domingo, 10 de julio de 2011

Ahora



Ahora que las palabras suenan a despedida, que este verano nos atraca a cara descubierta con una escopeta de calores recordados, ahora que la luz molesta y uno, que tiene los ojos demasiado claros, ve casi, casi, por una rendija, ahora que con el tiempo uno ha acabado por tener vocación de trópico, y le vienen ganas de emigrar al norte huyendo de esta sequía de abrazos, ahora que somos mucho más que extraños, enemigos lejanos, ahora que no somos ni seremos lo que estábamos destinados a ser tú y yo, ahora se produce este milagro y tu voz y mi voz se entrecortan y se ríen. Es extraño el azar, es extraño todo lo que mueve la necesidad de convertirse en torrente de palabras y que éstas lleguen al mar de la confianza.

6 comentarios:

Daltvila dijo...

Aunque parezca extraño, muy pronto, los capullos brotarán para anunciar la llegada de otra primavera( "Lo bello y lo triste" de Kawabata).

Últimamente estás muy críptico. Pienso que, con el calor, has tenido que abrir más tu cabeza para que corra la brisa y has dejado salir unos cuantos pájaros de ella.

Espero que hayas disfrutado del finde y FELIZ SEMANA!

Mía dijo...

Lo ciurioso es percibir que quien habla de torrentes, ya se ha convertido en uno, por más que se cree seco...
Un hasta luego vale. Lo prefiero así...Lo otro me deprime...
Cuídate.
Ciao.
;-P

Anónimo dijo...

Precioso, me siento tan identificada... yo solo puedo decirte que si, tu historia se parece "aunque sea solo un poco" a la mia, que creo que es así... ella, esa por la que morirías, te quiere...

Espera a la primavera, B... dijo...

Daltvila, estos días abrí la jaula y sí, salieron los pájaros a volar... pero volvieron a dormir a la jaula.

Me ha gustado la cita de Kawabata

Espera a la primavera, B... dijo...

Ay, Heidi, los hasta luegos muchas veces son adioses disfrazados de buenas intenciones.

A veces, cuando algo acaba, lo mejor es ser consciente de ello.

Espera a la primavera, B... dijo...

El tiempo, anónimo, es el gran enemigo de los afectos. Hace tiempo que dejé de morir por ella, el problema es que dejé de hacerlo muriendo.

Hay algo de piedra en mí, de hierro en mi cerebro, hay algo que ya no cree en nada ni en nadie.