martes, 22 de febrero de 2011

Que nada se quede sólo en un sueño...


Hace tiempo, cuando le pregunté a mi profe de narrativa por qué no escribía me contestó que para escribir uno tiene que tener algo que contar. Desde ese día supe que yo nunca escribiría, me limitaría a hacer textos cortos para decir cuatro cosas que se me pasaran por la cabeza pero que nunca tendría nada qué contar.

Algunas personas alrdedor mío me animan a que acabe esa novela que tengo casi terminada, me animan porque dicen que escribo bien pero yo sé que mis palabras están vacías, que mis personajes están vacíos al tiempo que son proféticos. La novela que empecé hace tres años ha sido el guión de estos días. A veces creo que uno reinventa su vida y luego se ciñe a seguirla, a vivirla según ese nuevo guión.

Hace tiempo que tengo la sensación de que he vivido una vida que no me correspondía, una vida en la que me empeñé en hacer cosas que no iban conmigo. Los que no tenemos una vocación concreta nos decantamos por un camino u otro por razones débiles y con las que nos engañamos a nosotros mismos. La vida nos arrastra como si hubiéramos caído a un río caudaloso y revuelto. Imagino que era cuestión de tiempo que nos acabáramos ahogando.

Durante mi vida he ido conociendo a personas con las que, de una forma u otra, me he ido entendiendo, nos hemos reconocido en ese "¿de qué va todo esto?" que llevamos escrito en la mirada y los gestos. Para algunos he sido una tabla de salvación momentánea, para otros una etapa de su vida, alguien con quien alcanzar la orilla.

Este blog nació porque era inevitable que, tarde o temprano, intentara explicar algo, tratara de buscar una vocación o un método para seguir adelante. No importa de qué esté hecho, ni si mis días melancólicos acabaron por hacer de esta página una queja contínua y pesada. Chapotear en el agua sin sentido, eso es lo que he ido haciendo durante muchos años.

En quince días cumpliré cuarenta años y tengo la sensación de no tener más de quince. No he pasado por las fases que llevan a otras personas a pertenecer al club de los adultos. ¿Me importa? Sí, no lo voy a negar. Me hace sentir diferente al resto de mi generación, hace que me sienta como mirándolo todo desde fuera. Tengo la sensación de haber perdido muchos años enclavado en la esperanza. Esperanza de que todo se arreglase, de que los buenos tiempo llegaran, de que entrara el contrato de la gran depuradora que me librase de las deudas, de que se acabara esta casi eterna búsqueda, de que se me ocurriera por fín la gran idea o que pudiera encontrar qué decir y escribir de verdad esa novela que llevo guardada dentro desde que, de niño, me quedé fascinado por las historias que me contaba mi abuelo Manuel.

Me siento agradecido por todo lo que he intentado hacer y he hecho, por todo lo que he vivido y por todo lo que he sabido mantener vivo dentro de mí. Por que a pesar de todo he sido y soy la persona que he querido y quiero ser. He tenido la oportunidad de ser más duro, he podido renunciar a lo poco que tengo claro y no lo he hecho, he tenido que soportar adioses que me han resquebrajado todas las esperanzas que tenía entonces y que eran como si después de haber alcanzado la orilla tuviera que lanzarme de nuevo al río para ahogarme.

No cambio nada. Lo de la vocación no creo que llegue ya. Hace días que dejé de resistirme y empecé a fluir con la corriente, cuanto más me acerco a la desembocadura más lejos está la orilla pero cuanto más tiempo paso dentro del agua más pez me vuelvo. Soy consciente de que mi vida vale el precio que yo quiera ponerle, me da igual quien la tase por encima o por debajo. Porque nuestra vida es sólo nuestra y uno decide si la convierte en caja fuerte, baúl de los recuerdos, sarcófago o pecera.

Y mientras tanto he encontrado una solución a un problema complejo: agua potable para a muy bajo coste energético... quizá, después de todo, y para no tener vocación, no pierdo el tiempo.


Coldplay - Trouble
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho, mucho este post, Toni/Espera a la primavera, por la franqueza que destila y por la esperanza tangible que se entrevee.

Tú puedes si quieres. Y piensa que la humanidad necesita de personas como tú. Un día harás realidad eso de que el hombrecito de la luna riegue al sediento continente africano y otros lugares varios, como India, con extrema escasez hídricas y problemas de salubridad, en gran parte, acarreados por sus aguas altamente contaminadas.

Gracias por ser cómo eres, no cambies. :)

Espera a la primavera, B... dijo...

Al final todo sueño tiene una pizca de realidad, Amber... y toda realidad parte de una fantasía.

Agua. Desde que era un adolescente y decidí sacrificar las letras por el agua supe que llegaría este momento... y los que vendrán.

Ahora entiendo el porqué algunos me tildan de lunático. La luna, el hombrecillo, África... al final todo tiene un sentido más allá de lo evidente.

Espero que ambos cumplamos nuestra parte del sueño.

Un sentido abrazo

Toni