lunes, 11 de julio de 2011

Un día tú y yo seremos agua




Sin nada qué contar... quizá que anoche me tumbé en la terraza por primera vez en mucho tiempo. Y respiré, y pensé en meditar, y casi consigo poner la mente en blanco. Hace demasiado tiempo que dentro de mí hay un bullicio como de feria, de finales de agosto, de calor bochornoso, de polvo que embadurna los zapatos, de luces de colores, de algodón de azúcar, de mil voces que confunden a una sola voz, quizá la mía.


Me propuse practicar el silencio y no pude. Hacía fresco, eso sí, me tumbé en la colchoneta. El cielo estaba allí, con todas sus estrellas, como si todos los fuegos artificiales del mundo hubieran quedado impresos uno encima de otro sobre un papel oscuro, como si la noche fuese, en realidad, un gran telón con miles de quemaduras de cigarrillo que tapa el fondo blanco del universo. No pude practicar el silencio pero sí la contemplación. De vez en cuando, un avión cruzaba en línea recta, mi trocito de cielo.


Ya no pienso en ella como antes, demasiadas cosas dentro de mí (cuando digo de mí, me refiero a que los pensamientos están dentro no sólo de mi cabeza sino circulando por todo mi cuerpo) decía, demasiadas cosas dentro de mí como para que quepa el pasado. Echo de menos a los amigos que se han ido yendo con las mentiras y las medias tintas. Reconozco que ahora entiendo cuando los famosetes se querellan por difamación. Y a veces me acuerdo de Gila y de aquello que contaba de que había detenido a un asesino porque cuando se lo cruzaba por la calle decía "aquí alguien a matado a alguien" o "alguien es un asesino" y el otro acababa confesando su crímen. Me daría risa si no fuera porque alguien ha hecho de Gila y ha ido diciendo por ahí que "Toni podría no ser quien dice ser" o "A lo mejor Toni oculta algo" y lo ha ido diciendo entre mis amigos. Y contra eso, no puedo hacer nada.


Supongo que son esas cosas uno las debería ver antes. Cuando alguien ha hecho algo y le ha funcionado, lo volverá a hacer. Y nada mejor que limpiar la imagen que ensuciar la del otro delante de sus amigos. Ahora eso ya no importa, ya el tiempo ha pasado, mi vida transcurre mirando al teléfono y sonriendo ante su silencio, es extraño el destino: me dan una patada en el culo cuando más necesito que estén a mi lado, y encima soy yo el delincuente.


Quien haya leído este blog durante el último año sabrá de qué hablo. Así que ayer me tumbé en una colchoneta en la terraza y me contemplé el gran telón negro agujereado por quemaduras de cigarrillos y quise poner la mente en blanco sin conseguirlo.


Por el camino he ido dando tropezones, he vuelto a creer en mí mismo, me he dado una hostia increíblemente fuerte, he avanzado en el proyecto del agua, he seguido hacia adelante incluso con todo este barullo dentro, he escrito en un blog (éste) tratando de arrancar a la decepción y a la rabia palabras e imágenes que conmovieran, he vaciado poco a poco la urna donde guardaba las cenizas del pasado, he conocido a personas que llevaré en mi corazón para siempre, y sobre todo, he llegado al momento en el que sólo necesité una colchoneta, el suelo, y un puñado de estrellas, para ser casi feliz.


Porque la felicidad es vivir en calma, la felicidad es que todas las voces que tenemos dentro de nosotros se queden boquiabiertas, como un niño, ante algo extraordinario.

2 comentarios:

Daltvila dijo...

Como no te he leído durante el último año,me resulta muy difícil, por no decir imposible, imaginar a qué te refieres. Con tu blog, me siento como si hubiese ido al cine a ver una película que estaba deseando ver, pero que he llegado tarde. Son tan solo unos cinco minutos tarde, pero suficiente tiempo para ir perdida el resto de la peli. Tendría que detenerse un momento, como cuando en casa le das a la pausa y le pides a quien te acompaña que te haga un resumencillo de lo que te has perdido mientras has ido a la cocina a por una bebida ( ¡No, no hace falta que rebobinemos, cuéntamelo tú!...).

En fin, que me alegro mucho de que estés recuperando la felicidad, aunque has de saber que siempre estuvo ahí, en el mismo punto en que la has localizado.¡Ah, y cógela entera, es la tuya!

P.D. Estoy segura que con alguno de tus amigos, todo se debió a un malentendido y sería una auténtica pena que dejaras pasar esa amistad.
En el último año, he descubierto que la AMISTAD es tan importante como el AMOR.

Espera a la primavera, B... dijo...

Uno quiere creer que los amigos son como uno cree que son. Pero no, al final te das cuenta de que sólo han hecho contigo lo que hicieron antes con otras personas.

Es curioso que todo se repita.

PS: Es largo de contar y todavía es difícil de entender para mí.