lunes, 20 de julio de 2009

La soledad del corredor de fondo (fundido)


Hoy ha sido la primera vez desde hace mucho tiempo que he salido a correr. Hace días que salgo a caminar, camino una hora y media más o menos y luego casi puedo dormir. El maldito insomnio está hecho de horas sedentarias, así que lo combato con cierta actividad a media tarde. Pero hoy, después de caminar durant un buen rato he decidido que lo que me quedaba hasta llegar a casa lo haría corriendo.
Desde que hace cuatro años sufriera una lesión en la espalda durante un curso de windsurf (dios ya me advirtió que lo mío no era el equilibrio) no había vuelto a correr porque la dichosa vértebra de los cojones (bueno, lumbar) me dolía cuando lo intentaba. Después de tres meses de pesas y abdominales mi cuerpo está más o menos sujetando esa parte del cuerpo y como me encontraba bien he pensado, venga, prueba, si te duele te paras. Más me hubiese valido haberme pegado un tiro.

Al principio fue bien. Una ligera cuesta en la que podía cargar el peso sobre los gemelos y el cuádriceps. Hasta ahí bien, encaré una curva y la recta kilométrica de la avenida de Barcelona. No me dolía pero notaba las piernas agarrotadas de no haber hecho un esfuerzo así en años. Mi poderío mental me permitía ese sufrimiento y más que me echaran, mi cuerpo , en cambio sufría dominado por mi psique sobrehumana. Empecé a encontarme bien y a aumentar la velocidad y amplitud de mis zancadas. Por primera vez en muchos años me sentía realizado en aquella carrera contínua. Los pocos transeúntes se perdían al pasarlos como estrellas fugaces en la noche de San Lorenzo. Yo era de nuevo veloz. Sí, una máquina perfecta (sin engrasar, es cierto) en el funcionamiento para el que había sido creada. Dios me admiraba desde las alturas, estoy seguro de ello, y se mesaba la barba y decía "joder, qué tio, ese toni" y yo le respondía para mis adentros "complácete en la gloria de tu perfección: yo".

Después de un rato empecé a notar que mi fortaleza mental tampoco estaba engrasada y pensé que por hoy ya tenía bastante, que el ejercicio moderado se llama así porque alguien lo modera, o sea, el que lo practica y yo ya había decidido que ya estaba bien.
Pero el hombre es un animal extrarodinario, un compendio de virtudes y moral suprema, un ser por encima de todo, creado para superarse a sí mismo. En el instante en el que iba a parar de correr tuve una revelación, en juego estaba algo más que probarme a mí mismo si podía aguantar corriendo o no, estaba en juego si los elementos (la fatiga, el sudor, el calor...) podían con mi determinación o si era al revés. Vale, esta bien, la verdad es que dos chicas jóvenes y guapas salieron de una esquina y yo que casi me había parado, volví a arrancar. Eran, posiblemente, dos extranjeras. Al ver mi ánimo invencible me jalearon y lanzaron besos como una dama a su caballero paladín. Yo les sonreí con un gesto de suficiencia y alcancé a decirles algo como "aarrrg, mmmm, mmmmme mmmmuero". Ellas, en su idioma me respondieron con algo que si hubise sido castellano hubiera sonado como "Pero si ya nadie te persigue pa que corres" y que se podría traducir como "Oh, loor a los invencibles". Seguí corriendo y dándome la vuelta de vez en cuando para ver si ellas me miraban. O no me miraban o lo disimulaban muy bien y lo hacían cuando yo no miraba, seguramente esto último. Esta operación de mirar hacia atrás hizo que tuviera dos encontronazos con sendos árboles sin consecuencia para ellos y con arañazos de veinte centímetros en mi cara.

Cuando perdí de vista a las muchachas mi mente me pasó una nota mental: "toni, párate, gilipollas, que nos vas a matar. Firmado: todas las células de tu cuerpo". Ante tal demanda, (aunque hubiese podido correr todo el tiempo que me hubiese dado la gana) iba a acceder a parar cuando ví que venía hacia mí el vecino del tercero tercera; mi archienemigo. No podía abandonar justo delante de él. No podía darle esa satisfacción. No. No podía claudicar, no cuando me mira con esa autosuficiencia o cuando en el ascensor me dice "joder, qué bien se vive solo. Puedes traer a casa a quien te parezca, puedes hacer todas las fiestas que te dé la gana... menos mal que tú eres un tío tranquilo y no nos das problemas" Lo que el tío me llama es gilipollas. "Yo me pasaría follando todo el día, con una con otra. Pero no sería tan discreto como tú, que jodío, en ocho años que somos vecinos te habré conocido un lío, eso me gusta, discreción". (¿Será cabrón?).
Ante tal elemento no podía hacer otra cosa que sacar fuerzas de donde fuera y pasar por delante de él y saludarle con la dignidad que me define allá donde voy.

Llegué a su altura con las piernas temblando. Él me dirigió una sonrisa sardónica y me saludó con un arqueo de cejas. Yo alcé la barbilla y sonreí con plácida suficiencia. No ví el seto.

El seto me llegaba por la cintura y choqué con él a una velocidad vertiginosa. Mi cuerpo entró en la inercia de un jugador de futbolín cuyo eje por la cintura le hace precipitarse hacia adelante con una nefasta proyección de la cabeza hacia el suelo. En el futbolín el jugador nunca se cae al suelo porque está sujeto por la barra. Yo no.

El talegazo fue importante, aunque paré el golpe con las manos (una de ellas sobre una caca de perro) eso no impidió que mi posición fuese técnicamente la del pino (cosa que tiene gracia porque yo jamás conseguí hacer el pino en el cole ni en el instituto) y que después de unas décimas de segundo mi cuerpo se desplazara hacia adelante dando con mi espalda en el duro suelo.

Mientras mi vecino se alejaba riéndose y sacudiendo la cabeza sin ni tan siquiera preguntarme si estaba bien, me arrastré hasta un portal cercano, cuyos bajos ocupa el Centro de bronceado "Luz cegadora" (a los chinos no deberían dejarle escoger nombres de negocios) . Me senté allí para recuperar fuerzas. Al cabo de un minuto la encargada salió con una escoba y me dijo en un castellano pasable: "Aquí no se pide" y haciendo cara de asco "a ver si te lavas, serdo". Me levanté, y me dispuse ir caminando hasta casa mientras la chinita me daba de escobazos (yo no tenía fuerzas para correr así que me fue dando con la escoba hasta la puerta de mi casa. Yo caminado y ella llamándome serdo por todo mi barrio, donde la gente salía de las tiendas para ver el espectáculo. Llegué a casa y al meterme la mano en el bolsillo comprobé que la llave se me había caído, probablemente en el incidente del seto. Volví hasta allí con la chinita dándome con la escoba y llamándome serdo y luego camino de vuelta de igual forma. Subí las escaleras (el ascensor no funcionaba) y me metí en casa donde recordé que la tubería de agua caliente tiene una fuga. Me quité la ropa y me tumbé en la cama, pensando que, antes del incidente de mi vecino, yo había conseguido un gran triunfo, había vuelto a correr.

"Sí, toni, han sido los ciento veinte metros más gloriosos de tu vida".


Bueno, quizá exagere, igual fueron ochenta.

11 comentarios:

Fiebre dijo...

En fin mi comentario es tan manido...
Correr es de cobardes.
Pero es cierto, a pesar de mi inquietud, odio correr, el footing, streching y todo lo que acabe en -ing

Me he reido un rato largo.

Y las chinas de tu ciudad son mucho más cosmopolitas que mis chinitas.
Aquí sería ´seldo´

Anónimo dijo...

Aunque un poquito exagerado..., de todos modos, te aplaudo. Me encantan los relatos en clave de humor.

Scarlett

Espera a la primavera, B... dijo...

Es posible que la chinita rubia de ojos azules fuera en realidad polaca o noruega, ahora que lo pienso y que el hecho que trabajase en un negocio chino no la convirtiese a la nacionalidad china por ósmosis. ¿Ves? ya sabía yo que algo en mi argumentación pasaba, Fiebre. je je. Besos

Scarlett, ¿exagerado? Pasa un fin de semana conmigo y tu realidad te parecerá el lugar más abrurrido del mundo.
Un beso

Ch. dijo...

Cómo se entere de eso Jesús Calleja, te ficha para algún desafio extremo, sin dudarlo! No deberías hacer alarde de tus portentos en público, Bandini, mira que te lo tengo dicho ...

:-)

Ch. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ch. dijo...

Por cierto ... me gusta tu ratón! que cosa más chula!!! sí le pinchas te sigue, y si le das de comer ya no te lo sacas de encima! jajajaja

Yo quiero un ratón igual para mip!!!

Anónimo dijo...

…¿por qué no?, pero al caminar tienes que mirar hacia delante (es una buena forma de avanzar, por cierto), pasar una parte del finde en urgencias no es muy apetecible. :-)

Scarlett

Espera a la primavera, B... dijo...

Vale, prometo caminar hacia adelante y mirar en la misma dirección, porque si miro hacia adelante y camino hacia atrás seguro que tampoco me lo aceptarías ¿no, Scarlett?

Ahora sólo me falta saber quien eres.

Anónimo dijo...

Sería divertido y no dudo de tus habilidades, pero mejor no, Toni, es arriesgado para ti (te prefiero vivo) y además me dejarías hablando sola. :)

Soy alguien que disfruta leyéndote e intercambiando comentarios contigo. Si tienes preguntas adicionales, avisa.

Un beso

Scarlett

Espera a la primavera, B... dijo...

Aviso: tengo preguntas adicionales

Tiklia dijo...

jajajja!!! Me ha encantado...
Estoy trabajando y doy carcajadas,la gente me mira!!