martes, 30 de noviembre de 2010

Martes, te llamaré Martes


Me pierdo entre la inercia de la mañana, la fiebre ha remitido pero no el dolor de las articulaciones, tengo mal aspecto cuando me miro en el espejo, la verdad es que hace días que tengo mal aspecto aun a pesar de no estar enfermo. Cuando llega el invierno me deslustro, me vuelvo un ser albino y feo, un ser desmotivado, de alguna forma que no entiendo mi alma migra a otra parte, quizá por eso siempre esté esperando a la primavera...


El caso es que no me reconozco en lo que escribo, es como si lo escribiera otro, otro con otra alma que lo habita, que no tiene un corazón tibio, alguien que lo tiene en la nevera junto a los embutidos o el queso en lonchas, alguien que entiende por qué todos se van yendo de mi lado y que, además no sólo no le importa si no que lo promueve. Me pregunto cuándo y dónde se celebrará el duelo con ese otro y si podré detorrarle y recuperar mi alma, si podré escribir de nuevo como me gusta, si podré volver a hacerte sentir que estás a salvo, que desde toda esta distancia me quieras un poquito, tan poquito que eso no es querer, es otra cosa, es gustar, como le gusta a uno ver amanecer o el silencio de los cantos de los pájaros a esa hora, o la mermelada de naranja amarga, o el tacto del lomo de algunos libros, de algunas personas...


Y yo, aquí en la inercia, devorando los minutos, con los pies fríos, con el alma perdida, con la noche en vela y llena de recuerdos a mi espalda, echándote de menos y dejándome llevar por las luciérnagas que nacen en mi cabeza cuando la fiebre se desboca. Aquí, devorado por cómo me siento cuando el tiempo se detiene y me encuentro solo con todo a mi alrededor desconchándose como las paredes de una casa en decadencia, haciendo balance de en lo que he convertido mi vida y queriendo tener otra...


Esta tarde vuelvo a la oficina, esta tarde vuelvo de nuevo a arrastrar la gran roca, la pesadez de mis días, este trabajo desalmado y feo como yo, triste como yo, me dejo llevar, las 12:50, maldita sea, sigue habiendo cosas que no entiendo.

7 comentarios:

Mía dijo...

Espero que te mejores pronto, y no esperes todo el invierno para buscarte y encontrarte mejor...Aunque la humedad y el tono sepia calen en los huesos...
Lo bueno de estar en otra estación, es que se escribe diferente. Se piensa diferente. No creo que por eso dejes de ser tú. Ánimos, ya queda menos para la llegada de las golondrinas!
Cuídate!
Ciao
;-P

Espera a la primavera, B... dijo...

No sé qué decirte, Heidi, si algo no cambia con las estaciones es esa maldita sensación de que sobro en todas partes.

Mía dijo...

Si no encuentras el lugar, es que no lo has buscado bien...No venimos por equivocación. Búscalo mejor. Ánimos! Y deja a Papa Nöel vivito y coleando o me quedo sin príncipe azul otro año. Un abrazo.
Ciao.
;-P

Espera a la primavera, B... dijo...

Papá Noél es el gran farsante. Va a ver ése lo que es un regalito... No hay nada más perverso que el consumismo difrazado de bondad.

Mi sitio... mi sitio no sé dónde estará.

Anónimo dijo...

Me alegra ver otros comentarios a esta entrada.

Y te digo igual que Heidi, que por algo te lo digo sentido:

ÁNIMOS, muchos ÁNIMOS.

Y recuerda siempre esta máxima:

"The best is yet to come".

Un abrazo de los míos, conSentido,

Amber

Espera a la primavera, B... dijo...

The best is yet to come...

espero que tengas razón...

Mía dijo...

Las mujeres siempre llevamos razón. Deberías saberlo. O como mínimo no ponerlo en duda...
( ;-P)
Un abrazo.
Ciao.
;-P