martes, 17 de noviembre de 2009

Esperanza


Siempre acabo regresando. Como si me uniera a este blog una goma elástica invisible que, cuanto más me alejo, más se tensa. Me pregunto si alguna vez, de tanto tensarse, la goma se acabará rompiendo y quedaré libre y me pregunto también si sabré entonces qué hacer con esa libertad inesperada. Creo que soy de esa clase de hombres que necesitan un lugar seguro al que regresar, que soy de esos que acumulan recuerdos para poder volver a ellos, saber que en ellos viven amigos que probablemente nunca ya piensen en mí, que viven amantes que nunca llegaron a serlo y otras que sí lo fueron y les acabó venciendo la desidia de vivir junto a un eterno indeciso.

No es fácil vivir encima de una cuerda. No es fácil añorar un pasado que muchas veces no merece ser recordado. Imagino que todo el que me conoce sabe quién o qué soy al poco tiempo de frecuentarme. No lo escondo, nunca lo he hecho. Quizá si fuera más constante habría acabado todas las novelas que empecé y que se fueron muriendo, que me fueron dejando. Resulta curioso que diga que fueron ellas quienes me dejaron y no que fuese yo quien las fuera poco a poco abandonando. Tal vez ahí esté la clave de todo o quizá ahí no haya nada de nada, sólo el eco de las propias palabras en tu cabeza mientras las estás leyendo. En cualquier caso, de nada sirve levantarse y empezar de nuevo. Siempre empiezo de nuevo. A veces, cada día es un nuevo inicio: trescientos sesenta y cinco días primeros al año. Miles de primeros días desde el primero que terminarán algún otro día con un plan inconcreto e inacabado.

Si algo debo decir en favor mío es que por lo menos soy optimista. Cada día que empiezo tengo planes para él. Le he dado una estructura desde primera hora hasta la última, me he propuesto hacer decenas de cosas a las que posiblemente no pueda darles cabida en sólo veinticuatro horas. Y me canso y llego agotado al último segundo del último minuto de la última hora. Y caigo redondo elaborando un plan para el día siguiente. Un plan en el que escribiré un página de una novela que ya no cree en mí, en el que conseguiré a ese cliente que conjurará definitivamente el plan fallido de hace algunos años y que me llena de piedras los bolsillos y me lacera el alma con diminutas agujas ardientes. Entonces recuerdo que debo ser feliz y planeo la felicidad pero sólo es una huída hacia adelante. Sólo es una caída eterna que nunca se concreta. Que esa felicidad que planeo es a quince años vista y que tiene la nocturnidad de la emboscada y la alevosía de todas las leyes escritas desde el inicio de los tiempos.

Escribir sacia a mis demonios, me centra en quien soy y dónde estoy, me llena de esperanza porque es como mirarme en un espejo y saber que el que está ahí es fuerte porque sabe que es débil. Y sí, soy débil porque lo aguanto casi todo. Soy débil porque no puedo dejar de volver una y otra vez a caer en los mismos errores todos los días, porque me construyo cada mañana con las ruinas del que fui el día anterior.

Pero no hay mayor valentía que, a pesar de saber eso, levantarse todas las mañanas con un propósito nuevo, con una o mil metas inacabadas, dispuesto a reinventarse uno mismo y reinventar el mundo a mi alrededor. Y a veces gano y a veces pierdo, a veces bailo de contento y otras me hunde una sola palabra. A veces me paso el día buscando sin encontrar y otras encuentro al mismo tiempo diez cosas que andaba buscando.

Pero siempre mantengo intacta la esperanza.

5 comentarios:

Helena dijo...

La esperanza es lo último que se pierde... para bien y para mal :)

Un beso

Gata dijo...

Hay una canción mejicana que empieza así: "si quieres hacer reír a Dios cuéntale todos tus planes" emm....y como yo creo que es cierto, al menos la verdad q encierra, ya no planeo nada sólo me dejo llevar y sabes? el día al final es el que me sorprende a mi ¿por qué no lo pruebas? ;))

Por otro lado las ideas malísimas son siempre las mejores (valeeee esto es de "Bajo el sol de la Toscana" q te recomiendo verla tb jeje yo y el cine el cine y yo...cuantas veces ha redireccionado mi vida el celuloide ainss...si yo te contara) Así que no te conozco, pero creo firmemente (vaya frase ;P) que si no terminas las novelas es por miedo, el miedo del escritor a ser publicado...es raro, pero existe ese miedo como tal y es el más lacerante y cerval de todos los que existen, así que...como dicen que cuando conoces tus miedos puedes enfrentarte a ellos, porq no piensas en esto y te lanzas de una vez? Hay una editorial en Aranjuez..se llama Atlantis y se toma en serio a los escritores noveles, los lee y opina y si les gusta publican y sino te lo dicen (cosa rara y de agradecer) no sé...hay muchas puertas Toni sólo hay que girar los pomos ¿no crees?
Pero si te dicen que no, piensa que Gabriel García Márquez tardó 7 años en encontrar editorial para su primer libro, así que ya sabes...nunca cejes en tu empeño Toni y las piedras que no sirvan para nada tiralas porq lo único que hacen es ocupar espacio.
Un besito niño

Concha Barbero de Dompablo dijo...

"...saber que el que está ahí es fuerte porque sabe que es débil".

Esa es una prueba de tu poder Es como el que sufre una enfermedad, pero él no es un enfermo. Verse desde fuera es ser consciente de que uno es mucho más de lo que hace o dice y, por supuesto, de lo que le sucede.


Mira, Toni, tú estate como quieras :-)) pero sigue viniendo de vez en cuando a soltarnos unas palabrillas, porque así nos vamos convenciendo de que somos todos muy iguales: nos caemos, nos levantamos, dejamos algo y lo retomamos.... hasta que un día, concretamos (y seguro que volvemos a caer ;-)

El missatger dijo...

Eres el mejor. Esta vez has aguantado seis días sin escribir. Has nacido para esto.
Ya he enviado aquello a Laura.
Un saludo desde tierras norteñas.

Espera a la primavera, B... dijo...

Helena,la esperanza es lo único en que se puede confiar.

Gata, gracias por tus palabras, por la puerta abierta a la esperanza y por el consejo. A veces, no sé el porqué, te siento cerca.

Concha ¿qué decir? Me gustaría otra clase de fortaleza, pero aquí estoy, me siento atrapado y eso es más un sentimiento que una realidad.

Missatger, seis días son una eternidad para un yonqui como yo. Espero que tengas suerte, pero no concentres tus esperanzas en la editorial de Laura. Coge el consejo de Gata y envíala a Atlantis.
Me gustó volverte a ver, bribón. Te ví bien, muy bien.