martes, 9 de marzo de 2010

vídeo: Agua- Jarabe de Palo



Esta mañana, mientras la nieve empezaba lentamente a fundirse y yo volvía a cargar con mi bolsa donde lo llevo casi todo, mientras llovía desde los balcones una lluvia desigual y fría a la luz de un sol radiante y yo esperaba inútilmente ver nacer un arco iris a contraluz y en cualquier plaza, me crujían por dentro palabras que no entiendo y que comprendo al mismo tiempo. Las comprendo porque igual yo en el mismo caso también las diría, no las entiendo porque parecen ladrillos para consturir una pared.

Esta mañana, mientras me sentaba en los asientos mojados de mi coche, mientras conducía desorientado por calles que apenas conozco, mientras me quedaba boquiabierto descubriendo la nieve del mundo que ayer desde un ventanal con palmera no hacía que cuajara en mí la idea de tanto y tanto blanco, me fui poco a poco contrayendo, haciéndome pequeño, me fui volviendo uno con el frío, me concentré en la carretera, dejé de ser yo mismo por unos instantes, me fui, en definitiva, quedando en la cuneta de mí mismo, como tantos coches por la carretera.

Ayer me pasó casi de todo: se me inundó el coche de agua, se me paró el teléfono móvil, me quedé bloqueado en Barcelona sin poder salir, perdí mi firma electrónica, anduve y anduve hasta encontrar una copisteria que me pudieran imprimir dos planos...
Pensé que nada ni nadie me iba a amargar el día y, sinceramente, fue uno de los mejores días que recuerde: Me hice amigo del que visa los proyectos, me reí con desconocidos y les expliqué alguna tontería y ellos me explicaron sus cosas... Se puede ir de muchas formas día a día, hay una en la que nada te afecta. Puede que las cosas no me vayan en absoluto bien, puede que mi día a día esté llenito de pequeñas zancadillas y de grandes montañas que escalar, puede que no siempre tenga la fuerza para tirar hacia adelante, que debería ordenar mis papeles e insistir en algunas cosas pero hay días en los que uno decide que nada va ser tan grande como para que a uno se le vaya el ánimo de ser feliz. Quizá la felicidad sea una actitud y no algo a lo que aspirar.

Esta mañana, cuando volvía a la oficina a cerrar algunos asuntos, entre ellos a que me reparen el coche y el móvil, cuando me deshacía por dentro (como la nieve) el calor azul de unas palabras, salí de un túnel y ví los campos infinitos totalmente blancos, sin aristas, como si una nube se nubiese caído panza arriba sobre el mundo esperando a que una mano gigante le acariciase la barriga y ¿sabes? tengo (y quiero) estar agradecido por tanto...

Hoy todo el mundo, en la radio, se quejaba de la nieve pero esta nieve nos ha dejado dos cosas muy buenas: una, la primavera florecerá con más fuerza (pero pobres almendros) y dos, debe haber por ahí muchas historias de solidaridad, de ayudar a alguien que se queda colgado sin teléfono, sin coche, sin dinero y encuentra a alguien que sabe que lo único que tenemos, a veces, es el derecho a la solidaridad (a recibirla y a darla), que lo único que somos es gente, que lo único que tenemos es lo que podemos llevar encima.

Gracias por el móvil, la mesa, la cena, la cama.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por la compañia, las risas, los abrazos, la paciencia y más abrazos (que siempre necesito).

Espera a la primavera, B... dijo...

Dicen que los abrazos son más terapéuticos que diez sesiones de cualquier terapia. Estaría bien que el médico mandase abrazos por receta.

Mon dijo...

Definitivamente la felicidad es una actitud, no puedo entenderla de otra manera.

Un abrazo.