miércoles, 24 de junio de 2009

La cama de Pandora


Demasiadas horas perdidas buscando la cerradura para que, al encontrarla, caiga en la cuenta de que no tengo la llave que la abra. Recuerdo entonces que leí en un blog (creo que es en el de Concha, sí, voy a verlo...) Sí, en el de concha, te lo cojo prestado:

"Esperar que alguien me ame para ser feliz, es convertir al amor en limosna".
(Abel Desestres)

A veces recuerdo cosas así, que me parecen frases brillantes, frases sencillas, ésta sobre la necesidad de que nos amen es impagable. Reflexiono sobre ella. A veces me viene bien una limosna. Y es que hay dos clases de personas: los que reciben amor como algo normal o los que lo reciben como si fuese algo extraordinario, como si fuese la lotería.
¿Por qué a veces nos cuesta tanto recibir? Sé de alguien que me diría "como digas que es porque de pequeño no te dieron suficiente cariño te doy dos hostias" ¿Se aprende a querer y a ser querido? ¿Por qué personas que tuvieron una infancia poco afectiva luego son tan cariñosos y al revés? ¿Es así o me lo invento? ¿Una infancia feliz es lo mismo que una infancia abierta al cariño? ¿Qué nos pasa? ¿en qué lugar del camino nos perdemos? ¿Tiene la sociedad en que vivimos la culpa? ¿Tiene la sociedad una cuota necesaria de infelices?
Miro hacia atrás, hacia mi infancia y veo algo, algo sin nombre, veo lo que pude haber sido y las frases repetidas hasta la saciedad por mi padre, a mi madre que nunca me dio ninguna consigna pero de una forma asfixiante.
Ya me puedes dar dos hostias pero creo que algo está encerrado en la caja de pandora de mi infancia. Espero que, como en el mito, al cerrarse lo que haya quedado sea la esperanza.





3 comentarios:

hécuba dijo...

Cruzo los dedos para que no sea así, que no haya ninguna relación inversamente proporcional entre el cariño recibido en la infancia y la capacidad de recibir amor porque entonces hay muchos niños que van a sentirse perdidos en el futuro y saber de antemano que vas a ser infeliz es muy duro. De hecho, si lo pienso no creo que sea así. No hay ninguna relación.

Me gusta la frase que está en verde esperanza. A veces nos centramos tanto en el amor(de pareja) para ser felices que nos perdemos miles de cosas que también nos pueden proporcionar felicidad, aunque sea momentanea.

Genética Inexacta dijo...

Achacar los actos del adulto a la infancia no siempre es estar en lo cierto. Hay que tener en cuenta un factor importante, que es la personalidad de cada uno con todas sus necesidades. Siempre se ha dicho eso de "todos del mismo vientre y cada uno de su temple", es facil de comprobar, en una casa donde hay varios niños algunos necesitan mas cariño que otros, otros son independientes o los puede haber más rebeldes.

Pienso que siempre es mejor recibir el amor como un grandioso regalo y no acostumbrarse a él, quizá cuando nos acostumbramos a ello es cuando llegan los problemas y el amor decide hacer maletas y marcharse. ¡Qué complicado es esto!

Respiro profundamente y me quedo otro ratito por aquí (sin hacer mucho ruido)

" Ella le pidió que la llevase al fin del mundo,
el puso a su nombre todas las horas de mar...
se miraro un segundo como dos desconocidos...
y con tanto ruido no escucharon el final"
casualidades, ahora mismo sonaba esa canción de Sabina.

Beso silencioso, shhhhh

Concha Barbero de Dompablo dijo...

Los expertos (en el programa Redes lo escuché) dicen que lo que vivamos en los cinco primeros años influye mucho para que de adultos nos movamos en el miedo o en el amor (porque lo contrario de miedo no es valentía, sino amor. Esto ya lo creo yo así).

Influye mucho el ambiente, claro, pero también la genética (no sólo la biológica sino también la psicológica). Luego está el carácter, las tendencias de cada uno y, por supuesto, la decisión de rehacerse a sí mismo, que esa siempre la tenemos.

Pero yo sí observo que quien no ha recibido amor de pequeño (atención, mimos... y no sólo la típica educación basada en la rectificación y el reproche, que, a su vez, es producto del miedo de los adultos) tiene más dificultades para amar y ser amado, porque da lo que se tiene, y si no te has sentido suficientemente querido tu autoestima está resentida. Hay que alimentarla y, después, ya es más posible ofrecer y recibir, no en el plano egoísta, sino en el del fluir natural del amor, como vehículos de amor, que hablábamos hace unos días.

Sólo el hecho de saber todo esto te impulsa a lograrlo, porque, de lo contrario, estás sólo confundido, como sin salida. Es como cuando alguien te trata mal y, con el tiempo, descubres que tú no tienes la culpa, sino que el problema es suyo. Entonces, al comprender, ya no te defiendes, sino que te alejas, pero dejas de sufrir. Pones solución, vamos... como en lo de recrearse.

¡Vaya parrafada que he soltado! Es que este tema me gusta.