jueves, 30 de diciembre de 2010

2010


Ha sido un año difícil. El año de las decepciones, de la tristeza. A finales de Febrero E. me dejó porque "éramos diferentes" yo no me lo creí porque seguíamos hablando dos y tres veces al día, seguía teniendo las llaves de su casa y ella las de la mía, se quedó sin trabajo y lloramos juntos, no es que estuviera ahí, es que estuve a su lado. A mediados de abril me pidió las llaves, a mediados de abril me echó de su casa porque tenía que venir un amigo a instalarle un cable desde el cuadro de contadores al su contador general. Poco a poco me encontré con que dejé de contar para los fines de semana, para las fiestas, para llamar a ciertas horas. Poco a poco me fui viendo inmerso en una selva de mentiras y me resisití a creerlo porque seguíamos llamándonos dos y tres veces al día.
A finales de junio una amiga me dijo que se había encontrado a E. tres semanas antes y le había presentado a su nuevo novio. Me quedé de piedra. No pedí explicaciones, la llamé y le dije que no la llamaría más. No pude decir nada más porque se me escapó la vida, ella no dijo nada porque entendió que yo ya lo sabía todo.

Pasé un verano horrible, había empezado un nuevo trabajo y me la jugaron, me tenía que haber ido pero no lo hice, estaba como zombi, me rehice pero al final no quise seguir. Ahora estoy en la calle, sin paro y con unas necesidades mensuales desorbitadas que difícilmente cubriré.

Seguí como pude, un día, a finales de agosto, conocí a L. y se empeñó en sacarme lo bueno que había en mí. Se llenó de paciencia y me arrancó las primeras sonrisas en muchos meses. Pero sigo en un estado de shock que me impide vivir la vida, amén de que me paso los días preguntándome cómo pagaré y no encuentro respuestas.

Lo peor de todo ha sido la culpa. Me he sentido culpable durante todo el 2010. Culpable de que mis padres sufran por mí, culpable de este tono vital tan bajo, culpable de poder ir a prácticamente ningún sitio, culpable por no ser el tipo que siempre fui, pero sobre todo me siento culpable por haber fallado, por no ser suficiente, por no poder dar todo, por no saber ver qué se esperaba de mí, por no poder salir adelante, culpable por ser un fracasado.

El día 20 de diciembre E. me llamó por teléfono desde su trabajo. Me dijo que pensaba muy a menudo en mí e incluso me dijo que tenía un par de cosas mías que quería devolverme, deduje que quería que nos viéramos después de seis meses de la última vez y cinco desde la última llamada. Quería que fueramos amigos porque nos entendíamos muy bien y se reía mucho conmigo. Fui educado hasta que me dijo que se había ido a vivir con el tipo del cable. Luego dejé de serlo.

Quiero decir que mi relación con ella no fue la de "nos pedimos unas pizzas y nos las comemos en casa", yo me comprometí a que vendría un niño (adopción monoparental) y que yo estaría allí, sin derechos, pero que lo cuidaría como si fuera mi hijo. Quiero decir que me ilusionaba (no tengo hijos) y que me hice ilusiones, que la esperaba a la puerta de la asociación de adopción (no daré el nombre) y que, en cambio, no conseguí que ella me dejara acompañarla en sus fines de "semana de aficiones personales" en donde en uno de ellos conoció al tipo del cable, ni conseguí que ella se quitara el miedo de irnos a vivir juntos (venía de una separación traumática). También quiero decir que no soy nada bobalicón, que tengo mi carácter y que hubo cosas que al final me pesaron. Soy un hombre sensible, es cierto, pero ¿sabéis? Yo si fuera un niño quisiera un padre como yo, sé que a mis sobrinos me quieren y respetan, los niños de mis amigos me buscan y me respetan porque los trato como lo que son: niños y adultos en potencia. Les doy cariño y al mismo tiempo les hago ver que hay normas. Es una pelea, una pelea en la que tiene que prevalecer la coherencia.

Este 2010 ha sido una desorientación total y vital, se me ha pasado volando, creo que no volveré a ser nunca el mismo. Estoy tan desilusionado que no sé cómo voy a volver a creer en nada ni en nadie. De veras, creí que las cosas no podían ir a peor cuando hace tres años, creé este blog y pensé que moriría por otra mujer. E. me devolvió las ganas de seguir adelante. Quizá por eso me ha dolido tanto, por eso cuando me dicen que cómo no lo he superado no puedo explicar que es la rotura de un hueso que ya se había roto antes por el mismo sitio.

Y estoy cansado de justificar las razones de nadie para hacer las cosas como las hacen, yo tampoco soy perfecto. Nadie tampoco tiene la culpa de que mi 2010 haya sido una decepción contínua. Ya no es algo racional, es algo emocional, es levantarte por las mañanas y saber que vas a tener que apañártelas tu solo, se me hace una montaña. Lo juro, hay días que son insoportables.

Siento que este blog se haya convertido en algo demasiado pesado y repetitivo, hubo un tiempo en el que fue literario, ahora es sólo una calle del extarradio de una ciudad en decacencia.

Me hubiese gustado poder acabar este año de otra forma pero, hoy por ejemplo, he perdido casi todo el día en tonterías. Hace un día gris plomizo, mínimamente frío, nadie me ha llamado excepto el 1004 y ahora voy a salir a que me dé el aire... la biblioteca está cerrada... si leo a Murakami, me deprimo.

L. llama de vez en cuando, más de lo que podría esperarse dadas las circunstancias. L. me aprecia y me da una perspectiva distinta. No quiero jugar con fuego, no quiero volver a romperme el hueso por el mismo sitio ni quiero que nadie se lo rompa por mí. De todas formas, he de decir que es la persona más extraordinaria con la que me he cruzado en muchos años, desde que fui al Ateneu Barcelonés... he vivido cosas que a día de hoy me parecen increíbles...



Perdonad si alguna vez durante el 2010 no contesté vuestros comentarios.

martes, 28 de diciembre de 2010

Ciertas verdades que cortan como navajas y que me convierten en el misántropo que soy


Me falta el aire en los pulmones. No sé qué me pasa. No sé hacia dónde voy. Esto es una larga caída, una inútil y tremenda caída.

No sé quién soy.

Me siento hueco y borracho.

Es algo que no sospechaba hace apenas unos años. Era algo que siempre supe que ocurriría.

A veces me pregunto si debí morir en el accidente de coche del 95 y si todo este tiempo de más es, en realidad, un tiempo equivocado, que no me correspondía haber vivido, que no hay ningún plan para mí, que el destino no contempla soluciones para los avatares de mi vida.

Voy a ser muy sincero. Hay días que me digo que hubiera sido mejor haber muerto en aquel accidente, luego pienso en mis padres y creo que lo hubieran pasado demasiado mal y me digo que no, que estoy vivo... durante un tiempo.

No tengo un plan, sólo tengo ganas de que el tiempo pase muy deprisa, muy, muy deprisa, que todo el mundo me olvide. Estas navidades me están sentando muy mal. Creo que necesito unas vacaciones de mí mismo.

Paso atrás


Sé que nada de esto tiene arreglo, que tarde o temprano acabará llegando el día en el que la presa se deshaga y el agua se desboque y lo arrase todo. Y lo sé porque en cuanto me aparecen las fuerzas se me van enseguida y vuelvo a estar en el lugar de antes, en el instante antes, en le punto de partida (como casi siempre).

Y no es que me agote, es que ya me desespera. Y no es que no lo intente, el caso es que lo intento. Mi vida pertenece a un lugar y un tiempo suspendido entre un pasado extraño y un futuro cuya barrera hacia él parece de látex, infranqueable.

Quizá pienso demasiado.

Quizá sean demasiadas cosas en poco tiempo.

Y me siento, básicamente, y a pesar de decir lo contrario en el post anterior, muy culpable de no ser capaz de superar todo esto, de no poder emprender con determinación el camino hacia alguna parte.

Joder, estas navidades se me están haciendo muy cuesta arriba.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Lo extraordinario de lo cotidiano


He perdido la cuenta de los días que he pasado en blanco, los días lúcidos en los que me ha fallado la impresora y se ha quedado el folio desierto, la mano desierta, el alma al pairo, en esta vía muerta en la que se quedó mi vida hace tantos y tantos días, ni contarlos podría si quisiera, se me quedaron ahí, como la tierra cuarteada en la sequía, se quedaron ahí como una semilla solitaria y equivocada.

No sabría muy bien decir el porqué, el caso es que hoy me he negado a salir de la cama a la hora que sonó el despertador, quizá porque hacía varias horas que daba vueltas entre sábanas frías y como siempre, abrazado a una almohada que se sabe, orgullosa, la almohada más amada del mundo, y la más odiada de tantos reproches que le suelto en mi insomnio dejado de la mano de dios, el maldito insomnio que ha vuelto de nuevo... mi querido insomnio (ya lo daba por muerto) a mí dormir por las noches me sabe a café con leche con muchísimo azúcar o a molicie y adocenamiento. Luego me levanto por la mañana media hora después de que suene el despertador pero lo hago por rebeldía (y por frío), yo lo que quisiera es que mi vida tuviera al menos una alegría a por la que ir desde primera hora de la mañana.

El caso es que después de tantos días (he de reconocer que pasé una nochebuena y una navidad muy triste por algo que pasó a principios de la semana pasada y por un catarro galopante, por una ausencia...) me ha vuelto la rabia y el insomnio y eso me da vida y me la quita, el caso es que ando más positivo, más no sé, más convencido de que no soy yo, quiero decir que quizá no sea tan culpa mía que me vayan tan mal las cosas, que quizá sean las circunstancias y que quizá simplemente haya tenido mala suerte o haya creído más en lo de los demás que en lo mío propio, quizá porque lo mío me lo conozco y sé que, bueno, es mejorable, pero lo otro, bueno, lo otro era puro egoísmo y canallada, puro tomarme como un objeto desde el principio. Y me he dado cuenta de que la gente repetimos los errores una y mil veces.

Y entonces me he preguntado qué error cometo yo y me he respondido que soy un optimista con maneras de pesimista y claro, es como un coche de gasolina al que le pones diesel, que sale humo. Y entonces tuve una conversación anoche, una conversación salvaje y llena de incertidumbres y esta mañana he tenido otra y joder, me ha dado alas porque puede que sólo tenga un amigo pero qué lúcido es el tío. Y siempre me da ánimos sin dármelos porque razona y sonríe y lo hace todo fácil y...

... me pierdo, me pierdo y toda la culpa no la tengo yo, no creo que debería haber hecho esto o aquello, creo que quizá no encajo con ciertas personas, que quizá no encajo en ciertas organizaciones, quizá me he acostumbrado tanto a equivocarme que creo que soy yo el que no sabe y puede que no sea eso, no creo que sea eso, creo que tal vez he ido por caminos equivocados y empeñándome en continuar por esos mismos caminos hasta agotar las posibilidades de éxito. Mala planificiación, sensación de omnipotencia o creer en alguien que da señales de no ser de fiar hasta que ya es demasiado tarde.

Tampoco yo me libro, podría esforzarme más y mejor, gastar las energías en lo que debo gastarlas. No sé, desvarío otra vez.

El caso es que hoy después de mi conversación con mi amigo Ricard, me he quedado mucho más tranquilo. Luego, he caminado y he dado algún paso en falso que otro pero, en definitiva, he vuelto a coger un poco las riendas porque no puedo estar culpabilizándome de todo y castigándome por ello.

No sabría cómo explicar el cambio ni en qué lo noto, creo que quizá todo sea más llevadero. Esta noche el insomnio me dará una respuesta.

jueves, 23 de diciembre de 2010

la inercia

Sigo sin entender qué me pasa, qué es lo que se ha parado dentro de mí y me impide escribir o continuar con algo más o menos coherente. Es como si, de repente, me hubiese hecho mayor, muy mayor, casi anciando, pero no de pensamiento, sino de espíritu... de corazón.

Y no sé muy bien qué hacer para ponerlo de nuevo en marcha.

Creo que tengo demasiado tiempo libre.

Llevo todo el día con tos, esta tarde he tenido fiebre pero me he tomado un ibuprofeno y se me ha ido. Sigo teniendo tos. Hace frío y tengo que ir a ver a unos para que les haga unos certificados a un bar. Supongo que lo tendrán todo en regla y yo sólo les daré el visto bueno.

Luego llamaré por teléfon a alguien a quien hace tiempo debería haber llamado. Seco. Lo que yo decía. Seco.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Estos días antes de Navidad


Me cuesta entender la voz de todo lo que llevo dentro, me cuesta saber el porqué de todas estas subidas y bajadas que mi estado de ánimo experimente a lo largo del tiempo. Probablemente no entiendo demasiadas cosas furea de mí o quizá, no quiera entenderlas del todo.

El caso es que me hundo con la velocidad del rayo sobre el mar, me pierdo entre las olas, no puedo controlarlo. De repente, algo se seca dentro de mí, una ausencia, una incertidumbre, una distancia, se convierten en algo demasiado grande y pesado. Es como si, de repente, el hombre que soy, se conviertiera en el niño que fui y no entendiera de qué va todo esto.

Y me vuelvo un zafio patán, y me dejo llevar... por mi misantropía.

Sigo sin entender por qué me pasa todo esto. Puede que sea la distimia o puede que sea que he llegado a un punto de no retorno. No sé, a veces me pregunto qué pensarán de mí las personas que me sufren.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Fractal del voz

Me llama. Hace más o menos un año llamó seis o siete veces en tres meses después de varios años sin hacerlo, después de irse sin ni tan siquiera despedirse, después de irse como el agua por el desagüe de la ducha, irremediablmente, llevándose mi piel con ella.

Cuando volvió a llamar después de tanto tiempo quise dejar de sentir lo que sentí: alegría de volver a escuchar su voz, de saber de ella, tener otra vez ahí, casi delante de mí, su presencia. Pensé que no era justo, que nadie puede tener ese poder sobre otra persona. Y luego me mentí, me dije que que las cosas que quedan inconclusas siempre pueden continuarse en el mismo punto en el que quedaron interrumpidas. Con ella siempre tuve esa sensación, que tarde o temprano volvería a casa con bolsas del supermercado y diría que se le había hecho tarde y yo no diría nada, absolutamente nada después de tres años para no romper esa inercia, como si el equivocado fuera yo y todo este tiempo fuera una fantasía mía.


El caso es que aquellos días fueron endiabladamente intensos, seis llamadas en tres meses entre las cuales me desvivía, deseaba volver a verla, me compré ropa, saqué las telarañas a las pesas, quizá hasta engordé un par de kilos. Luego volvió todo al mismo silencio, dejó de llamarme y mi ropa nueva envejeció en el armario y cambió de temporada. Seguí con la misma rutina y con la misma sensación de interrupción, quizá por que dejó de llamarme el día en el que dijo que nos veríamos al día siguiente, que estaría en Barcelona y yo fui a esperarla al aeropuerto a pesar de decirle que no iría.

Esta vez pensé que no se lo perdonaría, que nunca jamás lo haría y le colgaría en cuanto me llamara y supiera que era ella. Esta vez sería yo quien tomara la decisión. Pero interiormente deseé de nuevo volver a verla, aunque fuera para decirle cosas horribles, aunque fuera para decirle que no quería saber nunca nada más de ella. Para alegrarme de verla para poder odiarla y que supiera lo mucho que me importaba al decirle lo contrario.

Quizá por eso cuando me llamó ayer yo me sentía como si ella me hubiera rescatado del olvido cuando en realidad el que había empezado a olvidar era yo, que la rabia había dejado paso a la decepción y ésta a una especie de indiferencia, una indiferencia que era sólo la crisálida que envolvía algo que no se sabía muy bien qué sería hasta que llegara el día. Y ese día había llegado y la crisálida sólo contenía a otra crisálida y ésta otra y otra como un juego de muñecas rusas. Todo para no poder tener la suficiente fuerza interior para colgarle nada más oír su voz.

Y hablamos... pero ese es otro tema, eso es algo que ahora no puedo contar, quizá mañana, cuando pueda digerir todo lo que nos dijimos. Pero quizá eso no os interese, quizá deba dejar esto sólo para mí.

martes, 14 de diciembre de 2010

Filtraciones

Me dice que se quema, que en cualquier momento va a salir ardiendo "primero saldrá humo y luego, al cabo de un rato, me prenderán las llamas desde dentro". Le digo que eso es lo más parecido a lo que siento y ella sonríe de nuevo y me llama bobo y me dice que es mentira y me da un beso. Luego sale corriendo, me dice adiós con la mano y grita "hasta mañana".

No le respondo, mañana puede ser dentro de un mes o dentro de una semana, puede que me esté esperando en la puerta de mi casa, no sé, ella está ahí y no está, no sé. Me hace sentir viejo toda esa incertidumbre.

Camino hacia casa, llevo las botas de ir a la montaña, dicen que va a hacer frío y me las puse esta mañana por si el frío llegaba de repente. La temperatura es más o menos la misma que durante casi todo el día, puede que hasta haga más calor. No sé, llevo demasiada ropa encima. Cuando llego a la puerta de mi casa ella no está, me desilusiono un poco, y me vuelvo a sentir viejo, quizá no la vea nunca más, quizá acabaremos sin saber uno del otro, nos vencerán el tiempo y la distancia, nos ahogarán los días con sus gotas, pero nunca, al menos por mi parte, me agrietará el olvido las ganas de volver a verla, de escuchar sus buenos días y sus cosas sencillas como el pan sencillo, un perfume fresco, los cordones de mis botas... que se deshacen y se desperezan dejándole mis pies a las zapatillas. Me gusta estar en casa y oler a incienso y a ventana, y a la comida casera de la vecina de abajo y la humedad del vaho en los cristales isotérmicos y a este amor por deshaucio y todas las cosas que eran tuyas y me encuentro aún en los armarios.

Y a este diciembre feo, pero feo de circo, feo de pagar por verlo y asustar a los niños luego.

A este diciembre que se seca y se comprime, que se desarma como aquel armario que te monté de IKEA.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Ganas de salir corriendo


Hoy tengo ganas de salir corriendo hacia ninguna parte... sin mirar atrás.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Fuego!

Le digo que se sufre igualmente cuando dejas que cuando te dejan, solo que de forma distinta. Él sonríe y me contesta "Sí, viene a ser lo mismo disparar a que te peguen un tiro"

Hombre, visto de esa manera...




Ya no pregunto los porqués, sé que los porqués no existen en ciertas cuestiones que atañen al alma de otro. Así que prefiero dejar de preguntar. El que parece que no quiere dejar de hacerlo es el bicho y esta noche ha vuelto a despertarme de madrugada. Se que esta vez viene en serio a por mí y ambos sabemos que lo hace porque esta vez sí tiene posibilidades reales de llevarse lo que vino a buscar desde el primer día.

Ya no me pregunta con furia, ahora lo hace con sorna, se burla de mí y de lo débil que soy, de que esta vez estoy deseando que me empuje, de que esta vez quizá no necesite ni siquiera empujarme hacia el abismo.

Hoy el universo es mucho más frío y vacío que otros días. No me importa demasiado, lo observo como algo alejado de mí, como si a cierta distancia todo adquiriese un estado de "yo aquí y todo lo demás allí" en donde en ese "allí" estuviesen también las emociones, todos los deseos, las esperanzas y los afectos.

Por fin conseguiste aquello que querías.

martes, 7 de diciembre de 2010

Tu rastro de luz en mi sombra


Hay personas que brillan como si una luz interior les iluminara. Luciérnagas que brillan en la oscuridad y que, de alguna forma, nos dicen que no nos preocupemos, que la luz existe, que el sol llegará.

No recuerdo si he visto alguna vez alguna luciérnaga de verdad, si de niño, cuando el mundo era aún casi salvaje, en alguna charca, algún atardecer mi padre me enseñó la tenue luz de las luciérnagas. Sé, sin embargo, que me he cruzado con muchas de ellas en mi camino, y que, tarde o temprano me han mostrado su luz, me mostrarán su luz. La luz de esa clase de personas nunca podrá ser nuestra, nunca nos pertenecerá para poderla utilizar a modo de linterna, su luz es la constatación de que cada uno de nosotros puede despertar su propia luz.

No son los gurús ni los escritores de best sellers, no son los catedráticos de tal o cual materia, son la gente más corriente, quiero decir que no hace falta nada especial, a veces uno se cruza con ellos por casualidad y hacen de tu día un bosque encantado.

Y sé que existen, no porque sea crédulo, sino porque si miro hacia atrás soy capaz de ver su rastro de luz en la retina de mi memoria, porque el mundo sigue siendo oscuro pero entiendo que mientras amanece, este cazador de miradas que soy yo, seguirá saliendo por la noche en busca de luciérnagas con la determinación con la que saldría a buscar el último unicornio o tu mano tibia y lasciva.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Entre otras cosas...


Entre otras cosas...

- Leo Tokio Blues de Haruki Murakami y me gusta el personaje, es curioso que en una novela tan larga escrita en primera persona el personaje sea alguien que hable poco. Me gusta eso, quizá porque yo me reconozca en ello. En cierta forma, es una novela para personas que piensan mucho.

- Llevo dos días durmiendo más de ocho horas y me siento culpable. Normalmente duermo cinco o seis como mucho y pienso que son pocas. Me había planeado una serie de tareas para el puente, tareas como hacer de nuevo mi currículum, hacer un proyecto para el jueves, valorar si hago un proyecto o no, abrir cartas que tengo por clasificar, y por supuesto, escribir. En cambio leo y escucho música. Bueno, he valorado si hacer el proyecto ese o no. Necesito el dinero pero no lo voy a hacer por falta de tiempo para recoger información. Valoro qué es lo que más me conviene y creo que es acabar la novela. No sé cómo voy a sobrevivir durante los próximos meses, pero sigo confiando en que las cosas irán a mejor.

- Llevo tres días prácticamente solo, no caliento el piso por no gastar y cada día que pasa tengo menos ganas de estar con nadie ni comunicarme con nadie. Creo que la decepción ha dado paso a una misantropía en toda regla. Necesito establecer un plan para salir de todo esto. Se da una paradoja: Me gusta estar dentro de mi cuerpo, es decir, sé que no soy la persona que los demás desean que sea pero yo estoy bien con los valores éticos por los que me rijo. Creo que soy, básicamente, un hombre honesto y hace tiempo que dejé de pedir a los demás que lo sean, lo cual no significa que lo comprenda ni que vaya a seguir en contacto con ellos.

- Mi vida tiende a un caos ordenado, o yo le veo un orden que es sólo mío, no sé, sigo sin entender la mayor parte de las cosas, deseo con todas mis fuerza el mal de alguien pero enseguida me arrepiento de haberlo deseado. Luego pienso que sólo le deseo que la vida le lleve al mismo sitio al que me llevó a mí. Tampoco es muy loable pero tengo una rabia dentro que no sé cómo sacarla.

- No tengo especialmente apego a la vida, supongo que desde el punto de vista budista he llegado a algún punto intermedio de iluminación. La verdad es que mi vida no se la deseo a nadie. Bueno, sólo a una persona.

- Sé que durante los próximos años esto no cambiará en absoluto, mis condiciones de vida no van a mejorar demasiado, creo que pronto llegará el momento en que se me afloje un tornillo y me hunda del todo, pero de momento sigo a flote, achicando agua constantemente. Agradezco profundamente a las personas que decían que me querían y que iban a estar a mi lado el que hayan mantenido su palabra a su manera, es decir, desapareciendo.

- Por otro lado me ha sorprendido la presencia de viejos amigos o de nuevos amigos que me han dado su apoyo moral y me dan esperanzas. Si de algo vivo es de esperanzas, así que todas son bienvenidas. Sigo tratando de dar un poco de sentido a mi vida, sigo teniendo el deseo de llevar el agua a quien lo necesita. Paradójicamente es probable que me corten el agua. Prefiero que me corten el agua a que me corten el ADSL, no sé, cosas, quizá debiera estar sin ADSL un tiempo, quizá todo me iría mejor.

- Voy a hacer los deberes que me ha impuesto mi pepito grillo y voy a acabar de hacer el currículum.

PS: Quiero decir algo. No me resigno ante las circunstancias, sólo quiero decir que las cosas son así y no veo la salida. Eso es todo. Cuando la vea iré hacia ella.

sábado, 4 de diciembre de 2010

El Aleph... o todo el conocimiento que te hace falta


Mi padre me llama por teléfono. Me pregunta que si voy a ver el partido con él. Le digo que sí y sonrío. Somos de equipos antagónicos, vemos el mundo desde dos puntos de vista tan lejanos el uno del otro... tiene setenta y seis años.

Me pregunto si cuando pasa por un parque se acordará de mí y de mis juegos de cuando era niño, si habrá lugares y situaciones que le recordarán a aquellos días en los que yo no tenía una personalidad arisca y taciturna, y si aquel niño vive aún en su corazón.

Voy a ver el partido con mi padre. Y voy a llevar una botella de vino extraordinaria que abrí el otro día. Porque puede que mi padre no me entienda (yo tampoco me entiendo, para qué lo voy negar) pero quiero compartir lo mejor que tengo, lo mejor que soy. Porque sin comprenderme me dejó hacer, porque si estoy así es porque pensó que debería caer para poder levantarme.

Porque enseñar a vivir es enseñar a ser uno mismo.

Luego, cuando vuelva, sigo con el post.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Nada nuevo bajo el sol


Nada nuevo bajo el sol. Sigo sin poder escribir. Me duele cierta parte del alma que no sabía ni que existía. Aún puedo recordar las palabras exactas con las que el corazón se me hizo añicos.

¿Mantengo la esperanza? Me queda muy poca, me pregunto qué seré si se va toda. Me da miedo que una sola persona se pudiera llevar tanta y con tanta facilidad, sin que además le sirviera a ella de nada.

Ahora es distinto. Ahora soy incapaz de confiar en nadie.

Y duermo por las noches, dormir es lo mejor del día.

Y a veces sueño... pero sé que sólo es un sueño.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Sentado frente a la chimenea, el tacto del gatillo en mis neuronas

Existen días en los que, literalmente, me fundo. Me fundo como la arena en el crisol y si me soplas por el oído me convierto en la figura de vidrio que tú quieras. Casi siempre acabo siendo una botella, una botella que contiene agua salada, es bonito ser mar, es decir, arena de playa y agua de océano al mismo tiempo, y triste; el mar es gris en invierno, es triste el color gris, es el color de la ceniza, de algo que ya está muerto.

Estos días de fiebre y quietud me han devuelto a otro tiempo, a veces pienso en esos otros tiempos, ya sé que no debería, que sólo yo permanezco anclado a aquella guerra, que para otros yo ya ni existo, soy como el cartucho vacío, molesto. Si algo he acabado siendo para las personas por las que pasé por su vida es una molestia. Innecesaria, diría yo.

Hace días que vivo gracias a una inercia más o menos consciente. Hace días que mi vida sólo tiene la vela desplegada sin un puerto al que dirigirse y me caigo y me levanto, me hundo y me refloto esperando a esa vía de agua que me devuelva al fondo. Estas navidades van a ser unas hijas de puta, este año no quiero que haya navidades, este año no voy a ir a ninguna fiesta ni a ninguna cena ni a nada. Este año voy a estar esperando a Papá Noél con una Magnum del 45 justo en frente de la chimenea.

No está en mi mente hacer prisioneros.