas, simplemente observaba aquello sin ninguna emoción, sólo esperando a que cambiaran mis finanzas para decidirse a que cultiváramos juntos la maldita felicidad.

_ Muy bien lo de la patente_ me dice. Ha tardado casi dos años en volverme a llamar y lo ha hecho en cuanto ha sabido que las cosas me pueden ir bien. Ser pobre es como un insulto, la gente se ofende porque les muestras algo que no quieren ver, y tú... tú te conviertes en un estúpido o un inútil porque encontrar trabajo es fácil, porque ganar un sueldo es fácil, tener dinero es fácil si te esfuerzas, y parece que ser pobre es no esforzarse lo suficiente. Es rendirte. Es ser débil. Que haya desarrollado la patente es como volver a ingresar en el club de la gente normal que hace cosas normales.

_ ¿Quién te lo ha dicho?_ le pregunto. Sé quién lo ha hecho y cómo ha llegado esa información. Me gustaría que me diera igual pero yo no quería que supiera nada de mí. Como ella no quiso que supiera nada de ella.

_ Sólo hay una persona que puede decírmelo ¿no crees?_ dice manteniendo ese tono desenfadado_ Ahora sí que vas a ganar mucho dinero ¿eh? Se te acabarán todos los problemas, ¡estarás contento!_ Sigo sin saber a qué viene la llamada, quizá intente dar a entender que es la llamada de un amigo a otro alegrándose de que le haya pasado algo trascendente, quizá intente desde ahora retomar una amistad que nunca existió, hacerme creer que el pasado es el pasado que a ella le conviene, como si el tiempo hubiera me hubiera borrado el recuerdo y, como a un amnésico, se le pudiera reescribir de nuevo la vida sobre la página en blanco de su olvido.

_ Aún no se comercializa_ le digo para que no corra tanto, para darle a entender que no hay dinero, que sigo siendo el mismo paria al que dio la patada, al que a espaldas suyas dijo a quien quiso oírla que tenía miedo a mi situación financiera. Sigo siendo pobre, tan pobre que tendré que vender la patente, compartirla, hacer de tripas corazón, dejarla en manos de otras manos. En ese momento la odio. Odio todo su dinero y su mezquindad, odio que me quisiera y todo lo que sucedió luego, odio mi silencio y me odio a mí mismo por haber caído en su trampa, me odio por no haber sido el hombre que ella quería que fuese y por el huraño y despiadado resentido en el que me convirtió saber que uno vale lo que tiene, me odié por abrir los ojos tarde, cuando las cosas ya no tenían remedio.

_ Pero es algo que está muy bien, seguro que te irá bien_ me dice como queriéndome dar los ánimos que nunca me dio cuando estuvimos juntos, cuando nunca confió en que me saliera nada bien de lo que planeaba. Claro, que nada me salió bien entonces, eso es cierto. Fue un doble fracaso: no salir de donde estaba y defraudarla a ella.

_¿Por qué me llamas después de tanto tiempo?_ le suelto.

_ Muchas veces pienso en ti. Echo de menos nuestras risas, nos reíamos mucho_ me dice. No me creo que me diga eso. Es demasiado cruel o estúpido o simple_ No debí haber salido contigo, tendríamos que haber sido sólo amigos_ añade, que es como decir que le gustaba mi compañía pero que no era suficiente. Entonces me doy cuenta de que no ha llamado para saber cómo estoy, que en realidad me ha llamado para decirme algo, algo que me va a doler, algo que amortiguará el hecho de que ahora, dentro de su escala personal de la felicidad, soy inmensamente feliz porque voy a ganar mucho dinero.

Recuerdo el día en que la llamé por primera vez. Como recuerdo el primer día que la vi. Daría lo que fuera para volver atrás en el tiempo y que no hubiéramos coincidido nunca, y al mismo tiempo, daría todo lo que fuera por haberla conocido y que mis circunstancias hubieran sido otras.
_ Esta conversación no tiene sentido_ le digo.

_ ¿Por qué?_ pregunta.

_ Porque tú pretendes que seamos amigos porque ya pasado el tiempo. Pero eso es imposible porque nunca hemos sido amigos.

_ Pero sí lo somos.

_ No, te equivocas, es lo que tú quieres que seamos. La amistad no es una limosna, no es el cambio que te sobra después de comprar el amor y no está bien tratar a quien te quiso tanto con esa indiferencia. De pedirle irse a vivir con alguien a pedirle una vez al mes para tomar un café mientras vives con otro hay un abismo.

_ Todo te lo tomas a la tremenda. Las cosas son más fáciles.

_ No me llames nunca más_ es la frase que más duele porque además es una frase que no quieres decir, lo que quieres es que no hayan pasado tres años, lo que quieres es que puedas ir hacia atrás hasta el momento justo en el que pudiste cambiarlo todo. Pero tu boca se convierte en un arma cargada, un arma que al disparar esa frase mata todo lo que hubo, lo asesina con ensañamiento, mata la querencia entre dos personas que se quieren pero con un amor menos fuerte que el miedo.

Sé que ella se queda entre enfadada y triste cuando cuelga. La imagino en su habitación con el inalámbrico, yendo a dejarlo en su base en el comedor, en los ventanales, en su casa completamente cambiada por la convivencia. Y en que cinco minutos después ya no se acordará de mí porque hay personas que son capaces de llenar su vida para que no quepa nada más.

Yo escribo esto, o tal vez, escribo algo que nunca sucedió, o que ocurrió hace tanto tiempo que todo está cambiado, las palabras, los pensamientos, las intenciones. Y miro el cielo gris y me entra una desesperanza monstruosa. Y hago crujir la espalda, y enciendo la estufa eléctrica y se me cae la oficina encima. Porque todo es una invención, todo en mi vida es querer que pasen cosas que nunca pasan, esforzarme una y otra vez para que al final todo se pierda.

6 comentarios:

Marina dijo...

Ánimo.

A mí me parece que mostraste un gran valor en esa llamada. Una gran dignidad. Pero sí es terrible cuando te das cuenta de lo poco que significas para alguien; tan poco, tan poco, que llamarte es un gesto que en realidad ni les va ni les viene. Un tironcito de la correa que tienen amarrada a tu corazón.

Pero ya verás como todo cambia; no hay más remedio. Que sea para bien ya no te lo puedo asegurar ;)

Un abrazo.

Daltvila dijo...

"La amistad no es una limosna, no es el cambio que te sobra después de comprar el amor.."

Me ha encantado esta frase tan certera.

Yo pienso que es imposible construir una amistad cuando temina una relación o cuando, desde el inicio, ya uno de los dos está enamorado del otro.quien sostenga lo contrario, creo que hace demagogia y que, en el fondo de sus ser, sabe que no es así.

Te deseo lo mejor, de corazón.

* Me encantó la foto del perro y el niño, tan tierna!

Tonta dijo...

Qué lección!!!Yo quiero ser como tú ;), con dignidad y siendo inteligente...pero no...soy tonta!!
:)
Estoy muy orgullosa de ti!!!

Espera a la primavera, B... dijo...

Es algo que quedó muy atrás. Estas pataletas no son más que una forma de no olvidar. Al principio pensé que no había nada peor que el olvido, pero sí lo hay: la indiferencia.

Espera a la primavera, B... dijo...

Supongo que la idea completa es que la amistad no es una limosna que se da cuando compraste un amor mejor de precio en otra parte.

Porque yo soy muchas cosas, Daltvile,muchas de ellas nada buenas, pero me atengo a las consecuencias (la jodido es que yo siempre asumo las consecuencias).

Foto chula ¿verdad?

Espera a la primavera, B... dijo...

Si eres como yo, Tonta, la dignidad acabará por convertirse en el estandarte que llevarás en todas tus derrotas. El otro día un buen amigo me dijo que no debería ser como soy.

Lo peor de todo es que tiene razón, y lo menos malo es que no puedo cambiar.