viernes, 17 de julio de 2009

Cosas del verano


Hace días que no sé qué escribir. Antes solía hablar el hueco por mí. El hueco le hablaba a la esfinge y yo tecleaba. Eso era todo. Ahora es distinto, la esfinge vuelve a su naturaleza enigmática y el tiempo se carameliza a temperatura ambiente volviendo insensible las yemas de mis dedos. No sé qué ocurre, me dejo llevar, eso es todo... y entonces ella aparece y desaparece y yo me no sé a qué obedecen los cambios de luces, las nocturnidades casi transparentes, la piel deseada y al mismo tiempo la piel prohibida.
En torno mío danza del verano, la gente va y viene con sus cuerpos bronceados, se enamoran, salen a las terrazas, sonríen, se roban besos de plata, el mundo es un poco así, una caipirinha en una terraza pr la noche en la mejor de las compañías. Es como si al llegar el verano alguien pensara "no puedes estar más tiempo solo, busca a los demás, sal, muévete". Y este año no sé moverme. Debe de ser este maldito calor sin aire acondicionado, los planes frustrados de antemano, la infame voluntad de los que se han ido.

Este verano aún me queda la esperanza. Este fin de semana curso de permisos, en septiembre y octubre Psicosocionomía, quizá cambie de ciudad en invierno, cuando probablemente la novela esté a punto de publicarse.

Este verano es el final de un ciclo y el principio de otro mejor. No es un deseo, es una certeza. Y aunque siempre he confundido la sensibilidad con la fragilidad, espero que a partir de ahora, a pesar de que sigan yendo de la mano, van a dormir en habitaciones separadas.

Y espero verte este verano... sí tú quieres.

1 comentario:

Gata dijo...

Brindo por ello ;)
bs